viernes, 8 de junio de 2007

Cambio de agenda

HAY COSAS QUE LEER en el gesto estudiantil de las franelas rojas, de marcharse del hemiciclo de la Asamblea Nacional, una vez cumplido el objetivo original del derecho de palabra y de dejar abierto el debate sobre el destino del país, más allá de la aparente descortesía o falta de coraje al “desaprovechar” lo que nunca fue una oportunidad para que estos jóvenes hicieran oposición política en un escenario que no les es natural.

En primer lugar, una lección para nosotros los periodistas: demasiados años de doctrina de la objetividad nos llevan a considerar como buena una versión oficial, máxime si viene de uno de los poderes nacionales, olvidándonos de atender a todos los pasos, y sobre todo, de contrastar las fuentes. La Asamblea había cambiado los términos: de derecho de palabra a debate, y nadie preguntó por qué, nos pareció bueno el cambio, una oportunidad y sobre todo, una noticia mejor. Pero era más de lo mismo, política mediática, espectáculo y mínima consistencia. Así se le hace el juego a los mandones, sin mala intención, pero se le hace.

En segundo lugar, una lección para la oposición. ¿Qué parte del hecho de que el movimiento estudiantil no es un movimiento de oposición homologable con el de la oposición, no entienden? ¿Acaso no tienen los estudiantes derecho a constituir una tercería? ¿No necesita este país una tercería que coloque a gobierno y a oposición en el trance de tener que entenderse? Los estudiantes parecieran corroborar las mediciones más recientes de Schemel, pero también la hipótesis de la curva normal (chavismo-ni-ni-oposición), pues bien, si los estudiantes antes eran ni-ni, hoy apuntan hacia una tercería, eso supone un cambio interesante en el mapa de las fuerzas políticas del país. La oposición debe entender eso, aceptarlo como un hecho lógico a cuyo surgimiento ha contribuido la falta de proyecto político alternativo de la oposición, quedada en el “contra Chávez” olvidándose que los chavistas existen por algo, sólo por miedo a los comisarios políticos o por el disfrute de las dádivas “revolucionarias”. Pueden apoyar o no las banderas del movimiento estudiantil, pero ya es hora de que presenten un programa político y un proyecto nacional alternativo al revolucionario, si quieren llegar a alguna parte, alguna vez.

Y en tercer lugar, una lección para el chavismo. ¿Qué revolución conocen, que no tenga a los estudiantes consigo? ¿A quien pretenden convencer con esos jóvenes acuñados en el arte del recitativo sostenido? Me gustaría creer en las palabras de Robert Serra (UCAB), cuando dice que no es una sola voz, sino un mismo proyecto nacional con un solo líder reconocido (y déjenme decirles que es lo más original que escuchado en mucho tiempo, dentro del chavismo) Pero no puedo, porque yo no veo tal proyecto nacional, no en el chavismo, no en los bandazos ideológicos que da, no en un presidente que hace una lectura tan dogmática (tan perversa) de Gramsci, para quien la hegemonía no es de la estructura sino de la superestructura, Gramsci tal distinto del marxismo-leninismo ortodoxo que este presidente profesaba –recuerdo- en enero. ¿Qué tan histórico puede ser un proyecto nacional que cambia de mes en mes, como la canción de Arjona?

El debate está abierto, ciertamente, y creo que la academia es un estupendo espacio para darlo, pero no con bombas lacrimógenas, vandalismo y saboteo –como ciertos sectores intentan en las universidades autónomas que en ocho años no han podido controlar, esas de donde salieron quienes hoy mandan— sino con argumentos. Que cada parte dé los suyos.

2 comentarios:

Tinvalero dijo...

buena opinion linkeo a mi blog

Anónimo dijo...

Concuerdo en muchos puntos:
http://www.encaletado.com/topocho/archives/001244.html