lunes, 15 de abril de 2013

La indignación


AL DÍA SIGUIENTE, la oposición no solo no había desaparecido: pugnaba por consolidar la mayoría conseguida en las urnas y escamotada por el régimen, primero en forma de ventajismo, luego como fraude simple, cometido con total desparpajo por el ente electoral. Desconoció unos resultados que invertían la tendencia, actas en mano, que daba ganador a Henrique Capriles Radonski con 2 puntos de ventaja sobre Nicolás Maduro. Capriles exigió la auditoría del 100% de las urnas de votación: conteo manual de todos los votos, contrastación con los cuadernos electorales y con las actas emitidas por las máquinas de votación. La respuesta del Consejo Nacional Electoral fue adelantar la proclamación espuria de Maduro como presidente electo. Las protestas no se hicieron esperar.
Me adelanto a comentar en medio de la línea de eventos que desatan la indignación de los ciudadanos de esta República, la cual, finalmente, parece tomar cauce en la rebelión. Se cumplen las formas. Primero, una candidatura de conatus, una multitud multitudinaria que esta dispuesta a romper la servidumbre voluntaria en nombre de su propio derecho de gente, que ha sido abandonada (dejada fuera de la ley), con lo cual se consagra en rebelión. Segundo, el bando de la rebelión es mayoritario por el incremento en casi un millón de votos de la votación en favor de Henrique Capriles y si bien en términos electorales se prefiere describir la división en términos de “dos mitades”, lo cierto es que desde 2010 ya se vienen teniendo indicios de que la mayoría cambia de signo, cuando la proporción de votos fue 52% oposición – 48% oficialismo, burlada por obra y gracia de la sobrerrepresentación de los circuitos electorales (gerrymandering), desequilibrio institucional que estas elecciones hubieran permitido corregir.
Al día siguiente, Maduro borra 11 años de deterioro y vuelve a un hipotético día después del 11, 12 y 13 de abril de 2002. Recurre al expediente del golpismo de la oposición, siete elecciones después y proclama su victoria en nombre de Chávez. Pero su victoria espuria deja entrever que el chavismo religioso no funciona, que el mito tiene la mecha floja, la pólvora mojada y que como este escribidor ha sostenido desde 2007, el venezolano es mayormente un elector racional privatizador del espacio público, pero que puede convertirse en elector racional socializador, si consigue las ideas-fuerza que conducen a ello; buscándolas, decidió apostar por Capriles, o quitarse de en medio, según se lo permitiera su circunstancia.
Los mandones huyen hacia adelante. El CNE proclama a Maduro y la Asamblea Nacional lo juramentará el 19 de abril, para mayor oprobio de nuestra historia republicana. Comienza la presión internacional. Insulza nombró en días pasados al ex gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, como su representante para la observación del acto del domingo. Su informe llevó a que hoy el Secretario General de la OEA se pronunciara en favor de la auditoría, y de llegar el caso al Consejo Permanente, rendido el informe elaborado por oficio, podrán ponerse en marcha las acciones para la aplicación de la Carta Democrática Interamericana, con lo cual se afectará también la presencia venezolana en Mercosur, sin mencionar el incremento de los costos de endeudamiento para pagar gasto corriente -el déficit fiscal está por el orden de los 144 mil millones de dólares, la inflación acumulada pronto llegará al 30%-   que harán dificultoso para el chavismo seguir ejerciendo la hegemonía, que desatará la conflictividad social, que hará mandatorio el control castrense, convirtiéndose esto, ya francamente, en dictadura, en satrapía cubana.
¿Qué velocidad tomarán las acciones en las próximas horas, en los próximos días? Dependerá del liderazgo de la oposición y de su capacidad para cohesionar al pueblo en rebelión. Henrique Capriles dio la noche del 14A una auténtica muestra de liderazgo moral, al vincular el mínimo ético de su campaña -la verdad- con el ethos de nuestra historia republicana: la libertad. Con ambos armó un poderoso proyectil que arrojó al discurso, entre cínico y gastado, de la usurpación; abriendo, finalmente, el camino que libera a la política venezolana de la camisa de fuerza de la impostura electoral, hacia un proyecto de país donde la democracia sea algo más que un sistema de gobierno regido por el juego suma cero.
Y al día siguiente, hoy, Capriles, convertido en líder, dio las primeras directrices de esta rebelión: protesta pacífica, con temple, sostenida, que poco a poco se irá escalando, incorporando elementos nuevos que incrementen la presión, porque es hora de calcular las jugadas y de pensar con cabeza fría, intentando recuperar la cordura. #sisepuede. 
La foto es de la web de sexto poder.