miércoles, 27 de junio de 2007

Carta abierta al gremio periodístico

ESTIMADOS COLEGAS. Hoy se cumple un mes del cese de la concesión de RCTV y del comienzo de la protesta generalizada en el país, por la defensa de la libertad de expresión los derechos civiles y políticos. En este mes hemos visto cómo la historia, definitivamente, sí parece comportarse como un sujeto, al elegir como agentes de su propio devenir a quienes representan tres generaciones más allá del esperado “relevo” político, movidas por la pérdida de un referente cultural; y cómo las interpretaciones monistas y deterministas que de ella se hacen –las que describen la historia como accionada por la lucha de clases por la propiedad de los medios de producción- topan con el espíritu del pueblo, ahora encarnado en las manos blancas de la protesta estudiantil, las del pueblo joven que ejerce su ciudadanía, intentando terciar esta guerra civil de baja intensidad que ha dividido en dos el país y le ha dado a una parte el beneficio franco del terreno libre para instaurar un proceso revolucionario que acaso aspira conducirnos a una versión tropicalizada del socialismo real –dictadura del proletariado incluida- y que en el ínterin ha desmoronado y conculcado las instituciones y su razón de ser, cual es la de la defensa de las libertades y los derechos de todos, no sólo de la mayoría.

Lo que comenzó como una protesta contra la medida, luego encontró enlaces conceptuales en temas de proximidad semántica: la defensa de la libertad de expresión como base que estructura -dentro del cuerpo social- el ejercicio de los derechos civiles y políticos; la defensa de la autonomía universitaria como garantía de la libertad de cátedra, que es un ejercicio de la libertad de expresión, y el derecho a la protesta como ejercicio, también, de esta misma libertad. Protestas masivas, pacíficas, con creatividad, detuvieron por un breve lapso el monólogo de uno de los sectores en disputa, a la vez que reivindicaron una identidad distanciada de lo que ha construido la institucionalidad de oposición. Con ello, un pequeño principio de esperanza parece haber surgido, pequeño, pero no por ello desestimable, como una flor en medio del desierto.

Este es un tiempo de barbarie, lo sabemos, a lo que habría que agregar que es también un tiempo de elaborados cinismos, de palabras retorcidas que llegan a significar algo muy distinto a lo que era su concepto original; tiempo de parcialidades negligentes, en el que parece perdida la capacidad de construir un consenso, rota como está nuestra comunidad de habla. De un lado ellos, que todo lo triangulan, que cooptan los proyectos, que han confundido la hegemonía como núcleo duro de una ideología que debe persuadir dentro de un espacio democrático de libertades individuales y proyectos colectivos (Gramsci), para convertirla en práctica de poder predominante de una parcialidad (Trotski). Lobos con pieles de oveja que amparados en la autonomía universitaria –esa misma que hoy no les sirve a sus propósitos- ocuparon cátedras, militaron en movimientos, burocratizaron la protesta y luego se convirtieron, alternativamente, en comisarios políticos y empleados públicos, aspirantes a conformar una nueva burocracia weberiana . Del otro lado, los otros, los que abandonaron los proyectos institucionales, diciendo sin rubor: “primero salgamos de Chávez y después reconstruimos el país” ¿Cuál país? ¿El de ellos? Porque ellos tampoco tenían ya una comunidad de habla, la habían perdido con el pragmatismo de sus prácticas políticas, por los largos años de populismo, por la verticalidad y corrupción de sus partidos y por la falta de proyecto que les impidiera, en suma, traicionar los intereses de sus representados, en nombre de precarias mayorías en el sistema institucional. Ambos, en estos ocho años, con su ética de fines , han eliminado las opciones de la mayoría; sí, la mayoría, la alta abstención que Oscar Schemel, presidente de Hinterlaces identifica como “Ni-Ni”, reclamándoles, cada quien en su mejor tono: “o estás conmigo, o estás contra mí”, con el resultado ya sabido: el declive de las opciones democráticas, la cancelación de toda opción posible de diálogo y este largo deslizarse de una guerra que, sin estar declarada, ya tiene más muertos que en las distintas guerras con que los Balcanes despidieron el siglo XX: Bosnia, Croacia, Servia-Montenegro, Albania, Kosovo, ¿cuántas más? ¿Habría que considerar al hampa también como un actor político, a partir del momento en que se desentraña su identidad cultural?

Pero entre ellos y los otros está la tercera parte: la de los Ni-Ni –los llamaremos así, a falta de un mejor concepto-, la mayoría que optó por la liberación en lugar de la libertad en nombre de las posibilidades –y comodidades- que ofrece la ausencia de compromiso; la mayoría de los hombres y mujeres de este país, tercera parte que no puede clasificarse exclusivamente por edad, sexo, nivel socioeconómico o grado de instrucción, pero que de cara a nuestro conflicto ético y político, se puede definir de manera contingente como aquella que ubicándose de espaldas a los adversarios históricos, apuesta porque la reconstitución de la comunidad de habla tenga la forma de una República democrática, liberal, moderna y con justicia social.

Algunos analistas ya han expresado –Schemel a la cabeza- que los estratos más jóvenes de esos Ni Ni constituyen buena parte del movimiento estudiantil que desde hace un mes viene protestando y que parece tener voluntad de constituirse en movimiento nacional, capaz de convocar a otros sectores del país para generar un proyecto que permita transformar este estado de cosas, en libertad. Pero no son los únicos y en caso de ser mayoría, lo son de una manera muy precaria. También a ello les corresponde ponerse de acuerdo en varias cosas, entre ellas cuál es el tipo de liderazgo que este movimiento ejerce, de cara al país, cómo este tipo de liderazgo va a entenderse con los otros liderazgo legítimos, y muy principalmente, cuál va a ser el proyecto que logre cohesionarlos.

Son pues, elocuentes, las palabras de Fernando Mires cuando advierte que no puede sobrecargarse a los estudiantes con la carga de materias pendientes de una oposición que no ha logrado acordar un proyecto para todos. “Es un error –dice- pedir a un movimiento que recién nace, que los libere de aquello que los partidos políticos no han podido hacer. Tampoco me parece justo imaginar que los estudiantes son la fuerza anti-partido de la sociedad. Hoy viven su momento feliz. Seguro, vivirán todavía otros momentos. Pero una democracia sin partidos políticos es una imposibilidad”.

Y los estudiantes tampoco pueden aceptar esta carga, solos, por más que puedan ser vistos por parte de la opinión pública como una nueva generación de líderes políticos que se forman para el tan ansiado relevo político, herederos del proyecto nacional gestado por una generación, la de 1928. No pueden, porque no son un partido político: ni tienen formación ideológica ni están capacitados para la toma democrática del poder, que a fin de cuentas son los dos aspectos que caracterizan un partido político: su nivel de cohesión ideológica y su estructura de intervención social. Pero sí pueden convertirse en una referencia ética para distintos sectores del país, ejerciendo un liderazgo de guía, con vocación transpersonal; sí pueden predicar la solidaridad con el ejemplo, en las comunidades de excluidos, a través del servicio comunitario; sí pueden aprender y enseñar el reconocimiento del otro como solución estética con lo cual generar un cambio cultural que pueda sentar las bases de una auténtica comunidad de habla como proyecto nacional.

Es en este punto donde cabe la exhortación: ni el código de ética ni la ley del ejercicio del periodismo ni siquiera la jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia norman a cabalidad la estética de las versiones de los hechos que elaboramos para contribuir con la construcción de la realidad social. Ni pueden ni deben hacerlo, lo cual si bien revela el carácter instrumental de estos protocolos de comportamiento, dejan margen al desarrollo de una ética proyectiva antes que una ética prescriptiva, por la vía de la discusión y el consenso intragremial.

No puede presumirse, de entrada, que no se esté actuando de buena fe cuando se le da tribuna pública a los estudiantes, cuando se fomenta el debate o cuando se consulta a expertos para conocer su opinión sobre el movimiento. El problema es que las prácticas de comunicación social requieren de una objetividad que va mucho más allá de la garantía de imparcialidad, el contraste de fuentes o la verificación de la información. Muchos años de doctrina de la objetividad parecen haber anquilosado nuestras capacidades creativas, nuestra capacidad interpretativa o las habilidades de investigación y crítica con las que nos formamos, que hoy se implican en mucho más que la producción de comunicación social de calidad. En el caso del movimiento estudiantil, se requiere dar cobertura y documentar los temas que constituyen la agenda de este sector, comprendiendo la legitimidad de la respuesta ética del movimiento y contextualizándola del modo más preciso, para evitar confusiones, malos entendidos o usos propagandísticos por alguna de las partes de la polarización.

Flaco servicio se hace entonces, a la verdad de este movimiento, y a la potencial opción de una tercería, si se hace un periodismo partidario que invente líderes carismáticos donde no los hay; que espectacularice el discurso político, lo convierta en simulacro, mantenga dispersas y sin contextualización las informaciones generadas por los hechos de este movimiento y con esto se limite su potencial de significación en el contexto de la comunicación social, al nivel de visibilidad alcanzado. El modo tradicional de hacer periodismo puede distorsionar el liderazgo y poner en peligro el movimiento. Y eso debe concientizarlo el movimiento estudiantil, pero también cada periodista en particular y el gremio en general, para estructurar un diálogo con los propietarios de los medios, a fin de lograr un consenso en torno a la manera de dar cobertura informativa al movimiento estudiantil.

El gremio debe rescatar su dignidad como colectivo, en el marco de un nuevo diálogo nacional que esta vez se oriente hacia la trascendencia de la polarización. No será fácil, pues una de las partes considera los mecanismos de una democracia moderna sólo de manera instrumental, útil a los propósitos de mantener una apariencia democrática y cierta legitimidad formal. Pero si se quiere lograr una nueva comunidad de comunicación, se requiere una estrategia de medios y no de fines, la cual puede ser posible mediante la construcción de un espacio con mínimos éticos , cambiando el interlocutor y el contenido, dirigiendo el mensaje a aquellos que están en su legítimo derecho de entender la realidad que viven de acuerdo con sus propios intereses, para ayudarlos a comprender que sin el reconocimiento del otro, no podrá resolverse el problema de la exclusión mutua en la polarización, lo cual mantiene encendida la mecha del conflicto.

Colegas. En esta parte de la jornada nos toca una tarea ardua, la de vigilar que haya aprendizaje de los errores del pasado. Nos toca ejercer nuestro oficio dentro de un conjunto de riesgos que se extienden más allá de nuestra integridad física y ante los cuales no hay medida cautelar que nos pueda proteger. Nosotros, los guardianes de “las palabras de la tribu”, que con toda legitimidad defendemos la libertad de expresión en el marco de los derechos civiles y políticos, tenemos que encontrar la manera de convocar al país para reconsiderar muy seriamente, si ya no es hora de replantearse nuevamente el estado, dadas las fallas de origen que este tiene. Porque nadie da lo que no tiene, y malamente puede este estado conculcado por uno de los poderes, garantizar la libertad de expresión, si dentro de su estructura política no la permite, más bien, la censura, identificando toda crítica o disidencia como una traición; malamente quienes nos mandan, hoy, pueden defender la democracia y los derechos civiles y políticos si no creen en eso. Pero ellos no son el problema, sino el Estado, y a éste al que hay que cambiar, en nombre de todos y no de la mayoría.

Esta es, pues, mi invitación: a enfocar nuestros esfuerzos en lo que es correcto. Si hemos de ser partidarios, seámoslo de la dignidad humana, de la democracia, y de una República de todos, administrada por un Estado que nos rinda cuenta a todos, independientemente del signo de los políticos. Asumamos nuestra responsabilidad política, como intelectuales orgánicos que somos, construyamos una hegemonía democrática, insistamos en nuestra prédica, hasta hacerle saber a todo el pueblo que la democracia es una conquista diaria que se basa en el diálogo y el consenso y que la ruta que lleva el país apunta hacia su perdida, pues eso es lo que indican los hechos.

Cordialmente,

Carlos Delgado Flores

CNP Nº: 13.244

Profesor en la Universidad Católica Andrés Bello

Esta foto muestra un grito de rebeldía que nos es común a periodistas, estudiantes, profesores, los demás gremios y el ciudadano común (incluidos los chavistas). Esta imagen fue tomada de http//www.estudiantesunidosdevenezuela.org

jueves, 14 de junio de 2007

Agosto está en la puerta

Soy de la idea de que el debate entre los miembros de la “Comisión Presidencial Estudiantil”, y representantes del movimiento estudiantil, que debió realizarse el miércoles en la Universidad Bolivariana, va a seguir pospuesto como parte de una estrategia más o menos previsible: la de ganar tiempo, obligando a los estudiantes a agotar la fórmula exitosa (a repetirla, apoyada por los medios de comunicación social), de marchar y entregar documentos, para profundizar las diferencias de opinión dentro del movimiento y hacer que vaya perdiendo fuerza, hasta que llegue agosto y con él las vacaciones. En agosto y septiembre, con las universidades cerradas, puede pasar cualquier cosa, y si no se toma ninguna previsión, si no hay agenda de trabajo con responsabilidades claramente asignadas, se va a perder el poco territorio avanzado.

De allí que esa idea de decidir “con un conteo en la calle” si el movimiento sigue marchando o se pasa a la segunda fase, con la marcha de hoy jueves, creo que no es buena. La segunda fase supone ir reduciendo las protestas, sí, pero sustituyéndolas por otros mecanismos de expresión que permitan sumar adeptos al movimiento, que no se olvide, es en defensa de los derechos civiles y políticos, los cuales no sólo le están siendo irrespetados a los estudiantes o a las universidades, sino a todo el país.

La idea es llevar el tema a la mesa de discusión de cada uno de los hogares de este país, muy especialmente los de las barriadas azotadas por el hampa, tan territorios del miedo como las urbanizaciones, las calles, las oficinas o los colegios. A los hogares, antes que a los consejos comunales, porque la defensa de los derechos civiles, el respeto por la disidencia, la construcción de una sociedad solidaria, con inclusión y justicia social, son temas éticos, sin dejar de ser temas políticos. Masificar el mensaje es una opción, pero no sirve en todos los casos porque lo masivo en este país no genera compromisos sólidos: o se forman apoyos movidos por los sentimientos, o se entregan dádivas, sujetas a la discreción de quien las da ¿Y cuando no haya con que darlas? ¿Cuándo quien la reciba considere que no debe obedecer una orden a cambio de esa dádiva, porque así se lo dicta su conciencia, qué va a pasar?

Masificar el mensaje implica vocería, esto es: tener la legitimidad de hablar en nombre de un colectivo. Para ello, este mensaje debe tener un contenido hecho con las voces de este colectivo, y para lograr eso, debe haber acuerdos, producto de un diálogo interno, muy fluido y muy bien registrado. Cada asamblea debe tener minuta, cada reunión debe generar una agenda, cada opinión debe estar asentada y el discurso debe construirse con las palabras de los jóvenes, pero llenas de contenido, acordando definiciones sencillas, pero no por eso incompletas, con las cuales, poder explicarle a la gente qué es lo que se quiere decir. Y eso, amigos míos, no se consigue marchando, sino generando un esfuerzo adicional en su agenda académica, para formarse, haciendo y respondiendo preguntas, haciendo circular la información. Así es como yo entiendo el liderazgo del movimiento: transpersonal, de cara al país, aprendiendo y ayudando a aprender, a concientizar.

No sé si saben que el modelo de comunicación favorito de este gobierno es el que denominan Flujo de dos pasos: hay un mensaje único repetido como consigna, transmitido por los medios masivos de comunicación (cadenas televisivas, Aló Presidente, etc.). Y este mensaje, después se apoya en el trabajo de un conjunto de “líderes comunitarios” que los convierten en instrucciones y agendas de trabajo. Este modelo –resulta paradójico- lo desarrollaron en la década de los ’60 para introducir novedades tecnológicas y para los procesos de modernización en el continente, en el marco de la “Alianza para el Progreso” iniciativa de desarrollo de los Estados Unidos en Latinoamérica, equivalente al Plan Marshall europeo.

En el caso del movimiento estudiantil, el acceso a los medios masivos está condicionado por el hecho de que haya noticias. Si no las hay, pues eso es lo que en jerga periodística se llama “caliche”, y no se cubre. Sin embargo, se puede dar el caso –y es potestativo del medio, no tanto de los periodistas- de mandar a hacer cobertura así no sea noticioso el acontecimiento, lo cual da pie a las suspicacias y a las sospechas (por decir lo menos). O como pasó con Richard Serra, el otro día, en la UCAB: llegar a la Feria de Comida, con una cámara de VTV, provocando al colectivo para que la cámara grabara una airada protesta contra él. Esos son pseudoeventos, tienen impacto en la opinión pública, pero no son sostenibles en el tiempo.

Con todo esto, lo que quiero decir es que hay que buscar otros mecanismos de comunicarse con la gente, que en esta etapa, nada va a sustituir el cara a cara, con el cual es más factible construir confianza, que con los medios. Piensen en medios de comunicación alternativos, en blogs, en grupos de correo electrónico, en reuniones, actos culturales, eventos deportivos, podcast, video digital, pancartas, etc.; no sólo en protestas simbólicas (que no están mal, todo lo contrario, son excelentes). Piensen en las implicaciones éticas del movimiento. Pero principalmente, piensen en la legitimidad que están construyendo: que son un movimiento Político (con P mayúscula, como la Prostitución que hay en La Hojilla y con perdón de las señoras putas), que no son un partido político, pero quizás si sean el semillero de nuevos partidos políticos y que el tema de los derechos civiles y políticos es un buen tema de partida para un proyecto político de cambio social, para el diseño de un nuevo proyecto nacional que aprenda del pasado y no nazca viejo, como nació este.

Viene agosto, ¿Quién se va de vacaciones?


Esta foto forma parte del web de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, Colombia, me pareció adecuada para ilustrar el tema del liderazgo como una construcción colectiva (no lo olviden)

viernes, 8 de junio de 2007

Se fue Sanoja, el memorioso

Hoy se nos fue Jesús Sanoja Hernández (Tumeremo, 1930 – Caracas, 2007), poeta, periodista y profesor universitario, notable cronógrafo de la literatura venezolana y formador de sensibilidades en muchas generaciones de periodistas venezolanos.
Entre mis devociones personales, tuvo Sanoja siempre un sitial. Desde temprano representó para mi, un modelo a seguir. El fue el primer profesor que recuerdo de la Escuela de Comunicación Social de la UCV, siempre me asombró la familiaridad con que se refería a los escritores de la literatura venezolana contemporánea y la precisión del relato de sus anécdotas, de la verdad humana tras las palabras. Claro, con el tiempo vine yo a saber que eran casi “historias de familia”, cómo no iba a conocerlos si eran sus compañeros de ruta, si también él estuvo a la vanguardia de su época, los fértiles 60, desde la revista Tabla redonda, o su participación en experiencias como las de El Techo de la Ballena, en Haa, entre tantas otras.
Después conocí al Sanoja periodista: acucioso, con notable capacidad de análisis y comprensión de los procesos históricos. También en esa escritura supo cultivar la memoria para dar con la mentalidad que se escurre tras lo hechos y darla a conocer al lector con una prosa franca, honesta, pero no por ello desprovista de gracia.
Luego vine a descubrirlo líder estudiantil del ’58, en la Federación de Centros Universitarios, universitario de corazón, defensor de la autonomía, de las libertades civiles y de la solidaridad comprometida con la utopía, aunque –hay que decirlo- en los últimos años se ubicó en la acera de enfrente de muchos compañeros de luchas que se han integrado al “proceso” (¿o sería al revés?), las razones de esto están en sus artículos, que se explican a sí mismos con la claridad del día.
Sanoja me enseñó el valor de la memoria no como erudición, sino como detalle que busca la verdad tras los hechos, eso hace un periodista en cualquiera de los tiempos que mira y eso es mi aspiración. Creo que puedo compartirla con algunos de mis colegas y de mis alumnos y agradecerle –donde quiera que esté, ahora- esta lección de vida vivida a plenitud.

Cambio de agenda

HAY COSAS QUE LEER en el gesto estudiantil de las franelas rojas, de marcharse del hemiciclo de la Asamblea Nacional, una vez cumplido el objetivo original del derecho de palabra y de dejar abierto el debate sobre el destino del país, más allá de la aparente descortesía o falta de coraje al “desaprovechar” lo que nunca fue una oportunidad para que estos jóvenes hicieran oposición política en un escenario que no les es natural.

En primer lugar, una lección para nosotros los periodistas: demasiados años de doctrina de la objetividad nos llevan a considerar como buena una versión oficial, máxime si viene de uno de los poderes nacionales, olvidándonos de atender a todos los pasos, y sobre todo, de contrastar las fuentes. La Asamblea había cambiado los términos: de derecho de palabra a debate, y nadie preguntó por qué, nos pareció bueno el cambio, una oportunidad y sobre todo, una noticia mejor. Pero era más de lo mismo, política mediática, espectáculo y mínima consistencia. Así se le hace el juego a los mandones, sin mala intención, pero se le hace.

En segundo lugar, una lección para la oposición. ¿Qué parte del hecho de que el movimiento estudiantil no es un movimiento de oposición homologable con el de la oposición, no entienden? ¿Acaso no tienen los estudiantes derecho a constituir una tercería? ¿No necesita este país una tercería que coloque a gobierno y a oposición en el trance de tener que entenderse? Los estudiantes parecieran corroborar las mediciones más recientes de Schemel, pero también la hipótesis de la curva normal (chavismo-ni-ni-oposición), pues bien, si los estudiantes antes eran ni-ni, hoy apuntan hacia una tercería, eso supone un cambio interesante en el mapa de las fuerzas políticas del país. La oposición debe entender eso, aceptarlo como un hecho lógico a cuyo surgimiento ha contribuido la falta de proyecto político alternativo de la oposición, quedada en el “contra Chávez” olvidándose que los chavistas existen por algo, sólo por miedo a los comisarios políticos o por el disfrute de las dádivas “revolucionarias”. Pueden apoyar o no las banderas del movimiento estudiantil, pero ya es hora de que presenten un programa político y un proyecto nacional alternativo al revolucionario, si quieren llegar a alguna parte, alguna vez.

Y en tercer lugar, una lección para el chavismo. ¿Qué revolución conocen, que no tenga a los estudiantes consigo? ¿A quien pretenden convencer con esos jóvenes acuñados en el arte del recitativo sostenido? Me gustaría creer en las palabras de Robert Serra (UCAB), cuando dice que no es una sola voz, sino un mismo proyecto nacional con un solo líder reconocido (y déjenme decirles que es lo más original que escuchado en mucho tiempo, dentro del chavismo) Pero no puedo, porque yo no veo tal proyecto nacional, no en el chavismo, no en los bandazos ideológicos que da, no en un presidente que hace una lectura tan dogmática (tan perversa) de Gramsci, para quien la hegemonía no es de la estructura sino de la superestructura, Gramsci tal distinto del marxismo-leninismo ortodoxo que este presidente profesaba –recuerdo- en enero. ¿Qué tan histórico puede ser un proyecto nacional que cambia de mes en mes, como la canción de Arjona?

El debate está abierto, ciertamente, y creo que la academia es un estupendo espacio para darlo, pero no con bombas lacrimógenas, vandalismo y saboteo –como ciertos sectores intentan en las universidades autónomas que en ocho años no han podido controlar, esas de donde salieron quienes hoy mandan— sino con argumentos. Que cada parte dé los suyos.

La segunda fase

DE TODAS LAS COSAS que se dijeron en la asamblea que el postgrado en Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello sostuvo el miércoles, después de la marcha, me alegró el consenso que entre profesores y estudiantes surgió: que el movimiento estudiantil tiene que pasar a una segunda fase, que no se puede agotar en las acciones de calle y que deben recibir la mayor asistencia posible por parte de los profesores, pues lo que está en juego es nada más y nada menos que la construcción de un liderazgo de relevo para el país. Eso, siempre se ha dicho, es misión de las universidades, pero hoy parece que tener más sentido que nunca, sobre todo, si meditamos un poco en un hecho que aunque obvio, se nos olvida (nada raro es que lo obvio se olvide, por obvio) y es que más temprano que tarde los estudiantes se gradúan, por ende, dejan de ser estudiantes.

Fuera de la universidad y del movimiento estudiantil ¿qué camino seguir? Está la instancia gremial y sindical, está la participación política dentro de organizaciones, está la acción social a través de ONG’s, está el voluntariado, está la condición individual de ciudadano o está la conducción de empresas socialmente responsables. Dentro de la universidad y de cara al país, está el trabajo comunitario, el voluntariado enfocado en la elaboración de redes sociales, la participación Política (con P mayúscula) en la construcción de gobernabilidad democrática. Los estudiantes pueden hacer mucho, desde la bandera de la defensa de los derechos civiles y políticos, por llevar conocimiento a las comunidades, ayudarlas a organizarse en consejos comunales, promover iniciativas abandonadas por las misiones y el esquema clientelar de la revolución tales como la justicia de paz, las juntas de consumidores, la contraloría social, la planificación social participativa, el empoderamiento de comunidades, la protección social del niño y el adolescente, la planificación familiar, la comunicación para el desarrollo local. El movimiento puede llevar un mensaje de inclusión a todos aquellos que están en uno y otro bando, para buscar unos acuerdos mínimos de convivencia que desmonten el panorama de conflicto. Nosotros podemos ayudar a nuestros estudiantes respondiendo a sus preguntas, enfocando su motivación en el desarrollo de procesos de aprendizaje acelerado, significativo y cooperativo, fomentando el espíritu crítico y la capacidad analítica, haciéndoles ganar una experiencia que ellos puedan llevar y reproducir en las comunidades, enseñando a aprender. Nada diferente a lo que hacemos en el aula, pero más rápido y de forma más intensa.

Me imagino que la idea de los estudiantes es convertirse en líderes de cambio, desde una perspectiva de formación eminentemente ética. Si lo logran, en lo personal y en lo colectivo, el país ganará el relevo político que viene demandando desde hace tres generaciones. Pero este liderazgo no puede construirse desde posturas heroicas o providencialismos (que de eso hemos tenido bastante), sino en la cooperación, la inclusión, la solidaridad y el respeto. Toca a los jóvenes estudiantes ayudarle a un país que es poco democrático, aprender a ser democrático, propiciar el cambio cultural. Ya Fernando Mires lo dijo: son un catalizador, pero eso significa que no pueden hacerlo ellos solos, que hay que ayudarles y mucho y necesitan al país pensante para hacerlo.

Marchar está bien, protestar todas las veces que sea necesario, convocar la atención del mundo y expresar las ideas de modo claro, sencillo, para que no se quede nadie sin entender. Pero también construir espacios para el ejercicio de la libertad, para su defensa y reivindicación permanente, aprender haciendo y compartir el aprendizaje, ese es el modo para que haya una transformación real, un cambio en el proyecto de país.

La concreción de esto ni es fácil, ni es ya, eso hay que tenerlo claro. Quizás los estudiantes impulsores de este proceso que puede nacer con el regreso a las aulas y que por falta de un nombre mejor he dado en llamar “la segunda fase”, lo sostengan sólo mientras están en la universidad, pero eso es algo: podrán pasar una bandera a quienes los sucedan y apoyarlos desde posiciones más instaladas. Si quienes están en esas posiciones, hoy, hacen lo propio con los estudiantes de ahora, el proceso podría avanzarse más. Si las comunidades pobres del país entienden y gestionan el cambio cultural, el proceso puede acelerarse aun más.
La segunda fase ya comienza, es larga, pero después vendrá la tercera. Ojalá estemos allí para escribirla.

lunes, 4 de junio de 2007

Donde perdí, gané (balance de una marcha y propuestas para los días que siguen)



LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN está en la base de los derechos civiles y políticos y hace posible que éstos se desarrollen en democracia, porque su objeto es construir comunidad. Su defensa es la defensa de la democracia frente al totalitarismo. De allí que quizás, de todas las lecciones aprendidas de la marcha del viernes 01 de junio (la que no salió de la UCAB, pero a su vez, la que no dio pie al gobierno de justificar una escalada de represión) sea el hallazgo de una bandera completamente legítima: la lucha por los derechos civiles y políticos. Señores: creo que, finalmente, esta es la vía.

Pero también hay otros de aprendizajes significativos de ese día, esa batalla en nuestra guerra postmoderna:
1) No se pueden anunciar las manifestaciones, porque basta cualquier cínica excusa para no otorgar el permiso, que a modo de salvoconducto permite pasar a través del muro de la policía. Quizás es preferible sustituir las marchas por las concentraciones. Ventajas: efectividad en el cumplimiento de los objetivos; desventajas: mayor nivel de riesgo y de control de la violencia. Habría que ver cuando conviene una cosa u otra.
2) Las acciones deben ser cuidadosamente planificadas. El gobierno emplea –podría decirse que en niveles de abuso- a las salas situacionales, para tomar decisiones y emprender acciones. El movimiento debe poder funcionar de esa manera para planificar con base en escenarios, tanto en lo táctico como en lo estratégico (y debe ser un secreto bien guardado).
3) Las acciones de calle deben ser espectaculares, deben tener contenido político y deben tener un discurso unificado. La línea adoptada en el manifiesto del viernes 01 de junio –defensa de la libertad de expresión dentro del marco de los derechos civiles y políticos- es correcta, porque se enfrenta con total legitimidad a la praxis política del gobierno (la hegemonía y el control totalitario), refuerza la idea de democracia, de estado de derecho y de construcción de la solidaridad, encuentra resonancia en hechos históricos y legitima el carácter no violento del movimiento. Hay que profundizar esta línea.
4) El movimiento no puede agotarse en las acciones de calle, so pena de cometer los mismos errores que la oposición cometió en el pasado. No debe plantearse objetivos demasiado ambiciosos, no mantener una estrategia por demasiado tiempo (¿Se acuerdan de la Plaza Altamira y el paro nacional indefinido?). En determinado momento, a las acciones de calle deben acompañarlas las acciones de trabajo comunitario que deberían ir enfocadas en la educación para la participación democrática, la defensa de los derechos civiles y políticos, la construcción de ciudadanía, y el empoderamiento para el desarrollo sustentable. Con una agenda de trabajo en estos cinco temas, el movimiento tomaría carácter de movimiento de cambio social.
5) El movimiento debe reivindicar, de cara a la opinión pública, su carácter apartidista, sin negarse a establecer diálogo con los otros sectores políticos, quienes deben respetar esta conformación del movimiento e integrarse a éste en la defensa de los derechos civiles.
6) El movimiento debe elegir con claridad, sobre cuáles temas se va a pronunciar, los voceros deben tener discursos coherentes y congruentes entre sí, donde el tono convoque a la reflexión de la gente sencilla, antes que a la emoción: dejar la emoción para las acciones de calle.
7) El movimiento estudiantil tendrá su gran oportunidad política, con la reforma de la constitución que debe ser sometida a referéndum. De allí que sea importante que éste participe en la construcción de una reforma alternativa qué oponer a la propuesta presidencial (superar la mera oposición al proyecto presentado por el Presidente). Esta reforma puede ser elaborada con el concurso del sector universitario, y con consultas a los gremios.
8) La comunidad internacional expresará interés por la propuesta de una nueva mesa de diálogo que plantea José Vicente Rangel (Casi seguro que va a ser la propuesta de la OEA). Es importante que el movimiento presente una composición para esa mesa de diálogo antes de que lo haga el gobierno. Puede anunciarse públicamente, y dejarlo como tema de discusión.
¿Cuál es la idea? Personas con liderazgo en sus áreas, reconocida solvencia moral, que no han formado parte de la institucionalidad y que puedan hablarle con legitimidad al otro bando (si no son estos, que por lo menos tengan la capacidad)
Ellos deben poder avanzar en la búsqueda de un acuerdo nacional vinculante sobre los derechos civiles y políticos, y argumentando sobre ellos, desde el tema de la libertad de expresión, proponer la remisión de la ley habilitante y la sustitución de la reforma constitucional presidencial por una asamblea nacional constituyente originaria, para que el gobierno ceda con la restitución de la concesión de RCTV
9) Estudiantes, comunicadores sociales y artistas deben preparar un festival cultural en el estadio de béisbol de la UCV, en un plazo de tiempo razonablemente corto, con presencia de invitados internacionales (se me ocurre un Joan Manuel Serrat, por lo que significa). El movimiento tiene que tener canciones para unir a la gente.
10) El movimiento estudiantil debe preparar, dentro de la línea de la promoción de lo civil, actos que rescaten la memoria de nuestros próceres civiles. Homenajes a José María Vargas, Andrés Bello, José Gregorio Hernández entre otros. Debe proponer una lectura diferente de la historia oficial, desacralizar a Bolívar y reivindicar a Páez como el verdadero "padre de la Patria", recordándole a la gente que esto es Venezuela, que la Gran Colombia no era viable, que Bolívar tenía poca vocación democrática y que es hora de pensar en un país cívico y no militar. Por cierto, los derechos civiles y políticos antagonizan profundamente con lo militar, no olvidar nunca eso.

Martin Luther King (En la foto), para unos un fantasma, para otros un emblema. Disponible en www.mattfurey.com/mattfurey_uncensored/Martin...

viernes, 1 de junio de 2007

Duelo a pulso

SE LLAMABA MARÍA ANDREÍNA GÓMEZ GUEVARA, tenía 24 años, era tesista de sociología en la UCAB, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de esta misma universidad, y estaba próxima a graduarse. La versión oficial es que por 10 millones de bolívares, un par de sicarios la mataron ayer por la mañana cuando iba para la universidad.

Las declaraciones de sus padres son más que ilustrativas de cuan dramática es esta situación de guerra civil de baja intensidad: “quién responde por los cien mil muertos que llevamos, por los hogares desintegrados” (…) “La policía para eso es para lo que sirve, para reprimir estudiantes que protestan, pero para combatir el hampa no”

Es sospechosa la puntería del hampa, la eficiencia (¿o sería suerte?) de la policía al detener a los sicarios y absurda –por no decir rara- la especie del sicariato. No se niega como posibilidad, pero tampoco se puede dejar pasar por alto que si no fuera porque hay antecedentes de poca confiabilidad en las declaraciones oficiales y porque estamos donde estamos, pues la cosa sería más creíble. Es sospechosa esta muerte, porque parece un mensaje a García, como cuando la mafia manda a asesinar a alguien para decirle a una familia rival “cuidado con lo que hacen, los tenemos vigilados”. Y si ese fuera el caso, habría que presumir que los familiares de la víctima andaban en algo raro, pero las investigaciones no han llegado a este punto y además todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario: la justicia tiene que presumir la buena fe aunque la policía no tanto.

¿Error de puntería? Las protestas estudiantiles van a seguir, la opinión pública si no las avala y aplaude tampoco las critica -según Hinterlaces que está haciendo traking diarios el apoyo es superior al 75%- y definitivamente, la estrategia de protestar pacíficamente está dando resultados. Las declaraciones de Desiree Santos Amaral, enfatizando que “ellos (se supone que la oposición) andan buscando un muerto” dan otra vuelta de tuerca sobre el tema. Y la pregunta es ¿a quien le conviene un muerto en estos momentos, licenciada Santos? ¿Al Comando Nacional por la Resistencia o al gobierno? Porque a los estudiantes no, al país que protesta por libertad de expresión (a la cual se le van a ir sumando los demás reclamos por los derechos civiles), a éste no le sirve un muerto, aunque los violentos quieran sacarlo de entre sus filas.

Los mandones saben de estudiantes muertos en manifestaciones. A Yulimar Reyes la mataron el 27 de febrero de 1989, frente al Ateneo de Caracas, cuando salía de su trabajo en la Sala de Arte y Ensayo Margot Benacerraf; a Belinda Alvarez, estudiante de trabajo social (una plaquita en la entrada de la universidad todavía la recuerda) en el cruce de Puerta Tamanaco (y siembre se dijo que fue por una bala perdida de los encapuchados). Ellos pusieron, entonces, los muertos y buena parte de sus combatientes estuvieron siempre en tratos con la policía, ¿que de raro tenía entonces, que junto con los saqueos periódicos a camiones que luego incendiaban, los martes y los jueves, sacrificaran alguno que otro estudiante ante el altar de la revolución, para mantener caliente la calle?

Pese a lo que digan en declaraciones públicas, que yo entiendo están sazonadas con estrategia y conveniencia, este movimiento estudiantil no sólo sí es político, es profundamente político, más político que el gobierno que los mandones no han logrado hacer, porque hay política donde haya dos que dialoguen y tengan opiniones divergentes y se pongan de acuerdo, pues con dos nace una comunidad. Lo que no es, este movimiento, es partidista, y eso es lo que no les conviene ni a tirios ni a troyanos. Protestan pacíficamente porque no va a darle excusa a los mandones para consolidar la represión que le sería útil a sus fines: el control totalitario a partir de la excusa de poner orden. Y tampoco van a darles excusas a los otros, para tomar el atajo de la “dictablanda” (remenber Pinochet). Y esas supuestas “pruebas” (diríase pruebas de sonido, porque el audio es pésimo) que la Vicepresidenta de la Asamblea Nacional presentó ayer, de que la protesta estudiantil forma parte de un plan conspirativo, no son suficientes para justificar la represión. ¿A quién le esta hablando? ¿A los usufructuarios de los petrodólares en el extranjero? ¿A los chavistas que han resentido el endurecimiento de la línea y que no se han inscrito en el PSUV, y que ahora menos se inscribirán, pues para colmo de males, ya no tienen ni la Radio Rochela ni las novelas? ¿O estaba generando argumentos que esgrimir de cara a la marcha del sábado, ante los beneficiarios de las misiones, traídos en autobuses desde todo el país?

Duele mucho la muerte de Andreína, porque nos toca tragarnos la rabia y llevar a pulso nuestro dolor para seguir adelante, ocupando territorio y haciéndole a los mandones cuesta arriba la partida que juraban ya ganada. Ojalá que este duelo contenido sirva para sumar nuevas voluntades a este movimiento que, al reivindicar la protesta y la defensa de la libertad de expresión, muestra algo de eso bueno que somos, que seguimos siendo.