martes, 13 de abril de 2010

El pueblo digital


FRANELITA BLANCA, chaleco de pescador y gorra verde oliva, el infaltable pañuelito rojo y, menos mal, jean negro, o azul. 16 años, a los sumo 17, y así, vestidos (¿o será camuflajeados?) 75 estudiantes de liceo tiene a partir de ahora la histórica misión de infiltrarse en las redes sociales y confrontar con estencil y grafitti   los mensajes de los medios de comunicación, lo que los mandones llaman guerrilla comunicacional, que presumimos, tiene que ver con el blog del mismo nombre, ya colgado en el ciberespacio.


Y menos mal que eran jeans negros, porque si hubieran llevado pantaloncillos tipo bermuda, medias blancas y botas, serían idénticos a los pequeños uniformados de las juventudes hitlerianas, o a los pioneritos cubanos, referentes que no deben estar –por anacrónicos- en la idea original de este comando. De todas formas, como la infiltración es en redes digitales, el casting poco importa si se está a salvo tras el avatar adecuado, pues ya lo dice la ya vieja caricatura: “en Internet nadie sabe que eres un perro”
Juro que esta nueva ocurrencia roja rojita me haría reír a mandíbula batiente, si no fuera por la gravedad de las cosas que entraña. No sé si a los padres de esos menores de edad les hace gracia o les aterra; tampoco sé cuál va a ser la Defensoría de los Derechos del Niño y del Adolescente que oficiará a cual  Fiscal del Ministerio Público ante el hecho notorio y comunicacional de las violaciones, en un mismo acto, de la LOPNA, y de la Ley RESORTE, con la juramentación del comando de la guerrilla comunicacional. Sin mencionar la insistencia –hasta el hartazgo- del discurso belicista con el cual se intenta “setear” la agenda de los medios, urdiendo nuevamente la estrategia del doble discurso: la reivindicación del decreto 825 como política pública, formulada en días pasados (¿victoria de #todosenred?) y con ello la reafirmación de la prioridad que debe tener la Internet para el estado venezolano, como fuente de recursos culturales para el desarrollo de las comunidades y pocos días después, se asume a la web como un campo de guerra que amerita una guerrilla.

¿Internet un campo de batalla? ¿Qué pueden pensar de esta idea los usuarios de Internet que son públicos de misiones educativas? ¿Qué dirían los miembros de consejos comunales que usan la web para ayudar a organizar la comunidad? ¿Qué pueden pensar de esto los usuarios de twitter que reportan el tráfico todos los días? ¿Qué piensan de ello los críticos que quieren construir un socialismo deliberado y participativo y emplean a aporrea.org como espacio de discusión? ¿Qué piensan de ello quienes la consideran como el último reducto de la libertad de expresión?¿Que se está declarando como enemigos a todos los usuarios de la web, a todo el pueblo digital? Lo bueno es que hay un interesante cambio de óptica que revela cierta contención en las aspiraciones: a tan formidable “enemigo”  ya no se le puede mandar un ejército para aplastarlo, a duras penas se le manda una guerrilla para infiltrarlo: también el pensamiento militar tiene su idea de viralidad: hacerle la guerra a la web (cosa que ya habíamos señalado, está en su mente).


La caricatura es un clásico y sin alusiones animales. Está disponible en microsiervos