martes, 29 de junio de 2010

Recado para Díaz Rangel














ESTIMADO PROFESOR: Leí la nota Hoy es el día del periodista en su columna del diario Ultimas Noticias. Como en la buena escritura –y en la pretendidamente buena lectura, de lo escrito e incluso de la vida- hay cosas con las cuales se puede estar de acuerdo y otras con las cuales no, pues yo aprovecho mi espacio para intentar discriminar una cosa de la otra.

¿Pregunta usted si es necesario discutir en profundidad el periodismo, los medios, la ley y el gremio? Yo creo que sí, siempre, no sólo antes, durante o después de una campaña electoral dentro del gremio, ni antes, durante o después de la aprobación por parte de la Asamblea Nacional, de la reforma a la Ley del Ejercicio del Periodismo, ni antes, durante o después de las elecciones parlamentarias que renovarán la plantilla (también pudiera decirse nómina) legislativa. Digo esto para que quede claro que el hecho de que un grupo de colegas haya planteado la constituyente gremial hace dos años, no resarce el silencio en que por 12 años los actuales promotores de la constituyente se mantuvieron, cuando eran representantes gremiales: aun a pesar de la prohibición de elecciones gremiales y sindicales por disposición transitoria de la Constitución, hubieran podido convocar esta constituyente por la vía referendaria dentro del gremio y hubiera sido legítima, y productiva, además.

Tiene usted razón al mencionar esos tres problemas que necesariamente, nos llevan a no sólo a repensar el gremio, sino también la profesión: las transformaciones mundiales de la prensa y el surgimiento del “periodismo ciudadano”, los cambios políticos y sociales del país en la última década y la “crisis ética del periodismo venezolano”. Sobre este tercer coincido con usted, en que está vinculado con el segundo, pero quiero comentarlo, desmenuzado, colocando mi opinión entre paréntesis, dentro de su propia argumentación, la cual va resaltada en cursivas: La veracidad ya no es la norma fundamental de la ética de la profesión (agradezco no haya dicho objetividad, recuerde que usted enseñaba que ese término era y es “reaccionario”). Investigar para encontrarla, (sin acceso a las fuentes oficiales) verificar los datos obtenidos (sin acceso a las fuentes oficiales, sin que éstas respeten el derecho social a la información consagrado en la Constitución, sin poder judicial al cual acudir para hacer valer este derecho y además, atacado por el gobierno y el oficialismo por informar en beneficio de las ciudadanía, así sea sólo una parte, argumentando: “eso es una conspiración mediática”) y sólo entonces difundir información (lo que implicaría que a si se sigue a pie juntillas este aspecto del código de ética y no el de la defensa de la democracia, pues entonces, no habría periódico más completo, fidedigno, democrático y mejor hecho que el Granma, como antes lo fue el Pravda) no parecen presidir el ejercicio del reporterismo. Otros factores, empresariales, políticos y hasta gremiales, inciden para desvirtuarla (De acuerdo, siempre y cuando se hable de los factores políticos, se entienda dentro de ellos la hegemonía comunicacional, el uso de los medios del Estado como aparatos ideológicos al servicio de esta revolución y de su pensamiento único, ya que no se admiten ni críticas ni disidencias; y se reconozca que los medios estatales, en el contexto de la polarización presente, hacen tanta o más propaganda ideológica que los medios independientes, y que el argumento del golpismo está exageradamente manido, ¿o es que es necesario copiar de Cuba hasta las malas costumbres?) Si vamos a reflexionar sobre periodismo obligatoriamente tenemos que hablar, aquí y ahora, de la ética periodística (cómo no, incluso, yo diría más: que es necesario hablar de la ética del periodista cuando está en funciones de estado, ya que puede ser Vicepresidente de la República o de la Asamblea Nacional, pero eso no lo suspende del gremio: tiene deberes establecidos claramente en el Código de Ética; ¡pero es que además hay que hablar de la moral del periodista!).

Yo lamento, profesor, esas lides en que usted anda, desandando caminos a punta de Realpolitik

Los tres puntos, según su criterio, justifican la Constituyente Gremial. Y ahí es donde se produce mi mayor diferencia con usted, profesor Díaz Rangel. No estoy de acuerdo con convocar un instrumento no contemplado en la Ley del Ejercicio del Periodismo, aun teniendo como referente la convocatoria a la ANC. Recuérdelo, la máxima autoridad de decisión dentro del gremio es la Convención Nacional. ¿Introducirán el punto y lo someterán a deliberación y votación? Cualquiera puede hacerlo, yo mismo podría, ya que soy delegado. ¿Aceptarían un eventual rechazo a la propuesta de la Constituyente Gremial dada por la Convención Nacional? Posiblemente no, ya que presumen que hubo alta abstención y que eso hace ilegítima la convención. ¿Y a ustedes qué los legitima? ¿Los que no votaron, dejaron de hacerlo porque ustedes se lo pidieron? ¿Cómo sabemos que eso es verdad y no una abducción falaz? ¿Tienen evidencia empírica? ¿Tiene alguna otra legitimación que no sea el acuerdo ideológico con el Proceso?

Yo lamento, profesor, esas lides en que usted anda, desandando caminos a punta de Realpolitik. Pero al margen de eso, lamento que pregone usted la constituyente en vez del aggiornamiento institucional, porque así conviene a los fines de este corporativismo disfrazado de revolución que usted defiende, olvidándose que hubo una Praga en primavera, hubo un mayo francés y hubo un camino hacia un socialismo democrático.

Sí profesor, “es hazañosa la tarea de reunir dispares posiciones para debatir sobre temas de por sí controversiales”, pero decir no es hacer. ¿Por qué no deja a un lado los argumentos fáciles de la propaganda y acepta discutir estos asuntos de una manera constructiva para el gremio, sin asambleísmos de ninguna especie, sin emboscadas? Sé que en su historial hay hazañas –la huelga periodística del 21 de enero de 1958, preámbulo del 23 de enero- es una de ellas, de allí que no vea quién o qué se lo impide. ¿Será su paisano?

Su servidor

Profesor Carlos Delgado-Flores

martes, 15 de junio de 2010

La tarea recién comienza


QUERIDOS COLEGAS: cumplimos. El jueves 10 de junio tuvimos una nueva jornada electoral, donde afianzamos la vocación democrática de nuestro gremio de constructores de sentido común. A todos aquellos que votaron con nosotros, nuestra palabra de agradecimiento por habernos manifestado su confianza y apoyo, pero principalmente, por haber deliberado y considerado como posible, la existencia de una segunda opinión del modo en que deben hacerse las cosas en nuestra comunidad.
Esa segunda opinión va a prevalecer, la sostendremos dentro del gremio como grupo de expresión. Estaremos codo a codo velando por los intereses que nos reunieron, proseguiremos con la divulgación de estas ideas que ya son colectivas y velaremos porque la gestión que se inaugura, desempeñe sus tareas en espíritu de solidaridad gremial, con pleno cumplimiento de sus responsabilidades y con total transparencia como nos corresponde, como lo merecemos.
Concurrimos a estas elecciones con una aspiración de cambio que no se limitaba únicamente al control de la instancia de representación: eso es un medio, no un fin, y no obtener el triunfo pleno lo único que significa es que ensayaremos otras posibilidades de acción política democrática dentro de la corporación.  Velaremos  porque los intereses gremiales prevalezcan por encima de otras agendas y desarrollaremos actividades que ayuden a que las ideas que defendimos en la campaña –la defensa del derecho al trabajo, la solidarización del gremio, la vigilancia por la calidad de la producción de comunicación social y la cooperación con los otros gremios de la comunicación- crezcan y fructifiquen, para contribuir a renovar la conciencia de nuestro gremio y la eficacia del cumplimiento de nuestra responsabilidad con la ciudadanía democrática de nuestra República.
Somos un gremio que celebra la vida, de gente que aspira la trascendencia, como ya dijimos, un gremio de constructores de sentido común; aun nos toca construir el nuestro
Nos preocupa, no obstante, pese a la participación destacada por la comisión electoral, que aun es poca, lo cual apunta a que no parece haber plena conciencia dentro del gremio de los peligros que este corre en el marco de la polarización.  Ya es sabido que no apoyamos la constituyente gremial por el riesgo que ha representado, desde siempre, de que se imponga como pensamiento único por vía de la manipulación del quórum de elección, pero no negamos que el gremio requiere cambios importantes. ¿Es la convención nacional el escenario para esa discusión? No lo sé y a falta de respuesta, me atrevo a compartir esta pregunta.
Vivimos un tiempo bizarro: no habían transcurrido 24 horas de la elección y un periodista carabobeño –Francisco “Pancho” Pérez- recibió un auto de detención que le prohíbe ejercer su oficio, lo cual constituye un gravísimo precedente para todos los gremios profesionales del país, sólo superado en gravedad por la declaración de la locura de Franklin Brito por parte de la Fiscalía: el punto de partida del Gulag venezolano; luego, uno de nuestros  humoristas y cultores populares más importantes, Manuel Graterol Santander –Graterolacho- dejó de vivir con nosotros para habitar la memoria; y después Globovisión se quedó sin junta directiva articulada y a merced de una intervención estatal con los autos de detención de Zuloaga y Mezerhane. Mucho, es que ni a Jack Bauer le pasa tanto así.
Somos un gremio que celebra la vida, de gente que aspira la trascendencia, como ya dijimos, un gremio de constructores de sentido común; aun nos toca construir el nuestro, en medio de los peligros que la circunstancia histórica nos impone, que pueden agravarse por las ambiciones personales, los errores de procedimiento, los conflictos de intereses, la ceguera y la autocomplacencia, cosas que tenemos que evitar si queremos mantener el gremio unido, para salir airosos de esta prueba. En ello, y en mucho más, podrán contar con nosotros, porque la tarea apenas comienza.
SOMOS UN SOLO GREMIO

martes, 1 de junio de 2010

El Socialismo POLAR

HACE 17 AÑOS, alguien, que fue director de un periódico donde trabajé me dijo, cuando le llevé quejas de la redacción, que “el primer deber de un trabajador es defender su puesto de trabajo”. Después diré su nombre, pero adelanto, por ahora, que es un prócer de esta “Revolución”.

Él tenía razón. Eso es exactamente lo que están haciendo los trabajadores de Polar: defender su puesto de trabajo. ¿Eso los convierte en unos desclasados, unos alienados que defienden los intereses de la burguesía? Tal parece que el Presidente lo considera así. ¿Piensa lo mismo la gente? Las encuestas de opinión pública vienen mostrando rechazo consistente a los ataques al empresariado, pero lo que la gente manifiesta ¿qué es? ¿Apoyo a la burguesía? ¿Defensa del trabajo? ¿Ambos?

¿Cómo puede decirse de un estado que es socialista, si no defiende el derecho al trabajo y los que le son conexos (vida, seguridad, educación, libertad de reunión, libertad de empresa, libertad de expresión, etc.)?

Durante más de 60 años, cuando se dice justicia social en Venezuela, se quiere decir justicia en la distribución de la renta petrolera, porque aquí no ha habido economía de mercado, sino capitalismo de estado; aquí no ha habido una democracia liberal (aunque Carrera Damas diga que el Pacto de Punto Fijo dio lugar a una), sino un nacionalismo desarrollista operado alternativamente por civiles y por militares (ahorita lo operan los militares), pero democracia, democracia, todavía no la hay. 

A la redistribución se le suma que el siglo de violencia que fue el XIX, generó un país de madres solas, que gestaron un orden matrisocial el cual impidió la formación efectiva de la República. Al capitalismo rentístico del Estado se le suma una clase empresarial de pocas ambiciones, que prefirió medrar y no competir en la escala global. Avanzamos el siglo amarrados a la contingencia de los precios del petróleo y a una clase política que en lugar de apostar al cambio cultural, dando formación política a la ciudadanía desde los partidos, pero en la perspectiva de la sociedad civil, constituyó el clientelismo como forma de gestión. Esos polvos, ciertamente, hicieron estos lodos. El Estado actual es escenario del pugilato entre el nacionalismo desarrollista en versión militar (nasserismo, diría Aníbal Romero) y el fascismo de izquierda en versión cubana reeditada. 

Del clientelismo empresarial y político una honrosa excepción: Empresas Polar, no sólo productora de bienes de consumo masivo, sino generadora de bienes culturales, que son fuente de identidad; no sólo empleadora nacional, sino cogestora en los hogares de la formación del patrimonio familiar con el cual se financian los proyectos de vida de sus miembros, patrimonio formado justamente con el trabajo y el ahorro, fuente de independencia económica y de libertad política, porque al que trabaja nadie le está regalando nada: Polar produce, para el imaginario venezolano, la modernidad como una aspiración. 

Cuando los trabajadores de Polar defienden la empresa no sólo defienden su puesto de trabajo, sino su derecho a construir con el trabajo una vida digna, dimensión que desde el Estado se pierde de vista porque para la burocracia la persona es un sueldo que hay que pagar, cuando no una dádiva que reparten los comisarios políticos entre las filas de un pueblo ya no empobrecido en lo económico sino en lo moral. Los trabajadores de Polar defienden su modernidad como derecho a pensar por sí mismos y al hacerlo, le muestran al país con rostros concretos, lo que por lo menos los últimos 5 años de estudios de opinión pública le dicen al país: que hay una revalorización del papel del trabajo y del papel que las organizaciones intermedias del trabajo tienen, en la construcción de un centro democrático que movilice a los desafiliados políticos –que son la mayoría- para la construcción de una gobernabilidad de centro democrático. 

Yo sí creo que a este gobierno de burócratas, le ha salido al paso el fantasma del proletariado. Sí creo que es la hora del laborismo venezolano. Seguiremos hablando sobre este asunto, en el futuro no muy distante.

Ah, el de la frase es Germán Mundaraín, que hace 17 años era director del Semanario El Capital y consultor jurídico del Banco Internacional (Propiedad de Víctor Gill Ramírez), antaño militante de URD, luego defensor de Luis Miquilena en el caso Micabu, después titular de la Defensoría del Pueblo y actualmente representante venezolano ante Naciones Unidas en Ginebra, Suiza, donde está la sede de la OIT y donde seguramente le corresponde a él conocer la materia laboral a nombre del estado venezolano. Se le recuerda públicamente más por otra frase: “En Venezuela no hay presos políticos, hay políticos presos”, que alcanzó fama y celebridad. La foto de la página es del diario El Impulso