lunes, 8 de diciembre de 2008

Malos perdedores (tiempo de malandros)




HUBO UN TIEMPO –créanlo o no- en que el malandro tenía una utilidad social en el seno de sus comunidades. Allí donde hubo alguien que prefirió apelar a una figura de fuerza para imponer su voluntad a sus vecinos o para salvaguardar sus intereses del abuso ajeno, en vez de seguir los canales institucionales, so pretexto de su ineficiencia; allí, en ese tiempo, fue natural que se prefiriera al hijo de fulana que no tiene marido fijo y sí muchos hijos de diferentes padres, ese muchacho que desertó de la escuela después de repetir primer año dos veces, por no saber leer ni escribir, ni multiplicar, para encargarle fuera a pegarle un susto a los vecinos, y creyendo que eso que era bueno, después lo dejaron robar siempre que no fuera en el barrio, asumiéndolo como una especie de hombre fuerte al cual apelar como último recurso. Ese es el mismo malandro que después descubrió el negocio de la droga y que armó su bando (o su banda) para controlarlo en la zona, enfrentándose a tiros con sus enemigos –malandros como él- usando a la gente como escudos humanos; el mismo que desde hace diez años ejerce el control social de los barrios como comisario político del régimen: la caballería ligera de los motorizados a sueldo, de los sicarios, de los asaltantes, los secuestradores que de tiempo en tiempo delinquen para mandarnos el mensaje: “aquí mandamos nosotros”. Jefes políticos de una larga red de intenciones aviesas, cuyo centro no es otro que el lado más oscuro del poder. Nada que el padre Alejandro Moreno no relate con magistralidad, o que surja del extenso trabajo del Centro de Investigaciones Populares: Y salimos a matar gente, nada que no haya escrito Bertolt Brecht, en tres de sus más consagrados textos: la ópera de tres centavos, el círculo de tiza caucasiano y principalmente El ascenso prescindible de Arturo Ui.

Por ello, no extrañan los episodios de violencia política que se han sucedido al 23-N; no sorprende que hayan saqueado las alcaldías y gobernaciones antes de entregárselas a los mandatarios de oposición; no constituye novedad alguna –y sí una confesión de parte- el episodio de vandalismo de la sede de la Alcaldía Metropolitana, donde un grafiti delata con su crudeza, la actitud: “somos malos perdedores” (por cierto, ¿no era esta una gran victoria de la revolución?)

No extrañan, porque son malandradas, cierto, pero esta vez amparadas en dos genealogías del pensamiento político en nuestras tierras: el cesarismo democrático, fuente de los males de la delegación formal, de la excesiva credulidad en el liderazgo carismático, del populismo clientelista, del desarrollismo rentista y del fascismo, puro y duro; y la hegemonía revolucionaria que aquí no es más que un tiempo lento de demolición institucional, útil cleptocracia que sustituye tanto a la vanguardia revolucionaria como a la nomenklatura de la dictadura del proletariado, profunda falta de respeto al pueblo como sujeto colectivo.

Pero de todas esas manifestaciones de violencia simbólica, la peor es la enmienda constitucional. Sobre el modo en que ella aparece en este trayecto de la coyuntura veamos algunas cosas:

1. La utilidad del tema de la enmienda es predominantemente simbólica. Se trata de resignificar la derrota, de mantener copada la agenda tanto de la escena política como de los medios de comunicación y de producir suficiente ruido que distraiga a la colectividad de los impactos que la crisis económica global generará en nuestro patio, a corto plazo. Fuera de eso, uno se pregunta ¿qué sentido operativo tiene consultar la reelección inmediata cuando ni siquiera se ha llegado a la mitad del período constitucional? La enmienda luce como un episodio de la Guerra de IV generación, una bandera bajo la cual unir las huestes y puesto que era objetivo central de la reforma constitucional, ya que los otros objetivos se alcanzaron legalmente con el paquete habilitante de agosto 2008, no consolidarlos con la enmienda es someter a riesgo la continuidad del proceso, ante la eventualidad de que el Presidente no siga en el gobierno.

2. Nuestros medios de comunicación le harán la barba al Presidente en su objetivo, porque la base de sus agendas-setting es la noticia, lo cual las condena a la reactividad informativa o a la miseria propagandística. Mientras el Presidente y sus altisonantes declaraciones (o los actos de violencia institucional planificados) sigan dictando la pauta, seguiremos alimentando este vendaval. Pero peor que decir lo que pasa es no hacerlo. Gran dilema, ¿cómo cambiar el discurso de los medios? ¿Qué decirle a los venezolanos, sobre la realidad de este proceso? ¿Cómo hace la comunidad organizada para quitarse de encima a los malandros?

3. Aun no comprendemos el alcance de la comunicación de redes, ni entendemos que la unidad no puede ser sólo de comandos de campaña o de frentes amplios contra la reforma. Se le pide al movimiento estudiantil que tenga protagonismo nuevamente, de cara al referéndum por la enmienda constitucional y que los muchachos salgan a convencer a los nini, de ir a votar en contra, como lo hicieron el 2-D del 2007. Pero se desperdicia el potencial de los despolarizados, ante la ausencia de un proyecto nacional alternativo que pueda oponérsele a la hegemonía chavista, que los partidos no construyen porque creen que ellos pueden capitalizar el centro político, con base en liderazgos más o menos carismáticos o en resultados de gestión más o menos relevantes. No han aprendido las lecciones del pragmatismo político.

4. La enmienda puede perderse o puede ganarse. Sobre este particular, el análisis más frío se lo leí hoy lunes 8 de diciembre a Michael Penfold en el Últimas Noticias, cito: “Tomemos estos números (los del CNE) como ciertos por un instante y hagamos un ejercicio, con base en la votación de las elecciones regionales. El chavismo consiguió 5.541.942 votos, la oposición 4.342.109 y los disidentes 370.000. Si asumimos que 18% de los chavistas rechazaría la reelección (como lo indica un estudio reciente de Ecoanalítica, el mismo que señala 66% de rechazo a la reelección presidencial) entonces el oficialismo ganaría la enmienda con 4.544.392 votos, aún perdiendo parte de sus simpatizantes. Pero es evidente que si los votos disidentes se mueven para rechazar la enmienda, entonces sería derrotado por tan sólo 167.717 votos.” Vale decir que los radicales no son los únicos malos perdedores de esta partida: ¿quién le garantiza al Presidente que estos muertos políticos no gozan de buena salud? Por otra parte, ¿son nini los disidentes?

5. Hasta ahora, los nini han ensayado dos soluciones alternativas al dilema del prisionero que plantea la polarización: el 2-D se abstuvieron en masa, el 23-N una parte de ellos hizo voto cruzado, mientras la otra se abstuvo. Quienes no votaron fueron más en las zonas rurales, con lo cual esta parece abstención estructural. Ahora bien, ¿qué pasaría si los nini tuvieran una identidad política y participaran como una fuerza política en medio de la polarización? ¿Decidirían? ¿Y qué decidirían, si tuvieran agenda propia? Urge un nuevo proyecto de país, que resuelva la (dis)continuidad histórica del proyecto nacional que este momento presenta, más allá de esta nueva cita electoral.

6. Finalmente, la enmienda vuelve a levantar los fantasmas del imaginario colectivo venezolano. Manuel Caballero, Elias Pino Irurrieta, Simón Alberto Consalvi y más recientemente el Dr. Jesús María Casal han estado invocando la razón histórica para advertirnos, en esta etapa, que uno de los detonantes de la guerra federal fue el intento de reforma de la constitución por parte de José Tadeo Monagas para perpetuarse en el poder, en 1857. Pompeyo Márquez aconseja retomar la bandera popular de entonces, válida aun hoy, para escarnio de nuestra condición de pueblo (no puede ser que una consigna tenga vigencia 150 años después, pero así son las cosas): “abajo el continuismo, viva la legalidad”. Y uno se pregunta, ya que este tiempo sirve para revisar nuestra mitología institucional, ¿por qué no hacer buenas nuestras intenciones y refundarnos, desde la civilidad, desde un liderazgo con vocación magisterial? Ellos baten tambores de guerra, son pocos y están bien armados, pero nosotros somos más, tenemos que ponernos de acuerdo.

Esta versión de Bandera tricolor, canción tradicional de la guerra federal, fue grabada por tambor urbano. Aquí la pongo, como muestra de que aun desde el atavismo, es posible cambiarle el significado a las cosas, para construir con ellas la esperanza ¡Que suene por todas partes!

lunes, 24 de noviembre de 2008

El día después


AL DÍA SIGUIENTE pudimos celebrar: el gobierno, por haber obtenido la mayoría de las gobernaciones y alcaldías, aunque perdiera control político sobre un tercio de la población nacional (¿cómo llamamos a esta victoria, pírrica o de mierda?). La oposición, por haber ganado el control de los estados más poblados y por haber. Los nini, porque pudieron decidir ajustados a sus expectativas, dejando de pasar en este dominó y colocando un cuadre de seis a favor, con cuatro piezas (incluida la cochina) Y el país, porque no hubo tanques, ni muertos políticos, aunque la isla borracha tendrá nuevos inquilinos, igualmente el MOCHA (Movimiento de Olvidados de Chávez). Dulce de lechoza a discreción, para el hartazgo momentáneo, frente a un año próximo preñado de incertidumbres.
Algunas de las cosas que habíamos analizado en la víspera de este día largo, parecen haber resultado ciertas, pero por ahora declinaré el dulce de la victoria, intentaré analizar nuevos hechos, sobre la marcha y para ello abusaré de la indulgencia del lector.

Hay perdedores (siempre los hay): los disidentes. Es como si el Presidente teniendo que decidir sobre lo que le hacía más daño, si una victoria de la oposición o el surgimiento del chavismo sin Chávez, hubiera optado por la cura del cauterio, para cerrar filas en su opción. Ojo, esto no quiere decir haya habido negociación, pero tampoco niega la posibilidad, por lo menos no teóricamente. Ya vendrán las purgas, los Tascones, multiplicados, y para Patria Para Todos y el Partido Comunista de Venezuela, la hora de las definiciones, Para Podemos, tener que revisar si realmente le están llegando a quienes le tienen que llegar, porque también a ellos los tocó el hierro candente; La efectividad de la cura la veremos, sobre todo en un año signado por la crisis económica. Y sobre todo, cabe la pregunta: ¿qué esperan los electores de los estados donde perdió la disidencia, de sus nuevos gobiernos regionales? ¿Qué implicaciones tienen estos resultados para la gobernabilidad de Barinas, Portuguesa, Guárico, Sucre o Trujillo? ¿Qué significado tienen estos estados para este nuevo mapa político nacional? Me atrevo desde ya a aventurar una hipótesis: son zonas de transición, de lo rural a lo urbano, con todo lo que esto implica para el imaginario social.

Hay aprendizajes, o por lo menos, oportunidad para tenerlos. Los estados en los cuales gana la oposición, son los más poblados y más urbanizados del país. Zonas de conflicto, donde –hemos venido sosteniendo- ha crecido un electorado despolarizado, con aptitudes para la elección racional. Este electorado, que en alguna nomenclatura se conoce como “chavismo esperanzado”, o está perdiendo la esperanza o se corresponde con otra denominación, y a partir de dos comicios sucesivos, pareciera estar perdiendo el miedo a decidir con base en una estructura de toma de decisiones diferente a la que ha construido la cultura política tradicional. Hacia ellos tendrán que enfocarse en lo sucesivo, los esfuerzos de los sectores políticos, así como que es de ellos de donde deberá surgir una tercera opción política, como síntesis dialéctica del conflicto histórico presente.

Hay oportunidad para construir una alternativa, puesto que parecen reducirse las oportunidades del gobierno para instituir su proyecto político por la vía de la hegemonía: no se puede avanzar mientras no haya orden en las tropas, y eso ellos lo saben. Queda de los gobiernos de oposición, que desarrollen excelentes gobiernos que le den legitimidad a la construcción de una opción diferente al socialismo del siglo XXI, que no pueda estar invalidada por la argucia retórica de los “40 años de democracia puntofijista, representativa, de las oligarquías”. Queda del empresariado nacional –el que queda- asumir el riesgo de invertir en el desarrollo de estos estados, por la vía de la Responsabilidad Social Empresarial, cosa urgente, por demás, dados los escenarios económicos para 2009

Quedan incógnitas. La más inmediata, para Podemos, PPT, el PCV y los disidentes chavistas, en el seno de la Asamblea Nacional, es ¿qué van a hacer? ¿Con que bando se van a alinear? Chávez les quitó la opción de una coexistencia, ¿La oposición tenderá puentes para el dialogo? ¿No es ya hora de recuperar la función contralora de la Asamblea Nacional, que haya un cambio de directrices y de dirigentes?
Son puntos de análisis que, espero, irán nutriendo el espacio de la deliberación política. Como dije, el 23-N fue un largo día, pero ya vienen otros, más temprano que tarde. Hay que ponerse a trabajar.

El 23-N fue además una nueva experiencia para las redes digitales. De ello pueden dar fe el universal.com, y la cadena de emisoras de radio de Fe y Alegría (RIN Fe y Alegría) que en el transcurso de la experiencia enlazaron con no suma cero y con noticiero de paz, para acceder a la cobertura en tiempo real, vía twitter, que una comunidad de bloggers formó en el corazón de la contienda. A ellos se debe el slideflickr que ilustra esta entrada, al cual puede accederse por http://www.rin-feyalegria.net/index.php?option=com_content&view=article&id=303:votantes-fotografiados&catid=68:elector-2008&Itemid=146.
Mil gracias a Iria, a Luis Carlos y a los demás ingredientes de la sopa, ¡les quedó muy buena!

sábado, 22 de noviembre de 2008

La víspera de un día largo

ESCRIBO EN LA VÍSPERA, intentando hacer un ejercicio de raciocinio con mis (las) expectativas, consciente de que “deseos no empreñan”, pero conteste también, del postulado de William Blake: quien desea y no obra engendra la peste. Pienso en los comicios de este domingo y me atrevo a aventurar un análisis de cómo vamos para la cita y desde ya advierto a lector que no lanzaré una predicción, porque no es mi intención competir en el mercado de astrólogos y pitonisos que sin duda lo hacen mucho mejor que yo, que apenas intento comprender, persuadido de que es necesario comprender para poder explicar y no al revés.

Hay muchas maneras de ver estas elecciones regionales, pero señalo dos, por antagónicas: una, la que las concibe como la sexta elección regional desde que éstas se realizan (1989), matizada por la irremediable connotación bélica, y la otra como el episodio siguiente al 2-D.

¿Dónde radica la diferencia? Si el 23-N se mira como una elección regional, considerando el comportamiento histórico del electorado en esas elecciones, se consiguen unas constantes:

  • Abstención media (mayor en los electores jóvenes)
  • Voto sectorizado en clases sociales
  • Alto nivel de clientelismo en la elección
  • Alto nivel de voto castigo
  • Alto nivel de economía de la decisión (es decir: comprobada presencia de la espiral de silencio)
  • Alta dependencia de la maquinaria electoral y de los operativos para movilización de electores, durante los comicios

Pero si se considera como el siguiente episodio al 2-D, puede que el juego tenga otras características:

  • Presencia de deliberación –no institucionalizada- de las opciones en el seno de comunidades de electores (¿alguien las ha registrado?)
  • Procesos de elección racional, que pueden expresarse en dos tipos de fenómeno: alta abstención en alguno de los bandos y voto cruzado de uno a otro bando de la polarización (lo que habla de un electorado que participa desde fuera de la polarización).
  • Participación creciente del electorado joven
  • Electorado que se mueve fuera de las maquinarias partidistas
  • Un factor crucial, de cara a la figura del Presidente: la disociación entre popularidad y confianza. En enero la confianza cayó a 37% y no se ha recuperado, mientras que la popularidad, que llegó a estar en 28%, hoy está en 52%, según investigaciones de Datanalisis. Y allí cabe preguntar, si alguien es popular pero no inspira confianza, ¿por qué es popular? ¿Qué tan cierta es esa popularidad? Y en el caso del Presidente, ¿hasta dónde plebiscitar la elección regional implica insertar su popularidad a la cuenta doméstica del elector? ¿Qué haría un elector racional?

Yo sí creo que esta elección es un segundo momento de cambio en la cultura política del venezolano, sin temor a equivocarme, pero sin negar tampoco esa posibilidad.

Creo que tirios y troyanos dejaron fuera de la ecuación del 23-N al elector racional, despolarizado, que va a votar y no tiene que hacerlo necesariamente por Chávez o por la oposición, sino por el candidato que considere adecuado a sus expectativas como elector. Y en un escenario de polarización, donde la abstención del 2-D mostró seguir patrones que describen un comportamiento de elección racional, no hay en principio factores que nieguen esta posibilidad; claro, tampoco hay suficientes datos que refuercen esta conjetura: no hubo mediciones porque los clientes de las empresas de investigación de opinión pública, no pidieron estos estudios, no los creyeron necesarios, instalados, como los están, en su modo de ver las cosas.

Pero más allá del punto de vista de las cosas, me preocupa el diferencial que hay en los criterios de diseño muestral de una a otra empresa, lo cual hace imposible sostener la promesa de un “nivel de confiabilidad del 95% o un margen de error máximo admitido de 2 ó 3%”. Trabajar con los indicadores del INE es fraudulento, porque estos lo son, pero sobreestimar la variable “ingreso familiar” también conduce al sesgo, y no ha habido manera de llegar a un consenso entre estadísticos, porque también en ellos pesa la polarización ¡Por favor, un poco más de profesionalismo!

Creo, además, que ya hay suficiente evidencia empírica de que una porción cada vez mayor del electorado se está despolarizando, independientemente de la bondad o no de la denominación usada para describir la desafiliación de esta población. Los nini no son gratos a ninguna de las partes, claro está, porque suponen pérdida de capital político para cada una; y creo que a estas alturas revelan la falta de liderazgo de las partes en conflicto, al punto de que la abstención comienza a operar como un factor político, antes que como un mero salirse del juego.

Este 23-N –creo yo- serán los nini los que decidan. Del resultado surgirá un nuevo mapa político con múltiples implicaciones para todas las partes: la oposición no sólo mantendrá sus gobernaciones y alcaldías, sino que ganará algunas otras. Pero más importante que eso es que a partir de esta fecha surgirá, con plena legitimidad política, el chavismo sin Chávez, ya no como un fantasma arrojadizo a modo de sospecha, o como una acusación contra la “derecha endógena” (Tascón dixit), sino como un alter ego que amenaza con romper la identificación del liderazgo del presidente con su militancia, porque el chavismo sin Chávez implica, entre otras cosas, su mitificación, la posibilidad de un después sin su figura y la apertura de una contradicción que más tarde o más temprano exigirá clarificaciones ideológicas en ese bando, diferentes, en sentido y en alcance, a la mera purga institucional.

La emergencia de los nini como fuerza electoral depende de una nueva agenda política que está por hacer, que por causa de la misma polarización debe terciar por un camino medio y cuyo momento se abrirá a partir del 23-N, por defecto, independientemente de los resultados. La ruta a seguir se obliga deliberativa, lo cual es bueno, ya que los próximos comicios sucesivos son parlamentarios (Concejos Municipales y Asamblea Nacional). Y su trazo viene definido por la organización en redes sociales, con mayor o menos uso de la tecnología y las cuales veremos operando nuevamente este domingo.

Será un día largo, no sólo por lo mucho que nos va a costar votar en condiciones adversas de tiempo, de clima, de diseño del proceso, de tensión entre las partes y de violencia, especialmente la ejercida por los partidarios del oficialismo, instados por el propio presidente de la República. Pero este día largo, signará los que vienen. De todos depende que en el futuro lo celebremos, o lo conmemoremos, en nuestras canciones de gesta.

La imagen no es un arrebato de creatividad, pero ilustra.

Es tomada de http://www.geocities.com/edgardoponce_d/img/amanecer.jpg

jueves, 21 de agosto de 2008

Un mal chiste

QUE DURA ES esta época que enfrenta a maestros y discípulos por el modo de ver las cosas. Ayer era Patricia Poleo reclamándole a su “comadre” Desireé Santos Amaral la falta de sindéresis a la hora de protestar en Montevideo la gestión de Leopoldo López de denunciar las inhabilitaciones políticas ante el Parlamento del Mercosur, que en nada se parece a sus actuaciones históricas como dirigente gremial, periodista comprometida con las libertades públicas (la política es una de ellas, claro). Hoy es Earle Herrera rescatando de la memoria la Asociación Venezolana de Periodistas para oponerla como imagen a la nueva directiva del Colegio Nacional de Periodistas, que tomó el control del gremio de las manos de quienes por doce años hicieron hasta lo imposible por mantenerlo cerrado, porque así convenía al régimen. Pero es que ayer también fue Eleazar Díaz Rangel, quien no por casualidad fue Secretario de Organización del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa y tuvo una importante participación en la huelga de la prensa del 21 de enero de 1958, detonante de la caída de la dictadura de Pérez Jiménez, y hoy le hace prensa partisana a otro autócrata, avalando cosas que en el pasado no hubiera dejado de denunciar, o peor que eso, callando con complicidad.


Los tres fueron referentes de muchos de quienes egresamos de las aulas de la escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela. Referentes que hoy están desdibujados, que sucumbieron en nombre de la militancia a su propia condición de intelectuales, ciudadanos de una república que ayudaron a hacer y que hoy patean en nombre de una utopía que –creo yo- les cuesta mucho defender.

Para el discurso que ellos se comprometieron a construir, el problema de las leyes aprobadas con el gacetazo es que afectan los intereses de la “oligarquía” enemiga, por eso son buenas, porque todo lo que se haga en contra de los empresarios venezolanos es bueno para el pueblo, que unido a su gobierno, hallará la felicidad en un socialismo tropicalizado, mixturado con trazas de una identidad nacional estereotipada, manida, útil para barnizar de legitimidad el pragmatismo de un régimen en extremo sospechoso de fascismo. Ellos saben que es un argumento de lo más pueril, a menos que la felicidad sea sin libertad para el pueblo, pero a quien le importa, si ya forman parte de la nueva nomenklatura, ya son funcionarios, disfrutan de todas las prebendas y canongías. No son como nosotros, asalariados que vivimos de nuestro trabajo y que por ser el periodismo un oficio moderno y estar ellos inmersos en un proceso negador de la modernidad y por estar obligados, nosotros, los periodistas, el gremio, en lo deontológico y en lo moral a defender las libertades democráticas, la institucionalidad (de la que formamos parte, para bien o para mal, gracias a la ley del ejercicio del periodismo y a la sentencia 1492 del Tribunal Supremo de Justicia) y la dignidad personal y profesional, en el contexto de una democracia liberal burguesa, pues es por lo que practicamos esa alienación positiva que recomendaba Jesús Sanoja Hernández (¿les suena? ¿lo recuerdan?) y la reivindicamos frente al argumento de Earle de que Nos convertimos en un gremio que se quedó a espaldas de los cambios en el terreno político e informativo. La existencia de colectivos es necesaria para la lucha. Esta institución se convirtió en propiedad de quienes decidieron adueñarse del colegio y están casi apatronados por los medios privados, lo que desdice de la lucha gremial.

No Earle, el problema gremial no es el mero reivindicacionismo: por haberlo concebido así fue que se apagó la llama que ustedes mismos encendieron, hace tantos años. Ustedes permitieron que un aprendiz de brujo desnaturalizara el concepto gramsciano de hegemonía, que es de la superestructura, que alude el predominio de las ideas de la clase trabajadora (en nuestro caso de país y de nuestro oficio, las ideas comunes de nuestros lectores y nuestras audiencias) y lo usara para disimular una avanzada revolucionaria de concepción troskista, que a su vez encubre un pragmatismo fascistoide, porque apelar a la soberanía de modo tan poco reglamentado, diseñar un gobierno militar-cívico, nacionalista (con un desarrollo “endógeno” dependiente en más del 90% de las importaciones), imponer el apartheid político y cambiar de signo la exclusión triangulando permanentemente la acción política, no es un proyecto democrático, son prácticas de un socialismo real con el que se produjo una ruptura en el año 68 ¿lo recuerdan? ¿Recuerdan el informe Krushev? ¿Recuerdan la primavera de Praga? ¿recuerdan cómo fue que surgió el eurocomunismo, por qué fue que se fundó el MAS en Venezuela?

Si a ver vamos, nosotros estamos haciendo exactamente lo que ustedes nos enseñaron, en las aulas de clase, en los espacios de construcción de ciudadanía, en el ejercicio de la profesión. Y es claro que para una avanzada revolucionaria, somos enemigos porque la democracia es enemiga. Lo malo es que esta cosa que ustedes llaman revolución les ha costado la conciencia: suicidas en primavera, en nombre de una militancia ¿Quién lo hubiera dicho? Es un mal chiste, sin duda.

Los dejo con una cita de Trincheras de papel, el periodismo venezolano del siglo XX en la voz de doce protagonistas, una coedición UCAB-El nacional, que tuve el honor de coordinar:

“Desde 1936 y hasta hoy, no son pocas las veces en que nuestros periodistas han suscrito opiniones partidarias, o se han involucrado en proyectos políticos de diferente signo, bajo modalidades diversas, dentro o fuera del ámbito consagrado por el oficio. Algunos desde el periodismo, suscribieron la democracia representativa como espacio político alternativo a la república censitaria y a ésta como agente de un proyecto político policlasista, nacionalista y modernizador y la incluyeron con referencia ineludible a la hora de valorar la información de las fuentes, de cara a la opinión pública. Otros suscribieron el socialismo revolucionario y la insurrección amada contra el imperialismo que hegemoniza el orbe. Otros denunciaron los vicios totalitarios de la dictadura del proletariado y abogaron por reenfocar la democracia en función del interés que ésta debe tener por la construcción de una sociedad socialista y democrática, o liberal solidaria de inspiración cristiana. Otros se dedicaron a dar sustento al liberalismo como eje de la construcción de un nuevo orden republicano, basados en un modelo económico que se aspira moderno y globalizado. Otros abogaron por el surgimiento de un nuevo orden civilizatorio que oponer a la modernidad y a la globalización. Pero todos ellos, en suma, desarrollaron sus proyectos de vida y sus trayectorias profesionales, en el marco que sus ideas suscribieron, las cuales, en algunos casos, los llevaron del periodismo a la actividad política y en otros en sentido contrario, construyendo trincheras de papel.” (…)

Antonio Gramsci (1891 - 1937) dejó numerosas nociones para la filosofía e incluso la sociología política, pero una de ellas (más afortunada, claro está, que la de hegemonía) nos define como profesionales: la del intelectual orgánico. Y así como Platón no quería a los poetas en su República, las dictaduras no quieren a los intelectuales, lo cual dicho sea de paso, es todo un honor. (la foto es de www.antroposmoderno.com)

miércoles, 2 de julio de 2008

La lección de Fernando Gómez

NO TENGO NADA contra algún oficio o profesión, salvo el intercambio de funciones, de unos por otros, que por la confusión que generan, no dejarán de acarrear males en las gentes. Claro, un matiz de esto, hecho con inteligencia, nos dará estupendos textos de comedia de las equivocaciones (un tal Moliere y su médico a palos, un tal Shakespeare en no pocos momentos de su obra). Pero otro matiz de esto, hecho con motivos inconfesables, nos darán a un veterinario como ministro de cultura.

¿Pero de qué nos alarmamos? Jorge Luis Borges fue sacado de la Biblioteca donde trabajaba con el encargo de ser inspector de mercados, pollos y verduras, durante el gobierno de Juan Domingo Perón. Que un veterinario teorice sobre el hombre nuevo como "el triunfo del colectivismo sobre el individualismo" nos va dando pistas de que su visión de la revolución avanza entre lo bucólico y lo silvestre: nada mal, considerando que la culpa es de la vaca.

¿De qué nos alarmamos? Joaquín Crespo, el Taita tenía a Telmo Romero, curandero, como director de un hospital psiquiátrico. En 1894 se rumoró que lo designaría rector de la Universidad de Caracas y quizás hubiese sido así, si en su decisión no se hubiera interpuesto su deceso. Que tengamos casta de improvisados, que nuestras historias de la administración pública estén llenas de "curiosos", antes que de especialistas, pues eso, insisto, no entraña novedad. ¿Le dice algo a los médicos, que el ministro de salud es un militar, ni siquiera un médico asimilado?

Lo que sí parece novedoso -o por lo menos ya parecía algo olvidado- es la práctica de la igualación por debajo, la de quebrar la dignidad profesional, la de colectivizar el interés y el premio, la de volverlo todo masa. Es como si en esta guerra de cuarta generación, se cambia la muerte física por muerte moral, pero a una escala que tiene dimensiones de limpieza étnica, aunque simbólica. El nuevo titular del Ministerio de Cultura es episódico, en este contexto: una muestra más del desprecio que esta administración profesa con fervor, por este sector de la vida nacional, sólo parangonable con el desprecio que este gobierno tiene por la vida en todas sus manifestaciones.

De allí que las palabras del maestro Fernando Gómez, en la celebración del día nacional del teatro, el pasado sábado 28 de junio, tengan tanta resonancia. Las transcribo en su materialidad y les cedo espacio -y con ellas los dejaré- no sin antes señalarles que esta hora nacional es la hora de quieres intenten reconstruir la institucionalidad, deshecha por tanta barbarie, y los gremios tienen mucho que hacer en este cometido. Lo que pasó con el Colegio Nacional de Periodistas tiene que ser una clarinada para los demás gremios de este país, y muy especialmente para el sector cultura, adormecido, adocenado y mancillado por un gobierno que se ha cansado de nombrar comisarios políticos para sojuzgar la libre creación, que ha invertido ingentes recursos en producir un realismo propio con el cual instaurar el mal gusto como política estética; que ha negado la vocación de modernidad del arte venezolano en todas sus manifestaciones, y ha establecido el atavismo, la revisión -y reescritura- de la historia como modus operandi de una operación mafiosa a gran escala. No sólo es El ascenso prescindible de Arturo Ui (Brecht) es que ha habido Rebelión en la granja (Orwell) y mandan los cerdos. Algo tienen que hacer los hombres y mujeres de los museos, los teatros y las bibliotecas por recuperar su dignidad. Y ese algo pasa por reivindicar su derecho a la organización sindical y gremial, conculcado por las prácticas del anterior ministro, el arquitecto, y mal defendido por un grupo de funcionarios que creyó en la cogestión, que quizás haya sido sorprendido en su buena fe, pero como dice la conseja, "quien inocentemente peca, inocentemente se condena". Hora de buscar representantes que tengan más habilidad política y más sentido del honor.

Los dejo con las sabias palabras del maestro Fernando Gómez.

DISCURSO DEL MAESTRO FERNANDO GÓMEZ, PREMIO NACIONAL DE TEATRO 1987, CON MOTIVO DE LA ENTREGA DE LA PRIMERA EDICIÓN DEL PREMIO DE LA FUNDACIÓN FERNANDO GÓMEZ el día sábado, 28 de Junio de 2008, Día Nacional del Teatro.

Señoras y señores. Jóvenes todos. Estamos celebrando hoy, el anual día nacional del teatro venezolano. Se me ha encomendado, muy deferentemente, aprovechar este sagrado momento, para hacer entrega de los dos premios que la Fundación Fernando Gómez ha concedido en esta, su ocasión inicial. El veredicto rendido por la junta directiva asignó dicho galardón en forma dual a las eminentes figuras de nuestro quehacer escénico, Kiddio España y Gonzalo J. Camacho. Los enormes méritos de ambos, serán dictados en la exposición de motivos que con la lectura del veredicto se darán a conocer.

Me cabe el privilegio, por mis años, de haber convivido desde 1940 las dos interesantes etapas de nuestra historia teatral hasta los días actuales, alcanzando la innegable conclusión que nos muestra la evidencia del progreso alcanzado, aunque ciertas carencias persisten. Para hoy, existe un público multitudinario, pero carencial en cierto sentido. Se han creado numerosos grupos de carácter institucional, algunos excelentes; salas nuevas, aunque la necesidad de un mayor número persiste; aparición de magníficos directores y productores de probada calidad y validez. Las escuelas, donde impartir un buen conocimiento teórico y mejor implemento ético de la profesión. Producción de buenos espectáculos, aunque en determinados casos prepondera la degeneración comercial, lo cual induce, por reflejo condicionado, a la prepotencia del factor material por sobre lo artístico. Esto, con la inevitable consecuencia, de fomentar una crisis en aquella hermosa mística de los viejos tiempos. Un muestrario específico lo constituyen ciertos casos que han exhibido total y reciente resonancia negativa en el ambiente.

Con todo, siempre disfrutamos el goce que nos proporciona esa agradable concurrencia de seres que puestos de acuerdo, intervienen en la hermosa aventura de crear ese mundo que pulula dentro de un recinto al que potencialmente se le ha suprimido su cuarta pared.

Ahora bien, Señoras y Señores. Jóvenes todos.

Los incontables incidentes políticos ocurridos durante estos últimos diez años de nuestra historia, de nuestras vidas, de nuestros destinos, deben y tienen que constituir un constante acicate para recordar y reconstruir, a cada instante, todas y cada una de las insensateces y baladronadas que este régimen nos ha endilgado. Desde el ya famoso "Por ahora", pasando por los "Mea Culpa" con manipulación de crucifijos, llegando al maligno y anarquizante decreto recientemente firmado, publicado en Gaceta Oficial y luego revocado por circunstancias super conocidas. Las teatrales rectificaciones falsas; el asalto voraz, desmedido y hamponil a los dineros del pueblo; el desprecio por la salud y seguridad pública, abandonado el pueblo a su propio dolor y temor; la rebatiña con el tesoro nacional a los múltiples escogidos postores, entre otras tantas, de igual o peor calaña, son las que debemos mantener siempre en la memoria, sin olvidarlas jamás.

Al mismo tiempo, en lo que respecta al movimiento encausado en los que manejan la oposición: es imperativo abandonar las ambigüedades, las ligerezas, el personalismo, el egoísmo, el triunfalismo a ultranza y demás nimiedades. Hay que eliminar ese pasivo estado contemplativo expectante que constituye un suicidio colectivo. Ha llegado el momento de llamar las cosas por sus propios nombres y apellidos. Esa apolillada exhuberancia de escrúpulos, agarrota. Los considerandos melindrosos tipo "No es el momento adecuado", "No es el propósito de esta reunión", "Se debe emplear el lenguaje analítico necesario", paralizan y, en cierta medida, le traducen al gobierno que la táctica impositiva del miedo y el terror, mediante la amenaza de las bayonetas, ha surtido buen efecto.

Por eso, y por otras consideraciones, sin mancillar los nobles moldes de la decencia, voy a tratar, en la medida de mis posibilidades, de evidenciar lo que está ocurriendo en contra de nuestra cultura, en contra de nuestro teatro, contra todas las artes, contra todos los hombres y mujeres que gestan y luchan en ellos, contra nuestra Venezuela, en fin, víctimas todos de los constantes golpes salvajes de autoridad.

Bien sabemos que históricamente el proceso cultural en nuestro país nunca ha sido estructurado y conducido en forma sistemática y especialmente concebido por parte de todos los gobiernos. Esta es una innegable realidad. Pero también es una innegable realidad, el que nunca, jamás, ningún gobierno del pasado, ha esgrimido esa amenazante y criminal espada de Damocles, tan retrógada, como la que actualmente se esgrime en contra de la cultura.

Por eso, considero mi deber como hombre de teatro, como ser pensante y ejecutante, respaldado y autorizado por mis 92 años, el exigir y reiterar, especialmente a los jóvenes, y a toda Venezuela, el no cejar ni ceder ni conceder ningún atisbo de credibilidad a este ente político, que cuando ensaya cualquiera de sus rectificaciones a sus múltiples e incontables crasos errores, sólo lo hace en persecución de ganar el tiempo que necesita para continuar maniobrando en sus siniestros propósitos, conduciéndonos al abismo con su canto de sirenas.

Este homenaje que hoy estamos rindiendo a nuestro amado teatro en su día nacional, es una respuesta concreta con lo que sentimos, ya que estamos totalmente convencidos, con el respaldo de todos los que me oyen, que el teatro constituye el centro de convergencia de todas las demás manifestaciones artísticas de la cultura: la literatura, con sus geniales cultores de la infinita dramaturgia; las artes plásticas, con sus notables realizadores escenográficos y vestuaristas; la música, con su total e imprescindible apoyo; el ballet, la danza, la ópera, todos obvios en su mención, tienen y tendrán, por siempre, sede propia, en el proscenio de un teatro.

Por consiguiente, todos los riesgos que cualquiera de esas inclinaciones culturales sufra, ha de sufrirlas el teatro, al que, en su día, debemos ofrendarle su defensa y protección, en todo momento, contra cualquier agresión o ataque, porque, debo repetirlo, cuando la cultura de los pueblos es mancillada o maltratada, consecuencialmente el teatro es la primera víctima. Harto sabido es que la cultura es el alimento espiritual de los pueblos. Entonces, nada más adecuado es que ese alimento sea suprimido por este movimiento político hambreador.

Una buena nueva nos enteró hace pocos días de la remoción de su cargo al ministro de cultura. Buena por el hecho en sí, pero desasistida de mayor optimismo por nuestra opinión. Inicialmente habíamos planificado exigir al nuevo titular adecuarse a las aspiraciones que mantenemos los que soñamos con la aplicación de prácticas democráticas en su despliegue ministerial. Pero el gozo se nos fue al pozo. Las declaraciones rendidas en sus oportunidad, como lo transcribe el diario "El Nacional", de fecha 20 de Junio del presente año, son totalmente decepcionantes. La jerigonza repetitiva del decálogo revolucionario socialista no se hizo esperar. Entre otras la siguiente: "El rumbo socialista supone que el pueblo tome el poder y que haga un trabajo donde el colectivismo se imponga sobre el individualismo".

Para el criterio revolucionario concluimos en que el "colectivo" estaría representado por ellos y el "individualismo" por nosotros.
No hay que hacer esperar la resonancia de nuestra respuesta: todos de pie, en defensa de nuestra cultura, en defensa de nuestro teatro. En definitiva, en defensa de nuestra colectividad que está formada de magníficas individualidades.

Fernando Gómez.
Caracas, Venezuela.
Sábado 28 de Junio, 2008.
Fotografías:

jueves, 19 de junio de 2008

El fin del silencio

HOY ES DÍA de votaciones en el Colegio Nacional de Periodistas. Hace diez años que no se hacían y en este tiempo la no renovación de las autoridades del gremio permitió que el silencio se hiciera cómplice de las muchas tropelías que atentaron –aún atentan- contra la libertad de expresión, el derecho social a la información y el derecho de acceso a la información pública. Calló el Colegio frente a las medidas cautelares innominadas y su incumplimiento; calló cuando se aprobó la Ley Resorte sin reglamento y con todos los errores tan señalados, tan reiteradamente ignorados; calló frente a cada informe de Provea, de Espacio Público, del Instituto Prensa y Sociedad, de Reporteros Sin Fronteras, de Expresión Libre, Los del medio, la Academia o voces tan autorizadas como las de Antonio Pasqüali, Elizabeth Safar, Gustavo Hernández o Marcelino Bisbal; calló frente a los procesos judiciales espúreos adelantados en las personas de algunos colegas; calló frente a la aprobación de instrumentos legales restrictivos del accionar de los periodistas, calló frente a la censura y a la autocensura.

El Colegio –no el gremio- calló frente a la hegemonía comunicacional, pero calló también frente a la confusión –todavía no sabemos si intencionada- entre libertad de expresión, libertad de prensa y libertad de empresa, que ocurre en el sector empresarial mediático, que no termina de reivindicar la doble condición de los medios de comunicación como actores políticos de derecho privado. Calló el Colegio y le hizo el juego a la polarización, y aun ahora que el silencio se ha roto con las voces entusiastas de la mayoría de los periodistas, una minoría (sí, una minoría), se autoexcluye proclamando que no reconocen la legitimidad de este proceso eleccionario, que lo que ha debido hacerse era la constituyente comunicacional que no pudieron convocar en diez años.

Es hora de romper el silencio y de hablarle al país, gritarle si es preciso, que es tiempo de recuperar las instituciones conculcadas y comenzar a reconstruir el país, antes de que la destrucción se consolide. Hora de abrir espacios de racionalidad para esa mayoría no alineada en la polarización, que reclama coherencia y sentido común a la hora de hacer política: esta experiencia de hoy será estupenda para mostrar esa voluntad.

Cada quien votará por las planchas y los candidatos que consideren sean mejores para integrar este nuevo período del Colegio Nacional de Periodistas. Yo voy de suplente para la distrital Caracas, por la plancha 2008 y estoy anotado para la Convención Nacional, que será de suma importancia para asumir muchas materias pendientes, pero en especial, para darle sentido político a la acción gremial, en la circunstancia histórica en la que estamos. Cual sea la mejor manera de darle organicidad a esta necesidad será tema de discusión en esa Convención y a la cual aspiro aportar desde mi doble condición de periodista y académico. Ya veremos.

Ojalá los demás gremios se sumen, como ahora lo hace el de periodistas, a la corriente de recuperación de los espacios institucionales. Los ingenieros iniciaron esta fase, le siguieron los profesores universitarios, ahora vamos nosotros, pero también lo hicieron los médicos, quienes han aventurado un esquema a mi juicio bastante sensato: basados en la autonomía de las sociedades médicas, las constituyeron en Asociación, y desde allí han cuestionado la legitimidad del Colegio Médico de Caracas regido por Fernando Bianco –quien huelga decirlo, no parece ni prójimo de su hermano, el nuevo vicerrector de la UCV, Nicolás Bianco, uno de los investigadores de mejor prestigio de La casa que vence las sombras. Y a ellos deberán seguirlos los abogados, los contadores públicos, sólo por citar algunos.

Votaremos y nos sobrepondremos al miedo como control social, ejercido como omisión, como los pecados disimulados de forma cínica –o hipócrita, da lo mismo- de una institucionalidad que afina cada día argucias discursivas para intentar tapar el sol con un dedo. Javier García se merece que tengamos ese gesto, ya que no ofrendó su vida por una causa, sino que le arrebataron la suya propia en nombre de un despropósito. Y puesto que todos somos potencialmente víctimas (¿recuerdan aquello de que “todos estamos en estado general de sospecha”?, Otaiza dixit), justo es que unamos esfuerzos para intentar dejar de serlo, para defendernos y con ello, defender el derecho de la colectividad a estar informada, pero principalmente, a tener quien le recuerde su identidad, perdida a lo largo de tantos años de vacuidad ideológica, sepultada bajo ingentes lotes de la gramínea especie, el mismo forraje con que los estudiantes proveyeron a los animales de trabajo de la Asamblea Nacional, en días recientes y bajo el aserto de quienes hasta hace muy poco afirmaban, citando a la pasionaria Dolores Ibarruri, la de la Guerra Civil española (o era que no sabían de donde había salido el grito) “no pasarán".

Votaremos y nos fortaleceremos mucho más como gremio, porque si algo define la acción gremial es la solidaridad, que tiene el mismo origen etimológico del verbo consolidar en la palabra sólido: con- solido, solid-ario. Y así, desde y con la solidaridad, consolidaremos este país que tanto nos reclama y con cuya modernidad estamos tan comprometidos.
Las imagenes:

sábado, 7 de junio de 2008

Eugenio

Si vuelvo alguna vez
Será por el canto de los pájaros.
Eugenio Montejo (1938 - 2008)




DEBO EL CONOCIMIENTO de la obra de Eugenio Montejo a un buen amigo, comenzando la universidad: el flaco. Él me regaló una edición de El cuaderno de Blas Coll que me leí con el asombro de quien descubre un Quijote en este “país de tanta luz y tanto absurdo” (Pérez Bonalde Dixit), con lo cual podía ser cierta la intuición platónica de las sustancias: que en cada hombre se encarna la humanidad, cosa en la cual he creído siempre, con todas las obligaciones morales que se encierran en esta idea. Mi aprendizaje del oficio se nutrió temprano de las reflexiones del poeta: El taller blanco me enseñó la paciencia y la humildad con la palabra que se amasa en silencio, como un pan que alimenta y se da a otros, en comunión laica con lo absoluto. Trópico absoluto y Algunas palabras fueron dos libros que me revelaron que se podía ser moderno por una vía distinta a la acumulación y la distinción de lo nombrado: conjugando todos los tiempos en presente, haciendo poesía de lo esencial y viendo cómo en cada cosa nombrada están las otras contenidas, en el microcosmos del poema. Pudiera parecer un contrasentido, si pensamos que el periodismo es el reino de las definiciones normadas por lo “políticamente correcto”, pero ¿cuan nuevas son las novedades que relatamos? Eso es algo que siempre me ha intrigado, platónico, como reconozco que soy.

Pero a Eugenio Montejo, el personaje detrás de la poesía, lo conocí fue en 1995, cuando yo coordinaba las desaparecidas páginas culturales del diario El Universal, por intermedio de Leopoldo Iribarren Baralt. Estaban por presentar El hacha de Seda, de Tomas Linden, uno de sus heterónimos: el colígrafo sueco emigrado y asentado en el mítico Puerto Malo, donde Blas Coll tenía su tipografía, quien se sumó a la comunidad de discípulos donde Sergio Sandoval, Eduardo Polo y Lino Cervantes ensayaban darle curso cada uno a su voz poética. Tuvimos una estupenda entrevista, sobre un libro formidable y sobre el sentido de escribir desde un heterónimo, y es de decir que para un platónico, de vocación panteísta, adorador del logos como hierofanía de lo absoluto, tiene mucho sentido hacerlo porque no se trata de hacer una obra personal, sino de hacer avanzar el ser de la palabra, para lo cual el yo es mera contingencia. (Y habrá quien diga ¿hay logos en la imagen? Sí, pero es cuento largo, para otro día). Es mucho más que un problema de “verosimilitud” o de “consistencia” entre una voz dada a nombrar desde otro tiempo (que no es el presente continuo de la modernidad) y las exigencias del estilo de la época: obedece a necesidades de otra índole, que ya habrá tiempo para discutir.

Ese mismo año, Milagros Mata Gil llevó a Ciudad Bolívar la experiencia del Simposio de Literatura Venezolana que se había realizado anteriormente en Eichstad (Alemania), y yo fui a cubrirlo por el periódico. Fue un viaje prodigioso donde Montejo se prodigó desde ese su modo tan personal de ser: tanta erudición tan cálida, tan significativa. Esa exquisita manera de contar y contarse desde la referencia, de concebirse desde la voz de los otros. Para mí eso siempre ha tenido mucho sentido, porque al fin y al cabo ¿quién es uno?

Debo decir, ahora, que cada encuentro, por breve que fuera, con Montejo, tuvo siempre esa riqueza. Sí concuerdo con la sensación de algunos, quienes lo conocieron, que ojalá hubiese habido más encuentros. Ello en parte se explica por el duelo, pero también porque es verdad. Yo hubiera querido serle más próximo, haber hablado más, haberle dado más de mí, pero no hubo tiempo: nadie da lo que no tiene y el tiempo en realidad es el nombre común de la atención, y si hay alguna culpa es esa. Entre 1996 y esta fecha, sólo lo encontré tres veces más. En 2001, a propósito de una inauguración de la Feria Iberoamericana del Arte, en el Hotel Caracas Hilton (que ya tampoco existe), en la Feria del Libro de Chacao (que fue un experimento con mucha pena y sin mucha gloria, pero que recuerdo con gratitud), y en una nueva entrevista que le hice para el diario El Mundo, el 28 de junio de 2006 (hace casi 2 años) a propósito de la presentación del ahora, último colígrafo: Lino Cervantes, autor de La caza del relámpago (Bid & Co. Editor, 2006). En la entrevista –que más bien fue una conversación grabada- Montejo habló de sus devociones:

- Pero fuera de la religión hay devociones ¿Entre las suyas cuáles cuenta?

- Muchas. Yo asumo siempre al escribir poesía o la forma heterónima de mi poesía, algo que dijo Juan Ramón Jiménez: “yo escribo como mi madre hablaba”. Una vieja andaluza que le dio nada menos que la entonación. Ahí está una serie de devociones que son las maternas, que siempre andan contigo. Tú puedes, por tu cultura, alejarte un poco de las creencias de tu madre, pero las devociones permanecen. De manera que Manuel Bandeira, el gran poeta brasileño es agnóstico, pero cuando elogia a la virgen María elogia a una madre brasileña, es una relectura a través de las devociones de la madre. Tal vez a través de un heterónimo o de un apócrifo puedas tú ir por otra voz. En lo demás, el sentido de tus devociones está marcado. Y mi más grande devoción es la palabra.

Nada que agregar, a partir de esto, a lo que interpreto como platonismo en Eugenio Montejo. Pero en lo que tiene que ver con la poesía y la búsqueda de la dignidad por la palabra, sí me quedan otras cosas que decir, sobre todo de cara a ustedes, mis interlocutores habituales.

1. Es posible que haya más poesía fuera de la literatura que dentro de ella, es posible vivir la vida poéticamente. Eso es la vida tanto como la obra de Eugenio Montejo. Y al decir esto se me viene a la mente la teoría de la influencia literaria de Harold Bloom (“La influencia es simplemente una transferencia de la personalidad, una manera de dar de balde lo que es más precioso para uno mismo, y su ejercicio produce una sensación y posiblemente una constatación de pérdida. Todo discípulo le arrebata algo a su maestro”), para decir que es necesario trascender cualquier liderazgo basado en la influencia, para pasar a ejercer el liderazgo basado en el diálogo intra e interpersonal: un poco de economía en los medios no nos vendría nada mal.

2. El primer acto poético que existe es empeñar la palabra y cumplirla. No se trata de hacer poesía de temática épica, ni tan siquiera de escribir: la fundación de otro mundo basado en las acciones sólo puede tener sentido si se hace desde una idea de humanidad, con el compromiso ético que eso implica.

Eugenio remite, etimológicamente, a bien nacido, de buen origen. Eugenio Montejo ha nacido, ahora, a su inmortalidad. A él le pido que se haga amigo de mis muertos, como siento que lo fue, conmigo, en este viaje.

miércoles, 16 de abril de 2008

Yo decido

HACE MESES DE la anterior entrada. He esperado y vigilado hasta donde he podido las agendas del movimiento estudiantil y del país político en general, guardando respetuoso silencio ante la reconocida necesidad de sedimentar cosas, de afianzar procesos y consciente de que no es bueno combinar, en política, la percepción con la acción. Cometo entonces, mi primera imprudencia, pues voy a hablar desde la percepción.
El que casi cinco meses después del 2-D, los “ni-ni” pasen de ser la primera minoría a la mayoría de la opinión pública, que el gobierno pierda adeptos pero la oposición no los gane, lo que a mí me dice es que ni unos ni otros entendieron lo que pasó. Se puede argumentar que quienes se opusieron, por parte del oficialismo, lo hicieron para quitarse de en medio frente a un proyecto de país que no estaban dispuestos a acompañar y que el gobierno ahora intenta establecer de manera legal, ilegítima y forzosa, pero legal. Y que quienes se opusieron por parte de la oposición no se convencieron de la necesidad de participar en el espacio institucional, sino que siguen esperando la salida de fuerza que quite a los mandones de su puesto y nos coloque en quien-sabe-qué nueva aventura. En el caso de los abstencionistas pro oficialismo, puedo intuir una elección racional primero y un desencanto progresivo después, en el de los abstencionistas opositores más desencanto aun, porque quienes siempre los convocaron a la desobediencia civil, hoy están candidateándose a cargos para las elecciones del 23-N.
Los abstencionistas del lado del oficialismo le compraron al movimiento estudiantil la idea de romper la militancia, leyendo y analizando la reforma, tomando una decisión que intentaba conciliar sus intereses con los intereses comunes del país. Ellos ayudaron a gestar la leyenda, y el silencio del movimiento contribuyó a consolidar esta idea en algunos, pero en otros –quizás los más- a elevar el nivel de expectativas sobre un liderazgo que todavía está en formación, y a colocar a estos líderes en una disyuntiva de cara a la contingencia: ¿Cómo mantengo el movimiento estudiantil en su condición de “otro” discursivo, de referencia moral para partidos y gremios, dada su condición corporativa, su pertenencia a la Universidad? ¿O más bien me sumo a la campaña electoral del 23-N en función de la oportunidad que representa, de cambiar el mapa político del país?
Así, lo que percibo es que el movimiento dejó de hablarle a quienes consolidaron su triunfo. Atrapados por la contingencia, mordieron el anzuelo que el Ejecutivo les colocó, en el tema de las políticas de ingreso a la Universidad, no pudiendo argumentar que este asunto era una problema que tocaba reivindicaciones del sector, antes que uno de interés social (cosa que, por otra parte, no es del todo cierta). En otros ámbitos: descuidaron la discusión que amparada en el concepto de autonomía vincula las ideas de gobernabilidad democrática, formación ciudadana y desarrollo sustentable; han retrasado la divulgación de las discusiones del parlamento estudiantil, han descuidado la formación de redes comunicacionales y de gestión con las cuales articularse con las comunidades, previniendo el asistencialismo y contribuyendo al empoderamiento ciudadano, trabajando de manera bien cerrada con los consejos comunales. Ahora surge un nuevo tema y nuevas oportunidades con la reforma curricular nacional, pero el "yo decido" si bien es un estupendo concepto que apoya la autonomía de los ciudadanos, cuando salga del contexto del currículo, de cara a las elecciones, tropezará con la realpolitik, de una clase política –tanto oficialista como opositora- que en nombre de la contingencia y de la oportunidad de noviembre, vuelve a sacrificar el derecho que tienen los electores de participaren el diseño de las candidaturas unitarias, pero principalmente, el deber de la dirigencia de guiar, instruir, no sólo mandar exigiendo cumplimiento.
Tal vez el país les está exigiendo que den algo que ustedes no tienen, que enseñen a varias generaciones de sus mayores a ser democráticos, en un país que realmente no lo es, por falta de una sólida cultura democrática entre sus gentes. Pero es que de ese tamaño es el reto, y obviamente, ustedes no pueden solos, tienen que convocar al tercer país, al país de los abstencionistas, que es mayoría; Podemos lo ha intentado, pero –y esto dicho siempre desde la percepción- creo que hay un corto circuito entre su agenda política y las invocaciones místicas del Genera Baduel: corto circuito donde la racionalidad desluce.
Y para ser democráticos en este país levantisco, de gente igualada que en su llaneza exhibe con orgullo su poca comprensión de lo jerárquico, hay que tener ciudadanía, espacio público, República, y a ello pueden perfectamente consagrar sus esfuerzos, a ejercer un liderazgo del ejemplo, un liderazgo del saber compartido, que contribuya a crear ese espacio. El movimiento estudiantil puede no ser socialdemócrata, socialista, socialcristiano, populista, fascista o liberal, y más bien enfocarse a la reconstrucción de ese marco donde estas ideas son posibles, es decir: puede ser republicano, civilista, democrático y alineado con el proyecto histórico nacional de llegar a gestar su propia modernidad.
Ovario es periodista ciudadana y colaboradora frecuente en Noticiero Digital, a ella ya le debemos un importante registro de los acontecimientos políticos de estos últimos años. Esta, tomada en préstamo, acaso apunta hacia los días que vendrán (Tomada en préstamo de noticiero digital)