AYER, LA UCAB presentó los datos de la Encuesta
Nacional de Condiciones de Vida -ENCOVI- en su edición 2019-2020. Aquí va un resumen de
lo que estimé, son sus principales hallazgos, incluye en algunos casos, comparación
con el indicador correspondiente en las ediciones de 2015 y 2017.
Pero antes de desmenuzarlos, un comentario general.
El que tengamos indicadores de calidad de vida
propios de un país africano obedece a una voluntad política. El que la
población se haya reducido en casi su cuarta parte en cinco años, no es
consecuencia de cinco lustros de negligencia, porque no puede una negligencia
ser tan eficiente: es ingeniería social pura y dura, más positivista que las hechas
por el positivismo político latinoamericano, más facha que las organizadas por los fascismos
de derecha como el fascismo italiano o el nazismo, o los fascismos de izquierda
como el estalinismo soviético, la revolución cultural china o el genocidio de
los Jemeres rojos camboyanos, por mencionar algunos regímenes. La ingeniería
social implica biopolítica, control sobre los cuerpos y sus funciones y abundante
legislación administrativa; implica además perspectiva histórica y comprensión
geopolítica; así, son capaces de transformar el control de una pandemia en un
estado de excepción, sin que las voces en contrario alcancen para denunciarlo
en ninguna parte.
Con abundante saber y claridad en los planes, el
régimen reta la instrucción y la formación que las casas de estudio (las mismas
que miden cómo nos vamos reduciendo a la nada) imparten a los liderazgos de la
oposición; y ganan el reto no tanto por la asfixia presupuestaria, la censura o
la prisión, lo ganan porque han hecho inflexión a los paradigmas de los saberes
que se imparten, forzando a una innovación que no ocurre; lo ganan porque el
reto implica cuestionar el statu quo académico y ninguna clase política se
suicida, por tanto explota una contradicción interna en su propio beneficio.
La ingeniería social del régimen genera una reconfiguración
étnica del país, no porque los del régimen sean distintos al ethos nacional, sino
porque así avanzan en su proyecto histórico que es supranacional, regional, hemisférico.
Mientras se desagreguen los síntomas y se ataquen de forma aislada, mientras se
siga siendo nominalista en el diagnóstico y voluntarista en la estrategia, aislados,
disgregados y compitiendo entre sí, seguiremos con el rumbo hacia la nada y
aceleraremos el paso cada día.
Envejecimiento de la población y pérdida del
bono demográfico
La población en Venezuela se redujo en casi 4
millones de personas como resultado de la combinación de una intensa emigración
de personas entre 15 y 39 años de edad, menor número de nacimientos e
incremento de la mortalidad. Se ha acelerado el envejecimiento de la población
al pasar la población de 60 años y más, de 10% a 12%. En un quinquenio se han
perdido 25 años de bono demográfico: “en el año 2020 se alcanza la relación de
dependencia demográfica que Venezuela habría debido alcanzar en 2045”.
Viviendas y hogares envejecidos
La condición de las viviendas: 4% casa-quinta, 85%
casa, 6% apartamento, 4% vivienda rustica que alojan cerca de 300 mil hogares.
De cada 10 hogares, casi 8 se aloja en viviendas
con conexión a acueducto, 1 se abastece de agua con el uso del camión cisterna
y el resto utiliza pila pública, estanque u otros medios. No obstante, desde la
ENCOVI 2015, ha aumentado el porcentaje de hogares en viviendas sin acceso al
sistema de acueductos, de 19% en 2015, a 23% para 2019, a la vez que se duplica
la cantidad de los que no tienen suministro continuo de agua.
De cada 10 hogares, tres (32%) en Venezuela sufre
interrupciones diarias por varias horas del servicio eléctrico; asimismo tres
de cada diez (32%) le ocurre alguna vez a la semana por varias horas; dos de
cada diez (26%) alguna vez al mes, y uno de cada diez nunca.
Envejecimiento de la jefatura de los hogares. El
promedio de años del jefe del hogar pasó de 47.2 en 2017 a 52,1 en 2019 en
hombres; el promedio de edad de las mujeres jefes de hogar se mantuvo
constante.
Tipo de familia por hogar: la familia más común
resulta la familia extensa o extendida (32%), seguida de la familia nuclear
completa (27%), familia nuclear incompleta (15%), unipersonal (14%), y
compuesta (1%).
Incremento de la matrisocialidad
85% Las familias nucleares incompletas tiene
jefatura femenina, asimismo 67% de las familias extensas y 49% de las familias
nucleares completas. Es más común la jefatura masculina cuando se trata de
hogares unipersonales, parejas solas o nucleares completos. Los hogares
monoparentales jefaturados por mujeres tienden a ser ligeramente más numerosos
(4 integrantes por hogar).
Empleo precario e intensivo
El nivel de participación en la actividad económica
de la población de Venezuela es el más bajo de la región con 56%.
Existe una fuerte inequidad de género en la fuerza
laboral: 71% de los que participan económicamente son hombres, y apenas 43% son
mujeres.
Existe, además, tendencia hacia la informalidad
laboral. Los trabajadores por cuenta propia representan 45% de la Población
Económicamente Activa, lo cual representa un incremento de 50% en cinco años;
los empleados públicos 24% y los empleados en el sector privado 22%.
La oferta de empleo en el sector manufacturero se
redujo a la mitad en 5 años. Es en el sector de los servicios y del comercio
donde la población activa ha encontrado alguna forma de emplearse, principalmente,
como trabajadores por cuenta propia.
La intensidad del trabajo ha aumentado: en
promedio, 70% trabaja 35 horas a la semana, 24% lo hace mas de 46 horas a la
semana y 23% trabaja menos de 35 horas/semana. Los sectores con más intensidad
de trabajo son: comercio y servicios (39%), electricidad y agua (32%) y
agricultura (32%), pero por tipo de empleador, es el sector privado quien
muestra mayor intensidad de trabajo (90%), seguido del sector público (80%), el
patrono o empleador (84%) y los trabajadores por cuenta propia (72%)
Educación: se acentúa la brecha
La demanda potencial de educación cayó, pero no hay
progresos de cobertura. Se estima que hay 1.7 millones de estudiantes menos en
el sistema educativo, con lo cual la matrícula total pasó de 12,7 millones
promedio entre los años 2014-2018 a 11 millones de jóvenes entre 3 a 24 años,
siendo más acentuada la caída en el rango de edad de 18 a 24 años, en el cual,
la cobertura pasó de 48% en 2016, a 25% en 2020, y donde la cobertura del
quintil mas rico (44%) casi triplica la cobertura del quintil más pobre (16%).
La brecha de género en educación es favorable a la
mujer (71% frente a 69% hombres), pero se pierde en la incorporación al mundo
laboral.
Rezago escolar creciente: Casi 2 de cada 5 jóvenes
tienen algún nivel de rezago escolar, que en los casos de rezago más severo se
duplica en hombres y se triplica en mujeres. El riesgo de exclusión educativa
es mayor entre la población de 12 a 17 años más pobre, donde 27% se encuentra
en rezago escolar severo
El 85% de la población escolarizada (3 a 24 años de
edad) asiste o asistió a planteles públicos, mientras el 15% asiste a planteles
privados. Apenas 46% del quintil más pobre completó su enseñanza obligatoria, a
diferencia del 98% del quintil más rico que completó su enseñanza.
Emigración internacional y remesas
19% de los hogares reportan que al menos uno de sus
integrantes emigró a otro país en el período 2014 – 2019; en 70% de estos, ha
emigrado una persona, en 20%, dos personas y en 10%, tres personas. 30% de esos
hogares de migrantes reciben remesas, y el 10% del total de hogares del país
reciben remesas.
Hasta 2015, predominaba la migración femenina sobre
la masculina, esta tendencia se revirtió en los últimos 5 años. La mitad de los
emigrantes recientes son jóvenes de 15 a 29 años que han interrumpido su
trayectoria educativa o se han graduado, en ambos casos, buscan afuera las oportunidades
que no encuentran en Venezuela. 23% de los que emigran son universitarios, 11%
son técnicos (TSU), 51% completaron su educación media, y 15% completaron su
educación primaria o menos.
En 2017, apenas el 8% de los hogares migrantes
recibían remesas; aumentó a 30% para este período (2019-2020).
La pobreza en sus múltiples dimensiones
Entre 2013 y 2019, se produjo una caída del PIB de
70%, situación que explica el aumento de la pobreza en sus diferentes formas.
La pobreza multidimensional se ubicó en 2019 en 64,8%; la pobreza total se
ubica en 96,2%, mientras la pobreza extrema se ubica en 79,3%, cuando en 2014
se ubicaba en 47% y 20,6% respectivamente. El aumento de la pobreza se debió al
deterioro de los ingresos y el empeoramiento del empleo.
El estudio determina cuatro tipos de pobreza:
Pobreza por ingresos (96%), caracterizada por Insuficiencia del ingreso
disponible para adquirir el valor de la canasta alimentaria y efectuar los
gastos necesarios en salud y educación, incluso utilizando el ingreso total del
hogar sólo para estos fines; pobreza reciente (54%); pobreza en consumo (68%)
representada por hogares cuyo ingreso o consumo se ubique por debajo del costo
de una canasta de bienes y servicios que permite la satisfacción de necesidades
básicas; y pobreza crónica (41%).
Venezuela es el país más pobre y el segundo más
desigual de América Latina. Los niveles de pobreza en Venezuela se comparan con
los países más pobres del mundo y que tienen mayor inestabilidad política:
Chad, Congo, Zimbabue, Yemen, Haití, Sudán, Camerún.
Para los hogares en pobreza extrema, las
transferencias no laborales representan el 45% de su ingreso, mientras que,
para los no pobres, 35%; El valor de las transferencias oscila entre 1 y 5
dólares y solo han reducido en 1,5% la pobreza extrema.
Sólo 20,7% de los venezolanos tienen cómo cubrir la
canasta de alimentos.
Inseguridad alimentaria y desnutrición
Uno de los indicadores más visibles de la
emergencia humanitaria compleja es la inseguridad alimentaria. Según los datos
de la ECONVI 2019, 33% de los hogares venezolanos sufre inseguridad alimentaria
severa, 36% inseguridad alimentaria moderada y 25% inseguridad alimentaria leve,
lo cual supone un total de 94% de los hogares con inseguridad alimentaria, un
incremento de 14% en comparación con 2017 (80%). Solo 3% de los hogares no
tiene ningún tipo de inseguridad alimentaria.
El promedio de calorías consumido diariamente por
los venezolanos es de 2.006.; el quintil más pobre consume un promedio de 1.550
calorías diarias, cuando el requerimiento es de 2.000.
La dieta pierde variedad, con predominio de los
carbohidratos en todos los estratos de ingreso, no obstante, la ingesta de
proteínas si muestra diferencias notables. El consumo nacional promedio de
proteínas es solo 34,3% del requerido, el quintil más rico quintuplica el
consumo de proteínas del quintil más pobre; y aun así, ningún quintil, ni el
más pobre ni el más rico, consume el requerimiento diario de proteínas de 51
gramos. En promedio, el venezolano consume 17,9 gramos de proteínas al día.
El estado nutricional de niños menores de 5 años
respecto a peso y edad indica que: 8% de los niños (aproximadamente 166 mil) califican
como desnutridos; 21% se encuentra en riesgo de desnutrición. Y respecto a
talla y edad: 30.3% (639 mil niños) de los niños menores de 5 años sufre
desnutrición crónica o talla baja, y 28% se encuentra en riesgo de talla baja.
En este indicador, Venezuela se ubica como el segundo peor país de América
Latina y El Caribe, y próximo a la realidad de África. Las secuelas de largo
plazo de los actuales estados nutricionales de Venezuela pueden ser
irreversibles, además de acentuar actual tasa de mortalidad infantil, de 26 por
1.000 nacimientos.
Impacto del COVID-19
Estudios realizados en el marco de la ENCOVI 2019,
en marzo y abril, referidos especialmente al impacto del COVID-19 en el país,
muestra el potencial agravamiento de los indicadores ya deteriorados de la
Emergencia Humanitaria Compleja. Entre otros indicadores se señalan los
siguientes:
Pérdida de empleos. La pérdida de empleo por
motivos de las restricciones de la movilidad aumentó en 6,9% a nivel nacional;
en las regiones con mayores restricciones de movilidad llegó a ser de 10,2%, en
el resto fue de 5,5%. Esta situación afecta hasta 43% de los hogares, los
cuales reportan imposibilidad de trabajar o pérdida de ingresos.
Impacto de las transferencias de los hogares
(subsidios directos en moneda nacional): 25% de los hogares declararon recibir
transferencias de instituciones públicas entre octubre y febrero de 2020, se
reporta además un aumento a 52% en marzo/abril; el promedio de las
transferencias es de 5 USD.
Reducción de las remesas. Las remesas pasaron
de 9% antes de iniciar la pandemia a 5% en el periodo marzo/abril.