NO SUELO USAR este espacio para manifestar mi enojo en forma
personalizada: siento yo que hay demasiada palabra sin sindéresis por ahí
suelta, que sumarme al coro implica restarme de otro lado, y no estoy para
operaciones básicas.
Pero acabo de ver completo el video de 1:47, con el cual el
querido grillo Briceño promociona su programa de tv digital Reporte Semanal,
que es donde Ramón José Medina dice la frase: "Bueno, para sacarlo de la
cárcel no tenemos ningún plan, porque el único que inventó el plan para estar
en la cárcel fue él mismo. Entonces él fue el que se entregó; entonces es
complicado sacarlo de la cárcel, es complicado”.
Uno pudiera aceptar que eso es un mal chiste, incluso pudiera
aceptar como bueno el mea culpa de Ramón José Medina, Secretario adjunto de
la MUD, si no fuera porque resulta un
acto fallido, que en política son peores que descubrir a alguien mintiendo, o
incurso en algún episodio de doble moral.
Un acto fallido de Medina, entiéndaseme bien, significa que
en algún momento, éste se lo escuchó a alguien decir, y lo reprodujo casi que
de forma automática, en un formato de talk show, con lo cual además, confundió el
talk show con el sit com. ¿Es así como realmente piensa la MUD? ¿Es así como
realmente piensa PJ? No lo sabemos, porque Medina se disculpó fue con la
familia de Leopoldo , pero luego instó a pasar la página alegando que “hay
temas más relevantes en la unidad”, con lo cual vuelve a quedar difusa la
frontera entre el interés personal y el interés político: otro acto fallido.
Creo que seguir el diálogo de Leopoldo López con Fernando Mires,
a través de sus cartas publicadas en Prodavinci, resulta mejor para pensar en
la hora, que la hermenéutica de las emisiones de Medina, más dignas de un arúspice
que de un escribidor. A López no dejo de
considerarlo un caudillo, exageradamente personalista, perforador de
organizaciones y lo suficientemente voluntarista e irresponsable como para
lanzar una organización por el precipicio en función de tener la mejor
posición. Primero Justicia tampoco ha
ocultado nunca su vocación de poder, pero no solidarizarse con la suerte de un
dirigente opositor, por muy sui generis que este sea, es exponerse a que en otra ronda del vaivén de
la política, alguien le diga como se le dijo en su oportunidad a José Albornoz,
ex PPT y ahora Avanzada Progresista, cuando fue destituido de la segunda vicepresidencia
de la AN en 2010: “verdugo ni chilla ni pide clemencia”.
Yo retomo la pregunta que plantee en mi artículo de El Nacional
de hoy, en carta a Henri Falcón: ¿una transición con preservación del
statu quo, o una transición con sustitución del statu quo? No es un dilema
fácil, tampoco es un dilema que atañe solo a los jerarcas de los partidos
representados ante el CNE, de allí que más allá de las discusiones internas, es
necesario que haya escenarios , que haya espacios de encuentro y que haya
deliberación pública entre todos los sectores, para trazar un rumbo con
suficiente compromiso.
No podemos despachar la constituyente por la falacia de
apelación de autoridad, como tampoco podemos despachar la transición con
preservación de statu quo, en alianza del gobierno con la oposición (¿Ugalde
dixit?), como tampoco podríamos desestimar el Congreso de Ciudadanos, si
supiéramos a ciencia cierta de qué va. Resultará siempre más fácil tener una
posición, someterla a prueba, defenderla y ganar o perder, que construir una
posición colectiva común.
Lamentablemente, Medina hace malos chistes frente a una hora
muy triste: espero que el 6% de la población venezolana, lanzada a la diáspora, las familias de los muertos por la violencia se lo sepan reír a carcajadas.
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