RECIÉN HACE POCAS semanas, se escenificó en las páginas de opinión de los periódicos un debate sobre las características del régimen: si este es un fascismo o no, si es un totalitarismo de izquierda o de derecha. Un aburrido filósofo hizo recurso a la economía política para desentrañar el tema. Y mientras, el Presidente va y viene, enciende la polémica por Globovisión… Comportamientos que ya hemos visto antes.
Hablemos entonces de lo que no vemos.
Hay poderosos indicios, resultantes de investigaciones de opinión pública hechas con metodologías diversas, que nos llevan a pensar que la polarización está cediendo en los niveles socioeconómicos D y E, encapsulándose en el sector C. Luis Vicente León pasa el mal rato para explicarle a la oposición y a los medios, que el 59% de popularidad de Chávez se debe a que él ganó el referéndum de la enmienda, pero los otros issues de opinión en sus estudios (y en los de Seijas, Keller o incluso Schemel) marcan tendencia al rechazo de sus políticas, salvo las misiones, por supuesto. ¿Incongruencia?
Pensar a la mayoría desafiliada como un tercio excluido, tanto por uno y otro bando, se parece a dejar al azar la planificación, porque ya sabemos que los desafiliados votan, en función de un interés que no terminamos de desentrañar, pero que al parecer, no puede ser explicado desde las constantes históricas de la cultura política del venezolano. Cabe la pregunta: ¿desafiliados a los bandos o a la forma de hacer política? Que unos sujetos hagan elección racional y jueguen al prisionero, ¿eso no apunta hacia fenómenos de opinión política que no vemos comúnmente porque los paradigmas que empleamos para verlos no nos lo muestran, y eso es como usar lentes formulados para la presbicia cuando se tiene miopía?
Todos los sectores –desafiliados, chavistas y opositores- manifiestan preocupación por el matiz beligerante que está teniendo esta fase del proceso. No todos lo expresan de modo global, sino más bien en forma desarticulada en intereses particulares, en los temas: delincuencia, propiedad, libre tránsito, libertad de expresión, participación y la necesidad de un “modelo de inclusión superior” (Hinterlaces dixit). A la reactividad de la agenda opositora responden con la delación del prisionero y ¿qué obtienen por respuesta? Nada, cuando mucho invectivas, o las consabidas expresiones “es que no les interesa el país” ¿Cuál país? O “es que no les interesa la democracia” ¿Cuál democracia?
Mientras los sectores políticos parece que estuvieran buscando acomodarse en un hipotético después, jugando el viejo juego de izquierdas y derechas, no pareciera haber mayor preocupación por reconstruir el centro democrático y la viabilidad de un sistema de gobernabilidad que pueda sortear la contingencia de los ataques del proceso revolucionario. La única agenda que existe es la que el Presidente impone con sus acciones, a la cual se responde desde unos medios de comunicación cuyo alcance cada día está más limitado por un conjunto de factores que van desde el alineamiento de las audiencias, hasta la economía de costos. Y no sé qué es peor, si el asedio constante de la propaganda o unas agendas informativas con doce o más noticias diarias, a las cuales no se les da seguimiento, lo cual produce saturación y desinformación; así es como se produce la disociación de los bandos, y al final nadie sabe con certeza qué es lo que pasa; al final, el chavismo reclama que dejen a su Presidente en paz, la oposición que el Presidente está violentando la Constitución para montar un comunismo como el de Cuba y los desafiliados que eso no les interesa, pero tampoco tienen la vocería política como para enrumbar el país hacia una salida inclusiva siendo, como son, la mayoría evidente de este país.
¿Es que no hay desafiliados en las élites, que sean capaces de abrir el espectro, para desmontar la polarización y forzar el acuerdo entre tirios y troyanos, enfrascados como están en el tema de la supremacía? ¿Alguien se ha dado cuenta de que la medida tomada por el gobernador de Miranda, de entregar a los consejos comunales del estado los 250 ambulatorios bajo su jurisdicción, detuvo las invasiones violentas? ¿Alguien pone sobre el tapete el hecho de que el 80% de los consejos comunales es mixto (ni rojos rojitos ni azules azulitos)? ¿Cuántos liderazgos de oposición están participando en los consejos comunales? ¿Cuántos desafiliados se han incorporado? ¿Qué sector político ha hecho trabajo con las juntas de consumidores en las comunidades? ¿Quién de los partidos se ha capacitado en el tema de la contraloría social? ¿Qué organización enseña a los ciudadanos que participan en los consejos comunales, las metodologías de gestión participativa? ¿El gobierno? ¿Las ONG’s? ¿Los partidos políticos? ¿Cuáles consejos comunales trabajan con cuáles empresas en proyectos de Responsabilidad Social Empresarial? ¿Qué lecciones aprendidas capitalizan?
La lista de preguntas puede ser interminable, pero si ponemos en perspectiva la necesidad de otro modelo de inclusión, yo sostengo que hay una palabra clave que en medio de la polarización se ha perdido, que no es otra que la solidaridad. El modelo de inclusión del gobierno, que basado en las misiones conculca la autonomía del poder popular y lo supedita a sus lógicas administrativas, no es solidario; pero el discurso de la oposición tampoco lo es, y el discurso mediático sobre la democracia tampoco es claro en señalar que la construcción de solidaridad en las democracias liberales es el tema capital de su supervivencia, de cara a la formación de la Sociedad del Conocimiento. Será que tampoco lo comprenden.
Hablemos entonces de lo que no vemos.
Hay poderosos indicios, resultantes de investigaciones de opinión pública hechas con metodologías diversas, que nos llevan a pensar que la polarización está cediendo en los niveles socioeconómicos D y E, encapsulándose en el sector C. Luis Vicente León pasa el mal rato para explicarle a la oposición y a los medios, que el 59% de popularidad de Chávez se debe a que él ganó el referéndum de la enmienda, pero los otros issues de opinión en sus estudios (y en los de Seijas, Keller o incluso Schemel) marcan tendencia al rechazo de sus políticas, salvo las misiones, por supuesto. ¿Incongruencia?
Pensar a la mayoría desafiliada como un tercio excluido, tanto por uno y otro bando, se parece a dejar al azar la planificación, porque ya sabemos que los desafiliados votan, en función de un interés que no terminamos de desentrañar, pero que al parecer, no puede ser explicado desde las constantes históricas de la cultura política del venezolano. Cabe la pregunta: ¿desafiliados a los bandos o a la forma de hacer política? Que unos sujetos hagan elección racional y jueguen al prisionero, ¿eso no apunta hacia fenómenos de opinión política que no vemos comúnmente porque los paradigmas que empleamos para verlos no nos lo muestran, y eso es como usar lentes formulados para la presbicia cuando se tiene miopía?
Todos los sectores –desafiliados, chavistas y opositores- manifiestan preocupación por el matiz beligerante que está teniendo esta fase del proceso. No todos lo expresan de modo global, sino más bien en forma desarticulada en intereses particulares, en los temas: delincuencia, propiedad, libre tránsito, libertad de expresión, participación y la necesidad de un “modelo de inclusión superior” (Hinterlaces dixit). A la reactividad de la agenda opositora responden con la delación del prisionero y ¿qué obtienen por respuesta? Nada, cuando mucho invectivas, o las consabidas expresiones “es que no les interesa el país” ¿Cuál país? O “es que no les interesa la democracia” ¿Cuál democracia?
Mientras los sectores políticos parece que estuvieran buscando acomodarse en un hipotético después, jugando el viejo juego de izquierdas y derechas, no pareciera haber mayor preocupación por reconstruir el centro democrático y la viabilidad de un sistema de gobernabilidad que pueda sortear la contingencia de los ataques del proceso revolucionario. La única agenda que existe es la que el Presidente impone con sus acciones, a la cual se responde desde unos medios de comunicación cuyo alcance cada día está más limitado por un conjunto de factores que van desde el alineamiento de las audiencias, hasta la economía de costos. Y no sé qué es peor, si el asedio constante de la propaganda o unas agendas informativas con doce o más noticias diarias, a las cuales no se les da seguimiento, lo cual produce saturación y desinformación; así es como se produce la disociación de los bandos, y al final nadie sabe con certeza qué es lo que pasa; al final, el chavismo reclama que dejen a su Presidente en paz, la oposición que el Presidente está violentando la Constitución para montar un comunismo como el de Cuba y los desafiliados que eso no les interesa, pero tampoco tienen la vocería política como para enrumbar el país hacia una salida inclusiva siendo, como son, la mayoría evidente de este país.
¿Es que no hay desafiliados en las élites, que sean capaces de abrir el espectro, para desmontar la polarización y forzar el acuerdo entre tirios y troyanos, enfrascados como están en el tema de la supremacía? ¿Alguien se ha dado cuenta de que la medida tomada por el gobernador de Miranda, de entregar a los consejos comunales del estado los 250 ambulatorios bajo su jurisdicción, detuvo las invasiones violentas? ¿Alguien pone sobre el tapete el hecho de que el 80% de los consejos comunales es mixto (ni rojos rojitos ni azules azulitos)? ¿Cuántos liderazgos de oposición están participando en los consejos comunales? ¿Cuántos desafiliados se han incorporado? ¿Qué sector político ha hecho trabajo con las juntas de consumidores en las comunidades? ¿Quién de los partidos se ha capacitado en el tema de la contraloría social? ¿Qué organización enseña a los ciudadanos que participan en los consejos comunales, las metodologías de gestión participativa? ¿El gobierno? ¿Las ONG’s? ¿Los partidos políticos? ¿Cuáles consejos comunales trabajan con cuáles empresas en proyectos de Responsabilidad Social Empresarial? ¿Qué lecciones aprendidas capitalizan?
La lista de preguntas puede ser interminable, pero si ponemos en perspectiva la necesidad de otro modelo de inclusión, yo sostengo que hay una palabra clave que en medio de la polarización se ha perdido, que no es otra que la solidaridad. El modelo de inclusión del gobierno, que basado en las misiones conculca la autonomía del poder popular y lo supedita a sus lógicas administrativas, no es solidario; pero el discurso de la oposición tampoco lo es, y el discurso mediático sobre la democracia tampoco es claro en señalar que la construcción de solidaridad en las democracias liberales es el tema capital de su supervivencia, de cara a la formación de la Sociedad del Conocimiento. Será que tampoco lo comprenden.
No son pocos los autores científicos (Bateson entre ellos) que nos enseñan que vemos desde donde sabemos. Probablemente parte de nuestro problema frente a la crisis política presente es que la pensamos desde las claves de siempre. Ya va siendo hora de ensayar otros puntos de vista, cambiarnos los lentes e intentar -hasta alcanzar- otra visión. La imagen, que quiere emblematizar esta idea, es tomada en préstamo de http://www.galeriade.com/antona/data/media/30/anteojos_3.jpg
1 comentario:
Excelente, profe... aunque lamentable...
Una pregunta que yo siempre me hago es si la gente, de bando y bando, actuará algún día siguiendo lo que dice.
¿Acaso el oficialista que vemos en la calle lleva algo hecho en Venezuela? ¿Acaso los oficialistas comparten sus pertenencias con los demás y, más importante, estarían dispuestos a entregar sin pataleos el fruto de su trabajo si el Gobierno (disfrazado de Estado) así lo decide?
Por otra parte, ¿Los de la oposición dejaran de criticar a las personas que hacen poco cuando ellos no hacen nada? ¿Los opositores dejarán de mandar a la gente a marchar cuando ellos no marchan? ¿Dejaran de odiar a los oficialistas para dedicarse a mostrarles la realidad y buscar un cambio? ¿Cuándo el opositor dejará de decir que los oficialistas son mal educados cuando manejan por el hombrillo o se comen una luz? ¿Cuando dejaremos de quejarnos porque hay malos ejemplos sin ser nosotros ejemplos para nadie?
Pero lo más importante,y para ellos sólo tengo una pregunta ¿Los desafiliados entenderán algún día que este también es su país y será la herencia de sus hijos?
Muchas gracias por sus escritos de madrugada, profe... como siempre, es un sol!!
Un fuerte Abrazo,
Mariana Fernández*
Publicar un comentario