Hoy se nos fue Jesús Sanoja Hernández (Tumeremo, 1930 – Caracas, 2007), poeta, periodista y profesor universitario, notable cronógrafo de la literatura venezolana y formador de sensibilidades en muchas generaciones de periodistas venezolanos.
Entre mis devociones personales, tuvo Sanoja siempre un sitial. Desde temprano representó para mi, un modelo a seguir. El fue el primer profesor que recuerdo de la Escuela de Comunicación Social de la UCV, siempre me asombró la familiaridad con que se refería a los escritores de la literatura venezolana contemporánea y la precisión del relato de sus anécdotas, de la verdad humana tras las palabras. Claro, con el tiempo vine yo a saber que eran casi “historias de familia”, cómo no iba a conocerlos si eran sus compañeros de ruta, si también él estuvo a la vanguardia de su época, los fértiles 60, desde la revista Tabla redonda, o su participación en experiencias como las de El Techo de la Ballena, en Haa, entre tantas otras.
Después conocí al Sanoja periodista: acucioso, con notable capacidad de análisis y comprensión de los procesos históricos. También en esa escritura supo cultivar la memoria para dar con la mentalidad que se escurre tras lo hechos y darla a conocer al lector con una prosa franca, honesta, pero no por ello desprovista de gracia.
Luego vine a descubrirlo líder estudiantil del ’58, en la Federación de Centros Universitarios, universitario de corazón, defensor de la autonomía, de las libertades civiles y de la solidaridad comprometida con la utopía, aunque –hay que decirlo- en los últimos años se ubicó en la acera de enfrente de muchos compañeros de luchas que se han integrado al “proceso” (¿o sería al revés?), las razones de esto están en sus artículos, que se explican a sí mismos con la claridad del día.
Sanoja me enseñó el valor de la memoria no como erudición, sino como detalle que busca la verdad tras los hechos, eso hace un periodista en cualquiera de los tiempos que mira y eso es mi aspiración. Creo que puedo compartirla con algunos de mis colegas y de mis alumnos y agradecerle –donde quiera que esté, ahora- esta lección de vida vivida a plenitud.
1 comentario:
Qué bonito que tantas personas lo recuerden... Yo tuve la oportunidad de conocerlo desde pequeña por ser mi tío... Siempre estuve y estoy muy orgullosa de él, era una persona excepcional en todos los sentidos... Su ausencia me ha afectado mucho, aunque sé que sigue vivo en la memoria de muchas personas... Es verdad lo que dices, tenía una memoria increíble, yo cada vez que podía pedirle ayuda para mis trabajos lo hacía, recordaba hechos históricos con sus fechas exactas... siempre tenía una anécdota interesante o divertida q contar...
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