miércoles, 17 de marzo de 2010

Humo (o el gobierno vs la web)




















UN VERANO PEGADO DEL OTRO: “El niño”, los incendios, la calima y el país está sumergido en humo. Como hechas de humo lucen, ahora, muchas de las esperanzas del pueblo que apostó por un cambio –político, económico, cultural- y recibió más (o peor) de lo mismo, disipadas por los vientos que corren.
Pero el humo se entiende también en otro sentido: como lo que oculta otras intenciones. Y digo esto, porque la reciente aprobación de la Ley del Consejo Federal de Gobierno, y según lo indica El Universal en su edición de ayer, el reglamento de este consejo, ya aprobado, limita los atributos de la propiedad privada (se garantiza la posesión, el uso y el disfrute, pero no la disposición es decir: no se la podrá vender), lo que parece ser un episodio más del avance por mampuesto de la reforma constitucional desaprobada por el pueblo el 2 de diciembre de 2007.
Esa es la modalidad de la muñeca rusa, pero también hay otras. La inoculación, por ejemplo, es una de las estrategias (des) informativas más comunes del gobierno, tan simple que no nos explicamos cómo los medios de comunicación cayeron en la trampa hace diez años y todavía no salen. El domingo en su programa de televisión, o en cadena nacional, el Presidente dicta la agenda a los medios y estos la siguen: introducen los temas de conflicto en la opinión pública, presentan los argumentos de las partes y no pueden hacerles seguimiento, porque los conflictos se multiplican. Así hablamos de agendas informativas diarias de 14, 15, 20 informaciones, a las cuales no se les puede hacer seguimiento ni investigar a profundidad. Consecuencia: la opinión pública no está informada, para tener alguna idea acude a las fuentes de su afiliación política con lo cual se profundiza la polarización, para ganancia principalmente del gobierno.
Ante la angustia de tanta desinformación y tanta propaganda juntas, y sucumbiendo frente a la lógica militar, los medios independientes oscilan entre el aplicar a pie juntillas la doctrina de la objetividad (aislar los hechos de las opiniones que éstos pueden generar en expertos) y editorializar (combinar información y opinión en los contenidos informativos), con lo que se enfrentan en posición de desventaja al gobierno, que ha conculcado los recursos del estado y ha dispuesto un aparato de propaganda que haría la envidia de Goebbels. Como la independencia requiere músculo financiero y no lo hay bueno, se requiere de los anunciantes, quienes se eximen de anunciar por presiones del gobierno. ¿Resultado? Autocensura por la vía económica ya que la capacidad de acción del medio dentro del sistema político resulta inversamente proporcional a la estructura de costos. Mecanismo simple, perverso, pero efectivo: a) el gobierno genera la agenda, b) los medios critican, c) el gobierno ejerce control administrativo (soberano) o legisla para establecer responsabilidades sociales, civiles o penales, d) el gobierno presiona a los anunciantes, se criminaliza la disidencia, y se sopla el humo del incendio para esparcirlo, cegándonos a todos.
Pero el gobierno sabe que el modelo de control tiene una fuga cada vez más grande: Internet. Ya se dio cuenta que el 2-D, la gente accedió al debate por la web, se llevó las posiciones a casa y deliberó hasta tomar la decisión de no ir a votar, para quitarse de en medio y acortar la diferencia. Fue cuando descubrimos que los independientes o desafiliados (mal llamados nini) participaban de manera diferente, mismo año en que la salida de señal abierta de RCTV mostraría el encono de la guerra del gobierno contra los medios. Sólo faltaba la conexión lógica: los independientes, dada la polarización, prefieren el entorno digital, antes que otros medios, y digo entorno porque si un blog es un medio, si una cuenta en Twitter es un medio, si un perfil en Facebook es un medio, la web 2.0 es más que un medio de medios, es un entorno y hay que redefinir la escala de las cosas.
65% de los usuarios de Internet en Venezuela pertenecen a los sectores D y E, tiene edades entre 18 y 34 años, se conectan en cibercafés pagando la conexión al precio de un refresco, o poco menos; acceden para buscar información académica pues en buena medida forman parte de esos más de 2 millones de estudiantes universitarios que hay en el país (según cifras oficiales). 46% de los cibernautas, se confiesan desafiliados. Son hijos del 53% de la Población Económicamente Activa, cerca de 8 millones de venezolanos que no pasaron del 7° grado (también son datos oficiales). Uno de cada 1 venezolano tiene un teléfono celular, uno de cada 1 venezolano manda mensajes de texto, cada día son más los paisanos que acceden a Internet desde teléfonos inteligentes (Blackberry, Ifone, etc.). La blogósfera venezolana, remolona al principio, ve la aparición de nuevos blogs cada día, pero Facebook y Twitter han desatado un auténtico furor, pues muestran la capacidad de transmisión de información en tiempo real, pero a su vez, de convocatoria, organización y movilización de la gente sobre el territorio, e igualmente, de generar visibilidad en la opinión pública global, porque el entorno prescinde de intermediarios, la información llega a los usuarios finales que son sus productores, y allí no hay manera de hacer que los lobbies de propaganda funcionen en ningún país.
La lógica militar así lo explica: un ejército regular puede ser derrotado por un ejército partisano mediante una guerra de guerrillas capaz de diezmarlo, como el vietcong hizo con Estados Unidos, La clave del éxito de las guerrillas: movilidad, organización, sorpresa, economía de recursos, incrementalidad de las acciones. Ante ese panorama conceptual “Internet es el diablo” –Chávez Dixit- y evidentemente, los desafiliados no están empleando la red para tumbar el gobierno por vía de la insurrección popular, porque si estuvieran en ello ya lo habrían conseguido pues son la mayoría: la están empleando para organizarse, para mejorar sus capacidades de autogestión, para generar procesos de aprendizaje social acelerado, para subsanar las brechas culturales y para tomar decisiones que se expresan en una acción o una omisión colectiva, ya que hablamos de gente que tiene a la democracia dentro de su sistema de valores, como estructura para la acción o como aspiración.
La respuesta oficial es primaria: satanizar a la web para poder someterla, declararla como sólo tecnología sin valorar las prácticas sociales que están implicadas en su uso, en la misma lógica de los entrenamientos con armas, donde se insiste en negarle la condición humana al adversario, para crear una superioridad moral que autorice a matarlo (también la droga sirve para eso, con menos costo, sí, pero también con menor efectividad). No obstante es un plan B, porque la primera opción, que era copar Twitter sucumbió ante la opción “bloquear”, producto acaso de confundir microblogging con chateo. El legislativo declara que la web es un medio y que como tal tiene responsabilidad social, pero obvia que las comunidades virtuales son privadas: abundantes y pobladas, sí, pero también privadas. Claro, ello no exime a la justicia de castigar la comisión de los delitos, pero ojo ¿son concebibles los delitos de opinión en un entorno que es privado, que no es público? ¿La criminalización de la opinión no supone una restricción a la libertad de expresión? ¿No manifiesta esta actitud una voluntad autoritaria?
Lo peor que puede pasar, en esta fase del conflicto, es sumirlo en la polarización. Es verdad que los regímenes no democráticos que controlan Internet lo hacen en nombre de la preservación de la pureza de sus procesos políticos, contra el imperialismo capitalista, pero también es cierto que buena parte de los países donde estos regímenes se han instalado, tienen desarrollo humano bajo, hay una miseria consagrada a una ideología y sacrificada en nombre del poder. Se puede denunciar el abuso, pero si no se reivindica la aspiración, si no se convierte ésta en proyecto, sólo estaremos reaccionando, no avanzando. Tenemos que convencernos de que el control gubernamental sobre la web lesiona los intereses de todas las partes, y por tal motivo es que estamos proponiendo con #todosenred, el impulso a una campaña nacional que se enfoque en el desarrollo de políticas públicas inteligentes, que nos beneficien a tod@s y a nosotros, como país.
Invitamos a todos a suscribir el manifiesto que está disponible en la página web http://todosenred.wordpress.com y a sumarnos en el hastag de Twitter #todosenred o en el perfil en Facebook de todos en red.
Todos nosotros, juntos, podemos soplar un viento fuerte que disipe el humo que no nos deja ver.

La imagen juega a la idea de mediación y multiplicación, que asociamos con la lógica de las redes sociales. Está tomada en préstamo de Marketing weblog, site que recomendamos