martes, 4 de diciembre de 2007

Non nobis

TENGO UNA IMAGEN que me ha venido siguiendo desde la víspera: Enrique V, católico rey de Inglaterra en guerra contra Francia, dando gracias por una victoria con un himno religioso (a la moda de entonces, o por lo menos en la cronicada versión de Wiliam Shakespeare cinematografiado por Kenneth Branagh), enseña de los templarios de entonces: Non nobis, Domine, non nobis, sed Nomini tuo da gloriam (no a nosotros, señor … sino a tu nombre, sea tu gloria). Algo de eso hay en mi ánimo en esta, la hora del festejo (y perdónenme, por favor, el latinajo).

Claro que ganamos, claro que merecimos el triunfo, y cambiar el mote de escuálidos por el de pírricos a los que detentan el nombre de la parcialidad ganadora por escaso margen en una justa que no tenía cuorum, no recompondrá para el chavismo el escenario de la derrota que muestra, más allá de la coyuntura, la crisis que se les avecina, que es crisis de parto, porque de ella nacerá un nuevo mapa político para este proyecto nacional.

Ganó el país, porque hubo una solución política y porque a esta hora no estamos entrándonos a plomo, cosa que era casi un hecho en la temprana madrugada del lunes. Ganaron los estudiantes el respeto de las parcialidades políticas, y no creo equivocarme cuando afirmo que la abstención chavista tiene mucho que ver con la postura del movimiento, de no tomar parcialidad salvo en la oposición a la reforma, de ser críticos de uno y otro bando y de representar, desde su condición de referente ético, la posibilidad de abrir una tercera opción en el mapa político nacional, entre el chavismo y la oposición. Si pensamos que hace un año el Presidente fue reelegido con 7 millones a de votos y ahora su propuesta pierde por la ausencia de 3 millones, estos que no fueron a votar revelan, con el castigo silente, una ruptura que va más allá de lo emocional, que viene gestándose desde el cierre de RCTV y el surgimiento –y satanización por parte del Presidente- del movimiento estudiantil: una ruptura que indica algunas cosas sobre las cuales es importante ir pensando, de cara a la agenda completa, la inmediata y la de mediano plazo:
1) El rechazo de la reforma, bien porque hubieran votado no los chavistas, o porque se abstuvieron, revela que hay un sector que está participando en el proceso, que cree en un socialismo democrático, que no acepta imposiciones ni verticalidad, que no va a salir a la calle a matarse con el “enemigo” porque así lo quiera el líder, que respeta el movimiento estudiantil y que son su asociado más inmediato: gente de consejos comunales, de cooperativas, público de misiones, que pueden ser interlocutores en la construcción de una nueva opción política dentro del proyecto nacional. También podrían ser clientes de partidos como Podemos, o Un Nuevo Tiempo, o del mismo PSUV, si es que logra sobrevivir a esta debacle roja rojita; pero lo más probable es que sea hacia los estudiantes donde se tiendan los puentes, y allí es donde está la pregunta para el movimiento: ¿cómo actuar?
2) ¿Es posible plantearse un esquema de gobernabilidad entre chavismo, oposición y tercería? Quizás sí tenga sentido, sobre todo con un diseño de estado diferente al actual. Se supone que una Asamblea Constituyente es el espacio natural para que este tipo de transformaciones se produzcan. Sin embargo, este tema debe meditarse a cabalidad: de manera transversal, con otros sectores del país, para no confundir los medios con los fines. Porque, sí, es cierto que una Constituyente implica el barajo completo, pero no se hace una constituyente para sacar a un tirano del poder, sino para fundar o refundar una República. Se corre el riesgo de que el pragmatismo vuelva inorgánica la constitución y la esterilice como pacto social y parece muy temprano para que la tercería la convoque, aun faltan cosas por ver, aunque señalo que en lo personal, siempre la he considerado como el recurso idóneo para construir un nosotros público sobre el cual poder edificar nuestro país, y sí creo que se justifica, dado el sesgo centralista y presidencialista que tiene la actual Constitución, entre otros aspectos criticables.
3) ¿Qué hay en la agenda? Hay una habilitación que el Legislativo dio al Presidente para aprobar leyes por decreto y que ya tempranamente se denuncia como marco para que se cuelen cosas de la derrotada reforma al ordenamiento jurídico nacional y la cual hay que detener. Hay la necesidad de renovar la asamblea nacional, para lo cual habría que recurrir al adelanto de las elecciones. Hay unas elecciones de gobernadores y consejos legislativos que pueden cambiar el mapa político, y el año siguiente (2009) hay elecciones de alcaldes y concejales. Hay la oportunidad de un referéndum revocatorio presidencial, dentro de dos años. Hay elecciones presidenciales en el 2013. La pregunta es cómo se va a acometer cada proceso. Es necesario un plan, porque desde esta fecha y hasta entonces son seis años y en ese tiempo pasan dos generaciones del movimiento. También los estudiantes tienen que pensar en el relevo, sino, piensen en el paso que va de Stalin González a Ricardo Sánchez, por citar sólo un ejemplo.
Sí, de acuerdo, ganamos. Pero no nosotros. Ganó el futuro, porque fuimos capaces de dar nuestro mejor esfuerzo dentro del cauce democrático. Porque el movimiento insufló espíritu y coraje en la ciudadanía, y ésta apareció para que la viéramos fugazmente, para recordarnos nuestro sueño de llegar a ser, como nación.
Non nobis, me resuena tanto como las palabras finales de la intervención del profesor Elias Pino, en la asamblea de profesores que la UCAB sostuvo el pasado miércoles, después de las visitas de los motorizados, el martes, hace una semana: “esta historia no está terminando, todo lo contrario. La historia comienza el lunes, y ojalá que comience con bien pié. ¡Que viva la democracia!”

Así parece que comienza. ¡Bravo muchachos!
La foto ilustra buena parte del trabajo que nos toca. Es de las acciones de los estudiantes de la USB, la encontré en http://www.flickr.com/photos/prensa_usb/2074387217/

domingo, 2 de diciembre de 2007

Víspera

LLEGAMOS, FINALMENTE AL DÍA. Comenzará temprano, pero muchos –como yo- estaremos en vigilia, toda esta noche, porque la jornada de mañana tiene una trascendencia histórica que no será sino en el futuro, cuando la veamos en toda su magnitud.
Teodoro sostiene la tesis de que con la estructura de votación que se obtenga, aun en caso de ganar el sí, ya habrá perdido (victoria pírrica) porque es tal el nivel de oposición que los problemas de gobernabilidad están asegurados. Pero un camino similar se abre, incluso, de ganar el no, como lo esperan los partidarios de esta opción. Las encuestas ni descartan ni consideran un eventual voto oculto que se manifieste como resultado de una oposición silente, por parte del chavismo, a la reforma. Tampoco consideran la eventualidad de un fraude que luce como posibilidad más remota, ahora, que en el pasado. Pero tampoco hubo cómo reflejar un clima de opinión más o menos galvanizado en torno a no reconocer una eventual victoria del sí, que el Presidente denunció temprano y al cual le ha salido al paso Petkoff, no de manera irresponsable, sino por el contrario, asumiendo la lógica de los acontecimientos. ¿El tercer no de Goicoechea? Quizás, pero antes del tercero va el segundo y cualquier previsión al respecto, obviamente no puede ser del dominio público.
Hay que considerar esto, así no sea de nuestro agrado, porque la opción de rebelarse, a diferencia del pasado, goza ahora de una legitimidad que no tuvo antes, pues no se trata de los arrestos de una “oposición golpista” sino de una postura ética asumida por buena parte de la población. Resulta claro que una posición de este tenor nunca sería asumida como válida por el gobierno, pero eso no le quita valor ante los ojos del mundo. Tres relatores de derechos humanos de la ONU han expresado su alarma ante la reforma, el mismo Castro ha denunciado que una guerra civil en Venezuela atenta contra el equilibrio económico dentro de la globalización.
El pasado miércoles, durante una asamblea de profesores en la UCAB, el profesor Elías Pino Iturrieta dijo, refiriéndose al asalto de los motorizados chavistas a la universidad, que ello era “una avanzada del fascismo”, que era una de las muchas que vendrán, “pero esta historia no está terminando, por el contrario, esta historia apenas comienza el lunes, y ojalá que comience con buen pie”. Y para el lunes tiene que pasar este domingo de plebiscito, que cierra un ciclo de cincuenta años y que parece abrir el futuro, con toda su carga de expectativas y de compromisos.
Esta noche velamos por un nuevo día. Tenemos la esperanza de un nuevo comienzo. No descartamos que este y los días que siguen serán difíciles, pero confiamos en que son la siembra de un tiempo nuevo, de encuentro, que cierre las fisuras abiertas por el verbo incendiario. Apelamos a la conciencia de todos y cada uno de los venezolanos, que sepan ver más allá de los botones de la máquina de votación, más allá del beneficio inmediato, en los ojos del otro, el que está en la acera de enfrente.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Vamos a Miraflores

EL ANUNCIO QUE Ricardo Sánchez, presidente de la FCU de la UCV formulara ayer en la Plaza Brión (pronto, Plaza de los Estudiantes), durante la concentración donde el Movimiento Estudiantil anunció su disposición a ir a votar NO en el referéndum del 2-D, debe ser leído en el contexto de lo que han sido las actuaciones del movimiento, antes que en el contexto de la crisis nacional, porque si bien los estudiantes se han convertido en actores políticos es en ese contexto, lo primero que hay que ver es si ese anuncio –el la marcha del lunes 26 hacia Miraflores- es coherente con lo que se ha venido haciendo y proponiendo.

1.- El movimiento estudiantil se manifiesta en contra de la reforma constitucional. Llega a esta conclusión luego de analizar el proyecto y de consultar opiniones, del mismo modo como lo hace un hijo joven con sus padres, en su casa: con diálogo constructivo y responsable (no olvidar que son “hijos de mamá y papá”). Invita al país a hacer lo propio, respetando los canales institucionales, pero reivindicando la libertad de expresión, el derecho a la protesta, el derecho de organización y el de libre tránsito, pero principalmente, su propia soberanía. Recordemos que el movimiento es percibido por buena parte de la opinión pública como un referente moral, de allí que sus actuaciones prefieran como método la no violencia activa, lo que los hace actuar de manera congruente con momentos trascendentes en la historia política de la modernidad, como el movimiento por los derechos civiles y políticos de los afroamericanos en Estados Unidos, o el movimiento independentista indio, por citar apenas dos ejemplos.

2.- El movimiento persigue el rescate de la institucionalidad democrática del país. Las sucesivas marchas a la Fiscalía, Tribunal Supremo de Justicia, Asamblea Nacional, CNE, (sólo les falta la sede del Poder Ejecutivo) entregando documentos, constituyen una declaración colectiva de su voluntad de desmontar la polarización. Conciben que es imposible que los venezolanos que disienten del proceso no puedan llegar a las instancias (diríase que conculcadas) del estado. Abogan por la reconstitución del espacio público, que ha sido privatizado –hegemonizado- por una parcialidad política. Pero también persiguen contribuir con la recuperación de la legitimidad para la disidencia política, perdida a raíz de los sucesos del 11 de abril de 2002. Una parte de este proceso le correspondió a Rafael Rosales en Diciembre 2006, cuando reconoció el triunfo del Presidente, pese a las posturas de la oposición radical. Otra parte importante la está haciendo el movimiento, pero aun falta que buena parte de los sectores políticos y de la sociedad civil del país se estructuren en algo más tangible y menos contingente que “salir de Chávez” pues ese no es el problema: las causas que hicieron posible la emergencia del chavismo aun existen, y no será sino con un proyecto político nacional alternativo como se les hará cesar. Y eso es una tarea que excede, en tiempo y en esfuerzo, la jornada de diciembre.

3.- El movimiento acciona para desmontar las dos polaridades: la del chavismo armado y la de la oposición radical, que al convocar a la abstención deja la puerta abierta al fraude. Quizás la hipótesis menos considerada, en torno al posible fraude, puede formularse en estos términos: si los chavistas tienen estudiada la abstención, nada les cuesta poner a votar con cédulas falsificadas a quienes saben que van a abstenerse, y eso es indetectable. (Hagan la prueba, busquen a sus profesores de estadística y estudien esa probabilidad de esta ocurrencia a través de la base de datos de http://www.esdata.info/.) De allí que quienes en nombre de no darle legitimidad al proceso llamen a la abstención, estarán haciéndole el favor, permitiendo se accionen los mecanismos de la “profecía autocumplida”. Ir a Miraflores, en este contexto, no persigue darle la razón a la “marcha sin retorno”, sino por el contrario, quitar de en medio la división de la ciudad en zonas. El gobierno denuncia una doble agenda con este evento, la búsqueda de “la chispa que incendie la pradera” sin dejar ver que el movimiento ya ha sostenido que su objetivo no es derrocar al presidente, sino la defensa de los derechos civiles y políticos, que estiman amenazados por el proyecto de reforma constitucional. No sé cual va a ser el contenido de la carta que van a entregar, aunque me atrevo a especular que solicitará que el Presidente retire la iniciativa e inste a la Asamblea Nacional a hacer lo propio. Y tiene que ser en Miraflores, porque ahí están sus oficinas. Y ahí es donde hay que preguntarse: ¿con qué argumentos el gobierno prohibiría una marcha pacífica hasta Miraflores? ¿El de que se trata de una zona de seguridad nacional? El TSJ está en una y se dejó llegar una comisión, desde una nutrida marcha. La Asamblea Nacional también está en otra y se procedió igual.

4.- Ni al gobierno ni a los estudiantes ni a la oposición les conviene que haya violencia en esa marcha. Los únicos beneficiados de la polarización radicalizada son el gobierno y cierta oposición que a fuerza de circular en la misma agenda política del gobierno, ha terminado pareciéndosele. Si hay violencia roja se sabrá que fueron mandados por el gobierno. Si hay violencia azul, se pensará que fue la derecha radical (que cada día creo más que es la que en verdad se entiende con el mandón). Pero si se llega a Miraflores y se entrega la carta, habrá ganancia para todos. Es hora de que en Miraflores comiencen a implementar el control de pérdidas.

5.- Sin embargo, esta marcha es completamente inviable en esta fecha, por un vicio de ilegitimidad en la decisión: no hubo consulta a lo interno del movimiento. A muchos sorprendió el anuncio de Sánchez, pero especialmente a los estudiantes. La jugada es inteligente y creo que las líneas que preceden, valoran la singularidad del gesto. Pero el mensaje del movimiento tiene que ser fuerte y claro, y eso pasa porque todo el mundo lo conozca y se compenetre. Volver a Miraflores tiene un extremado valor simbólico para el país, porque desde el 11 de abril de 2002, desde los nunca esclarecidos hechos de Puente Llaguno, este país está dividido, polarizado y a muy poco de una guerra civil. Y no es lo mismo que volvamos todos, a entregar una carta al Presidente, a solicitar que retire el proyecto de reforma constitucional, que a exigirle su renuncia., pero para eso es bueno que se sepa a qué se va, para que el país los acompañe, nos acompañe.

El lunes no, muchachos. ¿Qué tal el miercoles?


A veces, para llegar a un lugar es necesario un mapa, bien sea topográfico, conceptual, estratégico, etc. Este, es un detalle del mapa correspondiente a la zona, de las páginas blancas de Caveguías. Disponible en http://www.caveguias.com.ve

PD: Ya había publicado esto cuando llegó el anuncio del mismo Ricardo Sánchez, de que se suspendía la marcha a Miraflores. Está bien, pero tampoco la idea es descartarla como opción.

PD de la PD: las declaraciones del Presidente, de que Miraflores es "territorio liberado" del "pueblo" y que allí no hay cabida para la oligarquía de los "hijos de mamá y papá" dan otra luz para leer este artículo. Ojo que "deseos no empreñan"


viernes, 16 de noviembre de 2007

Robert Serra pide debate

UNO PODRÍA PENSAR que la petición de debate hecha por el bachiller Robert Serra, en el seno de su universidad, sobre la reforma constitucional, carece de legitimidad, considerando que ha habido un cambio de posición, sin mediar unas explicaciones que eran francamente necesarias. Un día llama a sus compañeros –no los de clases, los de militancia- y los rebautiza con el nombre de Pueblo y los insta a tomar la universidad, subrayándola como enemiga del proceso que lidera ya-sabemos-quién; y el otro se presenta con una manifestación de escasas 50 personas, a protestar frente a la Conferencia Episcopal Venezolana por sus pronunciamientos en relación con la reforma y de paso entregar un documento en la universidad, dado que está tan cerca. Vale señalar, también, que más temprano, intentaron armar una manifestación “popular” con concentraciones en la redoma de La India de El Paraíso y en la estación del metro de Antímano, aparentemente sin mucho éxito. El pueblo “rojo, rojito” o se sumó a la protesta, y eso que estaba convocada desde el lunes… ¿Cambio de planes? ¿Cambio de estrategia? ¿Adecuación a la Contingencia? Pareciera que un poco de las tres.

Recordemos, por lo pronto, algunas cosas que están relacionadas con el debate y con su solicitante.

1. La primera petición de debate entre universitarios de tendencias diferentes ocurrió en junio, luego de la lectura del comunicado en la Asamblea Nacional (la tarde de las franelas). Se había decidido un debate televisado sobre temas vinculados con los derechos civiles y políticos y debía haberse realizado en la Universidad Bolivariana de Venezuela; se había elegido una metodología basada en los debates televisados en el marcho de una campaña presidencial y faltando horas para su realización, la Comisión Presidencial Estudiantil lo suspendió aleando poco tiempo para la preparación. ¿No les suena parecido al argumento empleado para el recurso e amparo introducido ante el TSJ sobre el aplazamiento del referéndum para febrero? Pero así van las cosas con la razón instrumentalizada.

2. Al bachiller Serra nunca se le ha negado su derecho de palabra en la Universidad. Es cierto que una vez se produjo un incidente en la feria de comida rápida, donde un numeroso grupo de estudiantes le arrojó dinero para compensar en que éste perdía durante los días de protesta de junio pasado y que él mismo reclamó. Pero también es cierto que él mismo acudió a ese sitio con una cámara de televisión para producir un pseudoevento que le sirviera como elemento propagandístico para la Hojilla. Y también es un hecho público, notorio y comunicacional que estuvo presente en una asamblea estudiantil en el Aula Magna de la UCAB, y que fue escuchado. De allí que él no puede alegar que por el hecho de que su posición sea minoritaria en la universidad, esta comunidad lesione sus derechos individuales.

El movimiento estudiantil no rehuye el debate, por el contrario, lo fomenta. Nada se pierde y por el contrario, mucho se gana, al contrastar las posiciones y exponerlas de cara al país. ¿Quiere el gobierno, en su condición de promotor de la Comisión Presidencial Estudiantil, transmitir el debate en cadena nacional? Pues está bien, sobre todo cuando el CNE los eliminó por considerar que la sociedad estaba suficientemente informada del contenido de la reforma (así las encuestas señalen lo contrario, así Eleazar Díaz Rangel apele a la referencia histórica para decirnos que históricamente las constituciones no se han consultado, por lo que el que se haga esta consulta ahora es una concesión graciosa del estado y que no hay que ponerse muy exigente, sino más bien conformarse con lo poco). Lo que no puede cederse es la locación: al fin u al cabo, es una petición hecha a la institución, la cual tiene el legítimo derecho, por ser la destinataria de la solicitud, pero también como parte agraviada de ataques y difamaciones, a establecer las condiciones de este debate.

¿Y cuáles pueden ser unas condiciones dignas para ese debate? Aquí, modestamente, quisiera proponer algunas:

a) El debate tiene que ser de estudiantes, únicamente. Es justo reivindicar el carácter corporativista de la universidad, corporación a la cual pertenece el propio bachiller Serra. Que venga acompañado de otros estudiantes oficialistas, que quieran debatir.
b) El debate debería centrarse en la reforma, considerando el articulado original y las modificaciones propuestas, y en sus implicaciones para la sociedad venezolana.
c) En ningún momento pueden aceptarse descalificaciones ni ataques personales o institucionales, como estrategia discursiva en el curso del debate.
d) Se aceptará el argumento de que la reforma es la base para la construcción del Socialismo el Siglo XXI, si y sólo sí se explica en que consiste este socialismo, en dónde estriba su diferencia con el socialismo democrático, o con el “Estado Social de Derecho” consagrado en la Constitución vigente. Y si además se explica por qué se procede con la hegemonía revolucionaria y la demonización –criminalización- de la disidencia, si lo que se pretende –si es que se pretende- es más, mayor y mejor democracia.
e) Se escuchará con mucha atención la explicación que se le dé a la ampliación y concentración de poderes en la Presidencia de la República, que la propuesta de reforma consagra.
f) Se explicará con claridad y transparencia las razones por las cuales se considera que la reforma constitucional es “moralmente inaceptable”.
g) El debate debe realizarse en un lenguaje sencillo, de fácil comprensión por el público en general, y especialmente por las clases excluidas de la población nacional.

Considero que estas condiciones, junto con otras e carácter más operativo, como el tiempo de intervención podrían garantizar que el debate transcurra con normalidad, teniendo una eficacia de cara al pueblo venezolano y no sólo a una facción. Queda del Movimiento estudiantil proponer estas reglas de juego, y del Bachiller Serra aceptarlas, con el valor y la confianza que le da ser un estudiante universitario, y de la UCAB, para más señas.

Ayer por la mañana, en el grado de los programas de Estudios Avanzados en Comunicación y Política y Libertad de Expresión y acceso a la información, el rector nos conmovió con la lectura de una página de los anales de la UCAB: como fue la participación de esta naciente alma mater en la jornada de protesta nacional del 21 de noviembre de 1957, días antes del plebiscito del 2 de diciembre de ese mismo año. Esas jornadas de protesta dieron origen a la celebración que hemos tenido, desde hace 50 años, de ese como el día del estudiante. Hoy, la católica no ha rehuido su compromiso y el rector ha sabido dar cumplimiento al legado de liderazgo del Padre Bartola. En cuestión de horas, le corresponderá a la UCV marcar una nueva página brillante en la historia de los movimientos estudiantiles del país. Yo tengo dos casas por las cuales me declaro universitario, y por ambas me felicito, en este momento de la historia. La marcha de los estudiantes oficialistas fue un auténtico “rugido de ratón”, pero no hay que bajar la guardia. ¡Adelante, muchachos! (La foto es de El Observador de RCTV, nótese que fue tomada desde los edificios de Montalbán)

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Los rusos también juegan

Hace algunos años, era Zagallo el director técnico de la selección brasileña de fútbol, y en la víspera de un partido amistoso con la selección rusa, analizaba la estrategia a seguir: “Kaka la pasa Roberto Carlos, Roberto Carlos a Ronaldo, Ronaldo a Ronaldinho y gol”. Bien, pero en eso uno de ellos dijo. Pero los rusos también juegan”. Y así quedó la frase como emblema para recordarnos que ninguna estrategia funciona si no considera las posibilidades de los adversarios.

Mañana, la UCAB recibirá la visita de una manifestación oficialista, para protestar las protestas del movimiento estudiantil. No se sabe si será una protesta pacífica o si será violenta, en el uso de la violencia triangulada que el oficialismo nos tiene acostumbrados, cuando nos golpea al tiempo que nos pregunta y nos afirma: “¿pero por qué me pegas, si yo soy débil? Tú eres un fascista”. Ambos escenarios son factibles. Pero hay varias cosas que es muy importante que el movimiento estudiantil digiera, tanto en lo táctico como en lo estratégico:

  1. No es lo mismo salir a descargar la ira frente al “atrevimiento” de los oficialistas, que defenderse frente a una agresión directa. Lo primero no conviene al movimiento porque da argumentos para la triangulación, además de que supone una contradicción flagrante frente a la no violencia activa, base de su acción política y del discurso de su legimitidad, es importante prever en los escenarios, recursos defensivos antes que ofensivos.
  2. Hay procedimientos en fiscalía abiertos, y no es de extrañar que un desenlace violento de esta protesta sirva para justificar procedimientos penales a los actores universitarios (ya sabemos que el gobierno ha judicializado la política y ha criminalizado la protesta estudiantil)
  3. La ley resorte impide la transmisión de los acontecimientos en tiempo real, lo cual permite la formación de matrices de opinión dentro de los bandos en conflicto, que se suman a las preexistentes y que terminan anulando la importancia de cualquier tipo de pronunciamiento, por la contingencia de las agendas informativas (además de que supone un espacio de tiempo donde puede pasar cualquier cosa entre los hechos tal como ocurrieron y las versiones que se elaboren de ellos).
  4. La “toma” de la UCAB es la antesala a la toma de la UCV, que el viernes está en elecciones.
  5. Los rusos (en este caso, los oficialistas) están pasando por algunas dificultades producto de sus disensiones internas. La tesis del “enemigo externo” siempre los ha cohesionado. Si nos comportamos como enemigos, ellos lo serán. Si nos mantenemos con estoicismo, sin caer en provocaciones, será más difícil de justificar la agresión.

Esperemos la visita de mañana con valor y con conciencia de lo que nos estamos jugando. Hagamos escenarios y tomemos previsiones, pero siempre desde la identidad colectiva que se ha venido construyendo, que hay que preservar. No cambiemos el objetivo ni las reglas de juego del movimiento, por las emociones que, aunque legítimas, no permiten pensar con claridad lo que está en juego. Hay que pensar la jugada de los rusos, pero también la propia, la que la sucede.

viernes, 2 de noviembre de 2007

Inaceptable











CUANDO LA CONFERENCIA Episcopal Venezolana en su comunicado sobre la reforma constitucional la califica de moralmente inaceptable, los discursos y los hechos parecen mostrar que, finalmente, se está formando un consenso en la oposición, que sortea –no sin peligros- el falso dilema de ir a votar o abstenerse. Falso, porque es parcial, porque su solución antagónica no resuelve el problema, que en este caso es el modelo de país al cual nos dirigimos.

La apelación a la moral según el enfoque de la doctrina social de la iglesia conjunta argumentos teológicos y filosóficos, teniendo como foco la dignidad humana, la condición de sujeto del ser humano y el derecho de rebelión que todo sujeto humano tiene en nombre de su dignidad, incluyendo en este derecho, la legítima manifestación moral de la “justa cólera”. No es crucialmente antagónica con las concepciones morales de la modernidad, porque permite “obrar de tal modo que todo lo que se haga sea susceptible de convertirse en ley universal, considerando al hombre como un fin en sí mismo” (Kant), pero sí lo es, de las morales contingentes, las que se acomodan a la razón pragmática (“el fin justifica los medios”), o su versión criolla, el “como vaya viniendo vamos viendo” que tanto nos caracteriza y tanto nos impide una buena vida como pueblo.

Sencillamente, la reforma es inaceptable porque ella es un mecanismo que consolida un proceso que lesiona la dignidad humana, que mal llaman revolución. Lesiona los derechos de todos en nombre de las mayorías excluidas, cuando en una república el beneficio debe ser para todos (a menos que no se quiera tener república, ya que no se ha podido tener, desde hace mucho); lesiona incluso los derechos de esa mayoría, porque cobra un precio demasiado caro por la inclusión: la pérdida de la libertad individual. Yo se lo describía a un buen amigo, el otro día en estos términos: supongamos que una mujer decide prostituirse, bien porque no sepa hacer otra cosa, porque no tenga medios de subsistencia, porque su entorno social no le permita otra cosa (e incluso por sinvergüenzura), y en algún momento quisiera dejar el oficio. ¿Qué puede llevarla a querer eso? Que la maltraten los clientes o las fuerzas del orden público, en un operativo de “profilaxia social”, que la censura social se le haga insoportable, que la explote su proxeneta, que se enferme o peor aun, que envejezca y ya no tenga mercado para sus servicios, entre otras razones. ¿No ocurre algo semejante con la gente humilde, buena pero ignorante, que no conoce sino el populismo clientelar como modo de participación política? ¿Cómo se le explica a la gente humilde, que se beneficia de las misiones, que el costo de su bienestar presente es su libertad, en el futuro inmediato? ¿Puede convencérseles? ¿Cómo?

Ahora bien, exigir el retiro de la reforma, porque es inaceptable (ponga usted las razones: morales, jurídicas, democráticas, históricas, etc.) resuelve el dilema votar/abstenerse de la oposición, lo vuelve irrelevante por la apelación a un principio superior bajo el cual reunir las voluntades políticas, para exigir: a) que se posponga el referéndum para que la gente tenga algo más que un mes para discutirla y tomar decisión o b) que el Presidente la retire, y ello supone la radicalización del conflicto. Y vale decir que si pido tiempo para discutir no puedo rechazar de entrada la reforma, aunque sí pueda rechazar el procedimiento seguido, que también es inaceptable, precisión que es necesario que el movimiento estudiantil haga, en nombre de la coherencia.

Exigir el retiro de la reforma plantea, de suyo, la manifestación de una advertencia: el Proponente (el stablishment, no el Presidente solo) debe retirarla pues el pueblo opositor a la reforma (que no el pueblo opositor al Presidente: en esta contingencia no son los mismos) así lo exige, y estará dispuesto a radicalizar las acciones de protesta hasta conseguir su objetivo. ¿Qué significa eso? Se verá, según el tipo de acciones que se sigan, en el modo en que estas acciones se estructuren, en la calidad de los actores políticos que intervengan, en la moralidad de los pactos que se suscriban y en el respeto que todos los suscriptores tengan de los mismos; en eso estribará la diferencia, de este lance con los anteriores.

La Conferencia episcopal titula su comunicado “llamados a vivir en libertad”. Hay en el sentido de sus palabras una referencia –velada- a la famosa carta pastoral del 01 de mayo de 1957 de Monseñor Arias Blanco, donde éste sostiene que “la Iglesia no solo tiene el derecho, sino que tiene la gravísima obligación de hacer oír su voz para que todos, patronos y obreros, Gobierno y pueblo, sean orientados por los principios eternos del Evangelio en esta descomunal tarea de crear las condiciones necesarias de vida para que todos los ciudadanos puedan disfrutar del bien estar que la Divina Providencia está regalando a la nación venezolana. (…) Cuando la Iglesia aboga por vuestros derechos y os recuerda vuestros deberes, amadísimos trabajadores, simplemente está reclamando que en todos los aspectos de vuestra vida, en los aspectos económico, cultural, sindical, social, moral y espiritual, se respete la dignidad de persona humana que en todos y cada uno de vosotros Dios ha colocado. Entre el socialismo materialista y estatólatra, que considera al individuo como una mera pieza en la gran maquinaria del Estado, y el materialismo capitalista liberal, que no ve en el obrero sino un instrumento de producción, una máquina valiosa, productora de nuevas máquinas en su prole, está la doctrina eterna del Evangelio, que considera a cada uno de nosotros, sin distinción de clases ni de razas, como persona humana, como hijo de Dios, como base y fuente de los derechos humanos”.


Y esto, que no lo olvide nadie: la iglesia católica, como cualquier otra iglesia, no es sólo la jerarquía: es principalmente la asamblea, la comunidad de los fieles, por la cual hablan obispos y cardenales. Nadie en su sano juicio pone una “miasma” en su cabeza, señor Presidente, y al juicio es que se apela, en esta hora.

Por supuesto que criminalizar la protesta y reprimirla con violencia es inaceptable, pero hay que tener cuidado con hacer lo que se predica, siempre, aun en las horas más radicales, porque el movimiento estudiantil es de profunda referencia moral
(Esta foto fue publicada por noticias24.com, del portafolio de Harold Escalona e Iván González, publicado por Elmundo.es)

martes, 23 de octubre de 2007

de rodillas

No es lo mismo estar "rodilla en tierra"
que estar arrodillado.
Que cada quien juzgue en cual posición se encuentra mejor.

¡Bien muchachos!

domingo, 14 de octubre de 2007

Apuros

ES, POR DECIR LO MENOS, sospechosa, la excesiva prisa que tiene el gobierno por aprobar la reforma constitucional. Primero tres discusiones en la Asamblea Nacional “sin que le quiten ni una coma”, más bien, con el añadido de 25 nuevos artículos reformados para un total de 58 artículos –de 350 dirán, eso todavía es una nadería- pero cuyos alcances nos colocan en un nuevo proyecto de país, por mampuesto y a contravía de lo que ha sido el proyecto nacional venezolano. Y no lo digo yo: lo dicen algunos historiadores, como Germán Carrera Damas, lo dice el señor presidente en su rol de utopista contemporáneo.
25 nuevos artículos, cuando incluso los 33 anteriores no eran conocidos por la mayoría del país. 25 nuevos que se suman a la carrera por el socialismo del siglo XXI (curiosa ironía que no se capta sino ahora: los motores son para correr). La Asamblea hace válido su derecho a reformar la Constitución, consagrado por ella misma en el artículo 342, como antes lo hizo el Presidente de la República, en consejo de Ministros, como sólo faltaría por hacer al 15 por ciento del padrón electoral, con el protocolo correspondiente ante el CNE. El parlamento corre para rematar el 16 la tercera discusión de la reforma pero resulta que no es una reforma, son dos, la del presidente y la iniciativa de la Asamblea, a la cual le faltan dos discusiones, por lo que aquello de “matar dos pájaros de un mismo tiro” no es tan así.
Y si de ironías hablamos, falta saber cómo si la Asamblea promueve el Parlamentarismo de calle, si es –o debe ser- la primera instancia interesada (¿o no?) en que el proyecto se discuta, se empeñe en aprobar una segunda reforma a espaldas del país. Y la pregunta obliga: ¿Para qué tantas reformas?¿Por qué tanta prisa en aprobarla?¿Por qué para el oficialismo es tan vital que el referéndum aprobatorio se realice el 2 de diciembre? (otra ironía: ¿no había una fecha mejor? ¿o es que se les olvida que el 2 de diciembre de 1957, Pérez Jiménez perdió el plebiscito que dijo haber ganado, y eso precipitó el alzamiento nacional que terminó el 23 de enero de 1958? ¿O será que no les molesta la asociación con el perezjimenismo? ¿Será que Biardeau tiene razón con que esto va a ser un “socialismo plebiscitario”?)
Y de todas las explicaciones que escucho –o que se me ocurren- la que me parece más plausible es la que involucra en el análisis un nivel de rechazo creciente por la reforma, aun dentro de las mismas filas chavistas, no sólo por el contenido, sino también por la forma en que se ha venido “discutiendo”. Los dirigentes están “corriendo hacia adelante”, y han de saber que muchas batallas se han perdido por este tipo de acciones, baste para muestra, algunas de Napoleón Bonaparte. Un análisis de situación puede argumentar la urgencia de la reforma en estos términos: se requiere la legitimidad instrumental de una reforma constitucional, para legitimar el paso a un “socialismo revisado (sea petrolero, tropical o del siglo veintiuno) ” que consolide el poder de una nueva burocracia, dentro de un capitalismo de estado, burocracia capaz de cooptar todos los espacios de poder de la nación y ante la cual no haya mayores oposiciones en el plano internacional, no sólo porque se cumplen las “reglas de juego” democráticas, sino porque hay garantías para el capital foráneo (no todo, claro está, sólo el que le interesa a la burocracia), determinadas, entre otras cosas, porque al cooptar, la administración copia el esquema de las democracias corporativas (tipo Estados Unidos), es decir: no deja de tener razón Douglas Bravo cuando sostiene que esta constitución es neoliberal (aunque yo diría más bien que este gobierno tiene prácticas neoliberales, pero es que así es el ur-fascismo).
El empecinamiento por la fecha tiene que ver con consolidar el control social antes de que se produzca una reacción colectiva ante los acontecimientos programados: el cambio de esquema monetario, los cambios en el esquema de propiedad, las elecciones regionales de 2008, la puesta en marcha de la nueva geometría del poder, etc… Y vale preguntarse: ¿Ese es el comienzo de la democracia participativa? ¿Para eso fue que se trajeron a Toni Negri de asesor, para que al explicar su idea de la multitud, fuera convenientemente vaciada de contenido original y empleada como referente para la idea de las comunas? Como la parisina de 1871. ¿Cooptar las comunas? ¿Cooptar los consejos comunales?
Mi análisis particular no descarta esta lógica, pero quiere creer que independientemente de cual vaya a ser la decisión final de la oposición, si ir a votar no, para improbar la reforma, o abstenerse por la desconfianza en la independencia del poder electoral, sin descartar tampoco a los chavistas que quieran realmente este cambio de sistema y voten sí, que haya discusión es una ganancia democrática para nuestro país que tanta falta le hace, porque esta discusión permite aprender a diferenciar al líder del proyecto, a entender la importancia de una constitución, a comprometerse con la construcción de la República como el ámbito de lo público –lo común a todos-, a diferenciar referéndum de plebiscito, a no llamar enemigo al adversario, a no delegar en forma irresponsable la soberanía, a participar. Y en esta discusión, los estudiantes tienen un papel ampliamente protagónico: pueden contribuir rápidamente a articular en las comunidades los espacios de reflexión sobre la reforma. Pueden llevar extramuros el debate que en las universidades se dé, y viceversa: llevar a la academia los ecos de las voces de calles y plazas, con legitimidad, sin que nadie venga a llamarlos golpistas conspiradores ahora, cuando no lo hizo en junio. ¿Por qué antes no y ahora sí?

Cuando se vio a los monjes budistas protestando por las calles de Rangún, mucha gente pensó que eran capaces de tumbar esa dictadura militar, por su sola autoridad espiritual, o cual es el destino de los utopistas que pierden el apoyo del pueblo. Pareciera haber repliegue, luego de la brutal represión, pero no tengo la menor duda de que lo harán, su razón se impondrá por encima de la conveniencia geopolítica o el negocio energético. Esta foto va en homenaje a quieres nos han recordado, en estos días, el sentido de la humanidad.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Efecto paraguas


MAÑANA MARTES, el Parlamento Estudiantil, el bloque intergremial e intersindical y la Conferencia Episcopal Venezolana tienen una reunión para tratar el tema de la reforma constitucional y cómo organizase frente a ella. Son muchas las cuestiones que deben dirimirse, lo que sin duda, dará pie a otras líneas, pero ello se hará en su oportunidad.

Por lo pronto, hay un tema que me inquieta, y son las relaciones que el movimiento estudiantil puede tener con el resto del país, ahora que se está institucionalizando. El otro día, conversaba con un amigo sobre las relaciones de los estudiantes con los partidos políticos, sosteníamos que ya es hora de dejar de jugar a la reacción antipartidos, pero está el dilema de que, no siendo el movimiento estudiantil un movimiento partidista, ¿qué tipo de relaciones pueden plantearse que no desnaturalicen la condición de referente ético que el movimiento reclama para sí? ¿Es legítimo que un dirigente estudiantil milite en un partido? Y la respuesta que se me ocurre es “depende”.

En otras entradas lo he dicho y ahora insisto: el movimiento estudiantil es un movimiento ético, está llamado a aglutinar fuerzas en torno a un proyecto de país que despolarice el escenario político, para ello debe formar de entre su seno a líderes con vocación transpersonal, que deben copar otros espacios que vayan más allá del movimiento, fuera de la corporación universitaria. Se trata de verlo como un paraguas, que cubra instancias organizativas diversas, pero que garantice el liderazgo en cada una de ellas; no como cooptación, porque no se trata de que la corporación universitaria se constituya en un lobby, sino que sus integrantes formen parte de instituciones donde puedan ejercer el liderazgo para el cual se forman. Claro, queda de los estudiantes elegir las organizaciones donde van a participar y comprometerse a accionar en ellas, de la misma manera como lo harían en el seno del movimiento: con profundo sentido democrático, con vocación incluyente, defendiendo los derechos civiles y políticos, con responsabilidad para con quienes apoyan la causa y no merecen “quedarse en la estacada”. Y queda en manos del país político reconocer la legitimidad de este esquema y vigilar por que haya congruencia entre lo que se dice y lo que se haga, para que nuestros jóvenes no sucumban demasiado temprano ante la realpolitik.

Si esto se hace bien, los cuadros de Podemos, Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia COPEI/ Partido Popular o Un Solo Pueblo tendrán relevo dentro de la tercería, desmontarán la polarización y podrán alinear sus baterías hacia la construcción de un nuevo proyecto de país; adicionalmente, las Organizaciones de la Sociedad Civil podrán tener dentro de sus filas a miembros ganados para el empoderamiento de las comunidades, vía Consejos Comunales o cualquiera otra instancia de participación. Los gremios recibirán dentro de sus filas a los nuevos profesionales que formados en esta nueva conciencia política los replanteen de cara a la construcción del proyecto de sociedad venezolana. Por otra parte, quedará de estos partidos el capitalizar las lecciones aprendidas durante los años del Pacto de Punto Fijo, en especial las limitaciones de la cooptación, la necesidad de contar con estructuras políticas flexibles, democráticas, participativas y de fuerte contenido ideológico (para evitar las tentaciones pragmáticas y las corrupciones, de distinto signo), la necesidad de que los intereses institucionales, sectoriales, gremiales o sindicales no queden supeditados ante el interés del partido sino por el contrario, sean reconocidos, respetados y fortalecidos desde la operación política de los partidos.

Pero en la coyuntura hay un acuerdo que priva, y es la estrategia a seguir frente a una reforma ante la cual el movimiento ya tomó posición contraria. Es necesario considerar todos los escenarios posibles de cara a diciembre, pero principalmente uno: la posibilidad de que algún sector decida dar un golpe de estado, lo cual sólo beneficiaría al gobierno, circunstancia que hay que denunciar hasta desmontar, so pena de repetir los errores del 11 de abril de 2002.
Otros dos escenarios a considerar pueden ser: a) Vamos a votar no, el 9 de diciembre (o después, si se logra contrarrestar la presión que el gobierno le imprimió a todo el proycto) de manera masiva. Para ello hay que hacer un mercadeo político cara a cara con las comunidades, en una proporción de prácticamente 1 x 1, que permita sumar no menos de 7 millones de electores (que deberán ser más si se aprueba el voto para los mayores de 16 años) por el No, con los cuales poder salir a cantar fraude en caso de haberlo, al día siguiente; y b) Vamos a llamar a la abstención masiva y a trabajar paralelamente en la convocatoria a una Asamblea Constituyente Originaria, previa denuncia de la inconstitucionalidad de la reforma, presionando frente a los obstáculos. Se recomienda la instalación de salas situacionales para procesar este insumo para la toma de decisiones, y no desmeritar las encuestas, pero si la van a hacer asesórense, no pongan todos los huevos en una misma canasta, como hicieron los justicieros, recientemente.

La foto es de la sesión del parlamento estudiantil en la calle, en la Plaza Brion de Chacaíto, cortesía de Frances Hung, disponibles en Flikr: http://www.flickr.com/photos/fotosfrench/

miércoles, 15 de agosto de 2007

Parlamento


























PARA EL FINAL del día, el Presidente hará público su proyecto de reforma constitucional.
No se esperan sorpresas sobre el papel de trabajo ya conocido (aunque puede haberlas, quién quita), ni sobre el espíritu de los cambios “revolucionarios”. La reforma constitucional –tal cosa apuntan los signos- consolidará el autoritarismo del presidente y el totalitarismo de su gestión, de ser aprobada, cosa que luce muy probable, si se repite el esquema de las elecciones anteriores: mucho dinero para repartir, para comprar el voto; una estrategia que afianzada en la confrontación presente una vez más al Presidente como aliado de los débiles, frente a una oposición aliada con las oligarquías y el imperio.

Eso lleva a pensar que no tiene sentido oponerse a la reforma, cosa que, reiteramos, es lo que Chávez espera: que lo satanizen para él hacerse el víctima y enarbolar el discurso del líder de los pobres ungido por Dios, que tan buenos dividendos le ha dado. Mal hará la oposición en oponerse, pero peor harán los estudiantes tomando partido en este aspecto, cuando podrían más bien sumar fuerzas a la tercería, promoviendo los espacios de diálogo para la construcción de un proyecto alternativo de país.

Para ese propósito, el Parlamento Estudiantil es clave.

Una y otra vez sostenemos que el principal problema de la democracia venezolana no lo representa Chávez sino el diseño del Estado que surgió de la Constitución de 1999, el cual permitió que un poder secuestrara a los otros, consolidando la vocación totalitaria de Chávez. La reforma no corregirá los problemas que este contrato trajo consigo, pero quizás una nueva Constituyente sí.

Podría asegurar –y apostar, incluso- que la reforma presidencial no aborda el problema de los dos niveles de democracia (representativo – participativo), que no prohíbe la cooptación de los poderes en nombre de la razón de estado (práctica que está bien para corporaciones y empresas, pero el estado venezolano ni es corporativo ni es burocrático, ¿o sí?); que no democratiza realmente el Estado, cosa que tampoco hizo la Constitución de 1999, en nombre de la garantía de un gobierno fuerte que pusiera coto a nuestros males.

Podría asegurar que la reforma del Chávez constituyente no plantea más que una reedición del cesarismo democrático donde el hombre fuerte del gobierno se legitima por la falta de cultura política del pueblo, y esto ¿cuándo se subsana? Y sin embargo esta - la del déficit democrático- es una de tantas consignas de izquierda conculcadas por los partidarios del proceso, sostenidas como precarias fortalezas de un movimiento al que el pragmatismo político hace que cualquier ideología le desluzca, y todo por la falta de ética.

Creo que llegados a este punto de la crisis de liderazgo político en el país, hay más gente convencida de que no se trata de líderes a quien seguir (o la carencia de ellos), sino de proyectos de país que llevar a cabo. Y la reforma constitucional ofrece un escenario inmejorable para plantear este tema, pero no dentro de ella, sino enfrente, en la acera de la calle donde está el pueblo.

¿Cómo se subsana el déficit democrático si no es abriendo espacios para la democracia, espacios de difícil cooptación, que le permitan a todos y cada uno de nosotros participar trascendiendo la idea del partido? ¿Qué espacios son esos? Pues no son otros que los espacios consagrados por la República para el ejercicio ciudadano: el estado y las instituciones de la vida civil.

El estado venezolano bien podría ser federal, parlamentarista y con un primer ministro como jefe de gobierno. Bien podríamos tener un parlamento bicameral elegido por sufragio universal, y con representación proporcional de las minorías. Los estados bien podrían tener autonomía política dentro de un marco federativo, con estructuras político-administrativas que equilibren la representación con la participación, integrando a las autonomías municipales mediante coordinación de competencias. Los jueces bien podrían ser elegidos por los jurados y escabinos de todo el país, y el Fiscal General, el Contralor y el Defensor del Pueblo pudieran ser designados por el Parlamento al igual que el Primer Ministro, mientras que el Presidente podría ser elegido por sufragio universal, para permitir el equilibrio de poderes que garantice la democracia en el estado y por ende en la sociedad.

Con un diseño así, el poder de los partidos se vería equilibrado por el interés común de todos y cada uno de los ciudadanos, y no sólo el de la hegemonía de los militantes… Pero es seguro que la propuesta presidencial no contempla este mecanismo. Y es que el Proceso consolida uno de los vicios del asambleísmo: simular la participación en debates interminables, para que al final sólo unos pocos tomen la decisión. Y eso lo han sabido explotar muy bien en este tiempo, pues muchos de quienes hoy mandan conocieron el cogobierno de las universidades públicas, y se ejercitaron en las ciencias y artes de la burocratización del poder.

Por eso saludo la formación del Parlamento Estudiantil, porque es un escenario posible y factible para conformar este nuevo proyecto, porque de su dinámica puede surgir un proyecto alternativo de Constitución que enarbolar para la convocatoria de una nueva Asamblea Nacional Constituyente con carácter originario. Sé que los alcances iniciales de este Parlamento lo describen como un ámbito corporativista (es decir, restringido a una corporación: la Academia y los gremios), pero confío en la sabiduría de sus miembros, de saber reunirse con todos los sectores del país para registrar sus voces y sus ideas, y plasmarlas en una construcción colectiva, consensuada y eficaz, que muestre al país cómo se construye un nosotros común para vivir, un país. Justo lo que la reforma presidencial no es.

La imagen expresa mi palabra de elogio por la iniciativa.
Está tomada en préstamo de www.pueblolibre.net


jueves, 19 de julio de 2007

Tercería















DOS COSAS me quedan claras del Foro Interuniversitario en defensa de la autonomía, que tuvo lugar ayer en el Aula Magna de la UCV La primera, que el tema de la autonomía es una avance en la idea de la libertad, dentro del escenario de la defensa de los derechos civiles y políticos, porque si bien quienes más la reivindican son las universidades, todos los sectores sociales requieren autonomía para poder mantener su propia estructura dentro del esquema de los juegos de poder de una democracia. La autonomía está en la base del desarrollo del criterio, sin autonomía no hay posibilidad legítima de elección.

Y la segunda es que, con la alianza entre estudiantes y gremios (con la academia como espacio para el diálogo, de cara al país), parecieran sentarse las bases para un nuevo esquema institucional que fortalezca la tercería, la haga viable como fuerza política que consolide un nuevo proyecto nacional, distinto de la polarización presente. Que el movimiento estudiantil genere estructuras, instituciones de acción política dentro de su seno, distintas de los partidos, me parece un avance, y que los gremios hagan un bloque también. Hace ya mucho rato que estos espacios naturales de la deliberación y la participación política y social que son los gremios, se les echaba en falta frente al avance de la barbarie: los médicos que permitieron la cooptación de la reforma del sistema nacional de salud, con la imposición de Barrio Adentro; los periodistas que permitimos la Ley Resorte, entre otras tropelías jurídicas; los contadores públicos que nada han dicho en torno a la contraloría social o la falta de contraloría general; los abogados que han permitido tanto desaguisado, y hasta ahora, ninguna de estas instancias ha sancionado en modo alguno a quienes aun formando parte de su seno, han hecho tantos desmanes. ¿Qué hemos hecho nosotros los periodistas, por ejemplo, para llevar a tribunal disciplinario a quienes como Desiree Santos, o William Lara se escudan en el ejercicio profesional para avalar –cuando no a servir- a la razón de estado y sus pragmática de fines? ¿Cómo es posible que Bianco, o Maria de Lourdes Urbaneja sigan siendo médicos? ¿Cómo es posible que nadie haya denunciado en el seno del colegio de abogados, la actuación de aquellos juristas que se han prestado para la judicialización de la política?

Los gremios tienen que rescatar su sentido de acción de cara a la República, recuperándose como referencias éticas, así como el liderazgo del movimiento estudiantil tiene que ser transpersonal por las profundas implicaciones éticas que tiene el convertir la solidaridad en bandera política (¿les suena?). Estudiantes, gremios y universidades sí pueden construir una hegemonía (esta vez sí, en su sentido gramsciano) qué oponer al “fascismo de izquierda” de los mandones. Pero la hegemonía necesita un proyecto. Creo que espacios como el foro de ayer contribuyen positivamente a gestarlo, pero será el trabajo de base, el trabajo que los estudiantes desarrollen para empoderar a las comunidades, lo que establecerá la diferencia, porque permitirá restituir la confianza, el bien cultural con el cual construimos comunidades, hoy por hoy, más escaso que todo aquello que no se consigue en supermercados, abastos y mercales.

Los hijos del pueblo que el Radar de los barrios nos recuerda –y que Iria comenta en Resteados, a la cual remito con gusto- representan la esperanza de no pocas familias en el país, de superar un historial de pobreza: deben regresar al seno de sus comunidades, a compartir saberes para construir entre todos, un espacio de inclusión que trascienda la polarización. Se están tematizando las consignas del movimiento, ahora es cuando hay más trabajo, porque hay que sumar la suficiente masa crítica para convencer a quienes todavía apoyan al proceso (que, es necesario decirlo, cada día están más confundidos), de que el problema no es Chávez, sino el estado, y que para poder construir una República para todos, es necesario cambiarlo de manera legítima, con una nueva constituyente originaria.

William Requejo Orobio leyo a nombre del Radar..., un comunicado conmovedor y lleno de esperanza por su sencilla verdad (foto tomada en préstamo de http://radardelosbarrios.blogspot.com/2007/07/mensaje-de-los-barrios-los.html)

miércoles, 27 de junio de 2007

Carta abierta al gremio periodístico

ESTIMADOS COLEGAS. Hoy se cumple un mes del cese de la concesión de RCTV y del comienzo de la protesta generalizada en el país, por la defensa de la libertad de expresión los derechos civiles y políticos. En este mes hemos visto cómo la historia, definitivamente, sí parece comportarse como un sujeto, al elegir como agentes de su propio devenir a quienes representan tres generaciones más allá del esperado “relevo” político, movidas por la pérdida de un referente cultural; y cómo las interpretaciones monistas y deterministas que de ella se hacen –las que describen la historia como accionada por la lucha de clases por la propiedad de los medios de producción- topan con el espíritu del pueblo, ahora encarnado en las manos blancas de la protesta estudiantil, las del pueblo joven que ejerce su ciudadanía, intentando terciar esta guerra civil de baja intensidad que ha dividido en dos el país y le ha dado a una parte el beneficio franco del terreno libre para instaurar un proceso revolucionario que acaso aspira conducirnos a una versión tropicalizada del socialismo real –dictadura del proletariado incluida- y que en el ínterin ha desmoronado y conculcado las instituciones y su razón de ser, cual es la de la defensa de las libertades y los derechos de todos, no sólo de la mayoría.

Lo que comenzó como una protesta contra la medida, luego encontró enlaces conceptuales en temas de proximidad semántica: la defensa de la libertad de expresión como base que estructura -dentro del cuerpo social- el ejercicio de los derechos civiles y políticos; la defensa de la autonomía universitaria como garantía de la libertad de cátedra, que es un ejercicio de la libertad de expresión, y el derecho a la protesta como ejercicio, también, de esta misma libertad. Protestas masivas, pacíficas, con creatividad, detuvieron por un breve lapso el monólogo de uno de los sectores en disputa, a la vez que reivindicaron una identidad distanciada de lo que ha construido la institucionalidad de oposición. Con ello, un pequeño principio de esperanza parece haber surgido, pequeño, pero no por ello desestimable, como una flor en medio del desierto.

Este es un tiempo de barbarie, lo sabemos, a lo que habría que agregar que es también un tiempo de elaborados cinismos, de palabras retorcidas que llegan a significar algo muy distinto a lo que era su concepto original; tiempo de parcialidades negligentes, en el que parece perdida la capacidad de construir un consenso, rota como está nuestra comunidad de habla. De un lado ellos, que todo lo triangulan, que cooptan los proyectos, que han confundido la hegemonía como núcleo duro de una ideología que debe persuadir dentro de un espacio democrático de libertades individuales y proyectos colectivos (Gramsci), para convertirla en práctica de poder predominante de una parcialidad (Trotski). Lobos con pieles de oveja que amparados en la autonomía universitaria –esa misma que hoy no les sirve a sus propósitos- ocuparon cátedras, militaron en movimientos, burocratizaron la protesta y luego se convirtieron, alternativamente, en comisarios políticos y empleados públicos, aspirantes a conformar una nueva burocracia weberiana . Del otro lado, los otros, los que abandonaron los proyectos institucionales, diciendo sin rubor: “primero salgamos de Chávez y después reconstruimos el país” ¿Cuál país? ¿El de ellos? Porque ellos tampoco tenían ya una comunidad de habla, la habían perdido con el pragmatismo de sus prácticas políticas, por los largos años de populismo, por la verticalidad y corrupción de sus partidos y por la falta de proyecto que les impidiera, en suma, traicionar los intereses de sus representados, en nombre de precarias mayorías en el sistema institucional. Ambos, en estos ocho años, con su ética de fines , han eliminado las opciones de la mayoría; sí, la mayoría, la alta abstención que Oscar Schemel, presidente de Hinterlaces identifica como “Ni-Ni”, reclamándoles, cada quien en su mejor tono: “o estás conmigo, o estás contra mí”, con el resultado ya sabido: el declive de las opciones democráticas, la cancelación de toda opción posible de diálogo y este largo deslizarse de una guerra que, sin estar declarada, ya tiene más muertos que en las distintas guerras con que los Balcanes despidieron el siglo XX: Bosnia, Croacia, Servia-Montenegro, Albania, Kosovo, ¿cuántas más? ¿Habría que considerar al hampa también como un actor político, a partir del momento en que se desentraña su identidad cultural?

Pero entre ellos y los otros está la tercera parte: la de los Ni-Ni –los llamaremos así, a falta de un mejor concepto-, la mayoría que optó por la liberación en lugar de la libertad en nombre de las posibilidades –y comodidades- que ofrece la ausencia de compromiso; la mayoría de los hombres y mujeres de este país, tercera parte que no puede clasificarse exclusivamente por edad, sexo, nivel socioeconómico o grado de instrucción, pero que de cara a nuestro conflicto ético y político, se puede definir de manera contingente como aquella que ubicándose de espaldas a los adversarios históricos, apuesta porque la reconstitución de la comunidad de habla tenga la forma de una República democrática, liberal, moderna y con justicia social.

Algunos analistas ya han expresado –Schemel a la cabeza- que los estratos más jóvenes de esos Ni Ni constituyen buena parte del movimiento estudiantil que desde hace un mes viene protestando y que parece tener voluntad de constituirse en movimiento nacional, capaz de convocar a otros sectores del país para generar un proyecto que permita transformar este estado de cosas, en libertad. Pero no son los únicos y en caso de ser mayoría, lo son de una manera muy precaria. También a ello les corresponde ponerse de acuerdo en varias cosas, entre ellas cuál es el tipo de liderazgo que este movimiento ejerce, de cara al país, cómo este tipo de liderazgo va a entenderse con los otros liderazgo legítimos, y muy principalmente, cuál va a ser el proyecto que logre cohesionarlos.

Son pues, elocuentes, las palabras de Fernando Mires cuando advierte que no puede sobrecargarse a los estudiantes con la carga de materias pendientes de una oposición que no ha logrado acordar un proyecto para todos. “Es un error –dice- pedir a un movimiento que recién nace, que los libere de aquello que los partidos políticos no han podido hacer. Tampoco me parece justo imaginar que los estudiantes son la fuerza anti-partido de la sociedad. Hoy viven su momento feliz. Seguro, vivirán todavía otros momentos. Pero una democracia sin partidos políticos es una imposibilidad”.

Y los estudiantes tampoco pueden aceptar esta carga, solos, por más que puedan ser vistos por parte de la opinión pública como una nueva generación de líderes políticos que se forman para el tan ansiado relevo político, herederos del proyecto nacional gestado por una generación, la de 1928. No pueden, porque no son un partido político: ni tienen formación ideológica ni están capacitados para la toma democrática del poder, que a fin de cuentas son los dos aspectos que caracterizan un partido político: su nivel de cohesión ideológica y su estructura de intervención social. Pero sí pueden convertirse en una referencia ética para distintos sectores del país, ejerciendo un liderazgo de guía, con vocación transpersonal; sí pueden predicar la solidaridad con el ejemplo, en las comunidades de excluidos, a través del servicio comunitario; sí pueden aprender y enseñar el reconocimiento del otro como solución estética con lo cual generar un cambio cultural que pueda sentar las bases de una auténtica comunidad de habla como proyecto nacional.

Es en este punto donde cabe la exhortación: ni el código de ética ni la ley del ejercicio del periodismo ni siquiera la jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia norman a cabalidad la estética de las versiones de los hechos que elaboramos para contribuir con la construcción de la realidad social. Ni pueden ni deben hacerlo, lo cual si bien revela el carácter instrumental de estos protocolos de comportamiento, dejan margen al desarrollo de una ética proyectiva antes que una ética prescriptiva, por la vía de la discusión y el consenso intragremial.

No puede presumirse, de entrada, que no se esté actuando de buena fe cuando se le da tribuna pública a los estudiantes, cuando se fomenta el debate o cuando se consulta a expertos para conocer su opinión sobre el movimiento. El problema es que las prácticas de comunicación social requieren de una objetividad que va mucho más allá de la garantía de imparcialidad, el contraste de fuentes o la verificación de la información. Muchos años de doctrina de la objetividad parecen haber anquilosado nuestras capacidades creativas, nuestra capacidad interpretativa o las habilidades de investigación y crítica con las que nos formamos, que hoy se implican en mucho más que la producción de comunicación social de calidad. En el caso del movimiento estudiantil, se requiere dar cobertura y documentar los temas que constituyen la agenda de este sector, comprendiendo la legitimidad de la respuesta ética del movimiento y contextualizándola del modo más preciso, para evitar confusiones, malos entendidos o usos propagandísticos por alguna de las partes de la polarización.

Flaco servicio se hace entonces, a la verdad de este movimiento, y a la potencial opción de una tercería, si se hace un periodismo partidario que invente líderes carismáticos donde no los hay; que espectacularice el discurso político, lo convierta en simulacro, mantenga dispersas y sin contextualización las informaciones generadas por los hechos de este movimiento y con esto se limite su potencial de significación en el contexto de la comunicación social, al nivel de visibilidad alcanzado. El modo tradicional de hacer periodismo puede distorsionar el liderazgo y poner en peligro el movimiento. Y eso debe concientizarlo el movimiento estudiantil, pero también cada periodista en particular y el gremio en general, para estructurar un diálogo con los propietarios de los medios, a fin de lograr un consenso en torno a la manera de dar cobertura informativa al movimiento estudiantil.

El gremio debe rescatar su dignidad como colectivo, en el marco de un nuevo diálogo nacional que esta vez se oriente hacia la trascendencia de la polarización. No será fácil, pues una de las partes considera los mecanismos de una democracia moderna sólo de manera instrumental, útil a los propósitos de mantener una apariencia democrática y cierta legitimidad formal. Pero si se quiere lograr una nueva comunidad de comunicación, se requiere una estrategia de medios y no de fines, la cual puede ser posible mediante la construcción de un espacio con mínimos éticos , cambiando el interlocutor y el contenido, dirigiendo el mensaje a aquellos que están en su legítimo derecho de entender la realidad que viven de acuerdo con sus propios intereses, para ayudarlos a comprender que sin el reconocimiento del otro, no podrá resolverse el problema de la exclusión mutua en la polarización, lo cual mantiene encendida la mecha del conflicto.

Colegas. En esta parte de la jornada nos toca una tarea ardua, la de vigilar que haya aprendizaje de los errores del pasado. Nos toca ejercer nuestro oficio dentro de un conjunto de riesgos que se extienden más allá de nuestra integridad física y ante los cuales no hay medida cautelar que nos pueda proteger. Nosotros, los guardianes de “las palabras de la tribu”, que con toda legitimidad defendemos la libertad de expresión en el marco de los derechos civiles y políticos, tenemos que encontrar la manera de convocar al país para reconsiderar muy seriamente, si ya no es hora de replantearse nuevamente el estado, dadas las fallas de origen que este tiene. Porque nadie da lo que no tiene, y malamente puede este estado conculcado por uno de los poderes, garantizar la libertad de expresión, si dentro de su estructura política no la permite, más bien, la censura, identificando toda crítica o disidencia como una traición; malamente quienes nos mandan, hoy, pueden defender la democracia y los derechos civiles y políticos si no creen en eso. Pero ellos no son el problema, sino el Estado, y a éste al que hay que cambiar, en nombre de todos y no de la mayoría.

Esta es, pues, mi invitación: a enfocar nuestros esfuerzos en lo que es correcto. Si hemos de ser partidarios, seámoslo de la dignidad humana, de la democracia, y de una República de todos, administrada por un Estado que nos rinda cuenta a todos, independientemente del signo de los políticos. Asumamos nuestra responsabilidad política, como intelectuales orgánicos que somos, construyamos una hegemonía democrática, insistamos en nuestra prédica, hasta hacerle saber a todo el pueblo que la democracia es una conquista diaria que se basa en el diálogo y el consenso y que la ruta que lleva el país apunta hacia su perdida, pues eso es lo que indican los hechos.

Cordialmente,

Carlos Delgado Flores

CNP Nº: 13.244

Profesor en la Universidad Católica Andrés Bello

Esta foto muestra un grito de rebeldía que nos es común a periodistas, estudiantes, profesores, los demás gremios y el ciudadano común (incluidos los chavistas). Esta imagen fue tomada de http//www.estudiantesunidosdevenezuela.org

jueves, 14 de junio de 2007

Agosto está en la puerta

Soy de la idea de que el debate entre los miembros de la “Comisión Presidencial Estudiantil”, y representantes del movimiento estudiantil, que debió realizarse el miércoles en la Universidad Bolivariana, va a seguir pospuesto como parte de una estrategia más o menos previsible: la de ganar tiempo, obligando a los estudiantes a agotar la fórmula exitosa (a repetirla, apoyada por los medios de comunicación social), de marchar y entregar documentos, para profundizar las diferencias de opinión dentro del movimiento y hacer que vaya perdiendo fuerza, hasta que llegue agosto y con él las vacaciones. En agosto y septiembre, con las universidades cerradas, puede pasar cualquier cosa, y si no se toma ninguna previsión, si no hay agenda de trabajo con responsabilidades claramente asignadas, se va a perder el poco territorio avanzado.

De allí que esa idea de decidir “con un conteo en la calle” si el movimiento sigue marchando o se pasa a la segunda fase, con la marcha de hoy jueves, creo que no es buena. La segunda fase supone ir reduciendo las protestas, sí, pero sustituyéndolas por otros mecanismos de expresión que permitan sumar adeptos al movimiento, que no se olvide, es en defensa de los derechos civiles y políticos, los cuales no sólo le están siendo irrespetados a los estudiantes o a las universidades, sino a todo el país.

La idea es llevar el tema a la mesa de discusión de cada uno de los hogares de este país, muy especialmente los de las barriadas azotadas por el hampa, tan territorios del miedo como las urbanizaciones, las calles, las oficinas o los colegios. A los hogares, antes que a los consejos comunales, porque la defensa de los derechos civiles, el respeto por la disidencia, la construcción de una sociedad solidaria, con inclusión y justicia social, son temas éticos, sin dejar de ser temas políticos. Masificar el mensaje es una opción, pero no sirve en todos los casos porque lo masivo en este país no genera compromisos sólidos: o se forman apoyos movidos por los sentimientos, o se entregan dádivas, sujetas a la discreción de quien las da ¿Y cuando no haya con que darlas? ¿Cuándo quien la reciba considere que no debe obedecer una orden a cambio de esa dádiva, porque así se lo dicta su conciencia, qué va a pasar?

Masificar el mensaje implica vocería, esto es: tener la legitimidad de hablar en nombre de un colectivo. Para ello, este mensaje debe tener un contenido hecho con las voces de este colectivo, y para lograr eso, debe haber acuerdos, producto de un diálogo interno, muy fluido y muy bien registrado. Cada asamblea debe tener minuta, cada reunión debe generar una agenda, cada opinión debe estar asentada y el discurso debe construirse con las palabras de los jóvenes, pero llenas de contenido, acordando definiciones sencillas, pero no por eso incompletas, con las cuales, poder explicarle a la gente qué es lo que se quiere decir. Y eso, amigos míos, no se consigue marchando, sino generando un esfuerzo adicional en su agenda académica, para formarse, haciendo y respondiendo preguntas, haciendo circular la información. Así es como yo entiendo el liderazgo del movimiento: transpersonal, de cara al país, aprendiendo y ayudando a aprender, a concientizar.

No sé si saben que el modelo de comunicación favorito de este gobierno es el que denominan Flujo de dos pasos: hay un mensaje único repetido como consigna, transmitido por los medios masivos de comunicación (cadenas televisivas, Aló Presidente, etc.). Y este mensaje, después se apoya en el trabajo de un conjunto de “líderes comunitarios” que los convierten en instrucciones y agendas de trabajo. Este modelo –resulta paradójico- lo desarrollaron en la década de los ’60 para introducir novedades tecnológicas y para los procesos de modernización en el continente, en el marco de la “Alianza para el Progreso” iniciativa de desarrollo de los Estados Unidos en Latinoamérica, equivalente al Plan Marshall europeo.

En el caso del movimiento estudiantil, el acceso a los medios masivos está condicionado por el hecho de que haya noticias. Si no las hay, pues eso es lo que en jerga periodística se llama “caliche”, y no se cubre. Sin embargo, se puede dar el caso –y es potestativo del medio, no tanto de los periodistas- de mandar a hacer cobertura así no sea noticioso el acontecimiento, lo cual da pie a las suspicacias y a las sospechas (por decir lo menos). O como pasó con Richard Serra, el otro día, en la UCAB: llegar a la Feria de Comida, con una cámara de VTV, provocando al colectivo para que la cámara grabara una airada protesta contra él. Esos son pseudoeventos, tienen impacto en la opinión pública, pero no son sostenibles en el tiempo.

Con todo esto, lo que quiero decir es que hay que buscar otros mecanismos de comunicarse con la gente, que en esta etapa, nada va a sustituir el cara a cara, con el cual es más factible construir confianza, que con los medios. Piensen en medios de comunicación alternativos, en blogs, en grupos de correo electrónico, en reuniones, actos culturales, eventos deportivos, podcast, video digital, pancartas, etc.; no sólo en protestas simbólicas (que no están mal, todo lo contrario, son excelentes). Piensen en las implicaciones éticas del movimiento. Pero principalmente, piensen en la legitimidad que están construyendo: que son un movimiento Político (con P mayúscula, como la Prostitución que hay en La Hojilla y con perdón de las señoras putas), que no son un partido político, pero quizás si sean el semillero de nuevos partidos políticos y que el tema de los derechos civiles y políticos es un buen tema de partida para un proyecto político de cambio social, para el diseño de un nuevo proyecto nacional que aprenda del pasado y no nazca viejo, como nació este.

Viene agosto, ¿Quién se va de vacaciones?


Esta foto forma parte del web de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, Colombia, me pareció adecuada para ilustrar el tema del liderazgo como una construcción colectiva (no lo olviden)

viernes, 8 de junio de 2007

Se fue Sanoja, el memorioso

Hoy se nos fue Jesús Sanoja Hernández (Tumeremo, 1930 – Caracas, 2007), poeta, periodista y profesor universitario, notable cronógrafo de la literatura venezolana y formador de sensibilidades en muchas generaciones de periodistas venezolanos.
Entre mis devociones personales, tuvo Sanoja siempre un sitial. Desde temprano representó para mi, un modelo a seguir. El fue el primer profesor que recuerdo de la Escuela de Comunicación Social de la UCV, siempre me asombró la familiaridad con que se refería a los escritores de la literatura venezolana contemporánea y la precisión del relato de sus anécdotas, de la verdad humana tras las palabras. Claro, con el tiempo vine yo a saber que eran casi “historias de familia”, cómo no iba a conocerlos si eran sus compañeros de ruta, si también él estuvo a la vanguardia de su época, los fértiles 60, desde la revista Tabla redonda, o su participación en experiencias como las de El Techo de la Ballena, en Haa, entre tantas otras.
Después conocí al Sanoja periodista: acucioso, con notable capacidad de análisis y comprensión de los procesos históricos. También en esa escritura supo cultivar la memoria para dar con la mentalidad que se escurre tras lo hechos y darla a conocer al lector con una prosa franca, honesta, pero no por ello desprovista de gracia.
Luego vine a descubrirlo líder estudiantil del ’58, en la Federación de Centros Universitarios, universitario de corazón, defensor de la autonomía, de las libertades civiles y de la solidaridad comprometida con la utopía, aunque –hay que decirlo- en los últimos años se ubicó en la acera de enfrente de muchos compañeros de luchas que se han integrado al “proceso” (¿o sería al revés?), las razones de esto están en sus artículos, que se explican a sí mismos con la claridad del día.
Sanoja me enseñó el valor de la memoria no como erudición, sino como detalle que busca la verdad tras los hechos, eso hace un periodista en cualquiera de los tiempos que mira y eso es mi aspiración. Creo que puedo compartirla con algunos de mis colegas y de mis alumnos y agradecerle –donde quiera que esté, ahora- esta lección de vida vivida a plenitud.

Cambio de agenda

HAY COSAS QUE LEER en el gesto estudiantil de las franelas rojas, de marcharse del hemiciclo de la Asamblea Nacional, una vez cumplido el objetivo original del derecho de palabra y de dejar abierto el debate sobre el destino del país, más allá de la aparente descortesía o falta de coraje al “desaprovechar” lo que nunca fue una oportunidad para que estos jóvenes hicieran oposición política en un escenario que no les es natural.

En primer lugar, una lección para nosotros los periodistas: demasiados años de doctrina de la objetividad nos llevan a considerar como buena una versión oficial, máxime si viene de uno de los poderes nacionales, olvidándonos de atender a todos los pasos, y sobre todo, de contrastar las fuentes. La Asamblea había cambiado los términos: de derecho de palabra a debate, y nadie preguntó por qué, nos pareció bueno el cambio, una oportunidad y sobre todo, una noticia mejor. Pero era más de lo mismo, política mediática, espectáculo y mínima consistencia. Así se le hace el juego a los mandones, sin mala intención, pero se le hace.

En segundo lugar, una lección para la oposición. ¿Qué parte del hecho de que el movimiento estudiantil no es un movimiento de oposición homologable con el de la oposición, no entienden? ¿Acaso no tienen los estudiantes derecho a constituir una tercería? ¿No necesita este país una tercería que coloque a gobierno y a oposición en el trance de tener que entenderse? Los estudiantes parecieran corroborar las mediciones más recientes de Schemel, pero también la hipótesis de la curva normal (chavismo-ni-ni-oposición), pues bien, si los estudiantes antes eran ni-ni, hoy apuntan hacia una tercería, eso supone un cambio interesante en el mapa de las fuerzas políticas del país. La oposición debe entender eso, aceptarlo como un hecho lógico a cuyo surgimiento ha contribuido la falta de proyecto político alternativo de la oposición, quedada en el “contra Chávez” olvidándose que los chavistas existen por algo, sólo por miedo a los comisarios políticos o por el disfrute de las dádivas “revolucionarias”. Pueden apoyar o no las banderas del movimiento estudiantil, pero ya es hora de que presenten un programa político y un proyecto nacional alternativo al revolucionario, si quieren llegar a alguna parte, alguna vez.

Y en tercer lugar, una lección para el chavismo. ¿Qué revolución conocen, que no tenga a los estudiantes consigo? ¿A quien pretenden convencer con esos jóvenes acuñados en el arte del recitativo sostenido? Me gustaría creer en las palabras de Robert Serra (UCAB), cuando dice que no es una sola voz, sino un mismo proyecto nacional con un solo líder reconocido (y déjenme decirles que es lo más original que escuchado en mucho tiempo, dentro del chavismo) Pero no puedo, porque yo no veo tal proyecto nacional, no en el chavismo, no en los bandazos ideológicos que da, no en un presidente que hace una lectura tan dogmática (tan perversa) de Gramsci, para quien la hegemonía no es de la estructura sino de la superestructura, Gramsci tal distinto del marxismo-leninismo ortodoxo que este presidente profesaba –recuerdo- en enero. ¿Qué tan histórico puede ser un proyecto nacional que cambia de mes en mes, como la canción de Arjona?

El debate está abierto, ciertamente, y creo que la academia es un estupendo espacio para darlo, pero no con bombas lacrimógenas, vandalismo y saboteo –como ciertos sectores intentan en las universidades autónomas que en ocho años no han podido controlar, esas de donde salieron quienes hoy mandan— sino con argumentos. Que cada parte dé los suyos.

La segunda fase

DE TODAS LAS COSAS que se dijeron en la asamblea que el postgrado en Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello sostuvo el miércoles, después de la marcha, me alegró el consenso que entre profesores y estudiantes surgió: que el movimiento estudiantil tiene que pasar a una segunda fase, que no se puede agotar en las acciones de calle y que deben recibir la mayor asistencia posible por parte de los profesores, pues lo que está en juego es nada más y nada menos que la construcción de un liderazgo de relevo para el país. Eso, siempre se ha dicho, es misión de las universidades, pero hoy parece que tener más sentido que nunca, sobre todo, si meditamos un poco en un hecho que aunque obvio, se nos olvida (nada raro es que lo obvio se olvide, por obvio) y es que más temprano que tarde los estudiantes se gradúan, por ende, dejan de ser estudiantes.

Fuera de la universidad y del movimiento estudiantil ¿qué camino seguir? Está la instancia gremial y sindical, está la participación política dentro de organizaciones, está la acción social a través de ONG’s, está el voluntariado, está la condición individual de ciudadano o está la conducción de empresas socialmente responsables. Dentro de la universidad y de cara al país, está el trabajo comunitario, el voluntariado enfocado en la elaboración de redes sociales, la participación Política (con P mayúscula) en la construcción de gobernabilidad democrática. Los estudiantes pueden hacer mucho, desde la bandera de la defensa de los derechos civiles y políticos, por llevar conocimiento a las comunidades, ayudarlas a organizarse en consejos comunales, promover iniciativas abandonadas por las misiones y el esquema clientelar de la revolución tales como la justicia de paz, las juntas de consumidores, la contraloría social, la planificación social participativa, el empoderamiento de comunidades, la protección social del niño y el adolescente, la planificación familiar, la comunicación para el desarrollo local. El movimiento puede llevar un mensaje de inclusión a todos aquellos que están en uno y otro bando, para buscar unos acuerdos mínimos de convivencia que desmonten el panorama de conflicto. Nosotros podemos ayudar a nuestros estudiantes respondiendo a sus preguntas, enfocando su motivación en el desarrollo de procesos de aprendizaje acelerado, significativo y cooperativo, fomentando el espíritu crítico y la capacidad analítica, haciéndoles ganar una experiencia que ellos puedan llevar y reproducir en las comunidades, enseñando a aprender. Nada diferente a lo que hacemos en el aula, pero más rápido y de forma más intensa.

Me imagino que la idea de los estudiantes es convertirse en líderes de cambio, desde una perspectiva de formación eminentemente ética. Si lo logran, en lo personal y en lo colectivo, el país ganará el relevo político que viene demandando desde hace tres generaciones. Pero este liderazgo no puede construirse desde posturas heroicas o providencialismos (que de eso hemos tenido bastante), sino en la cooperación, la inclusión, la solidaridad y el respeto. Toca a los jóvenes estudiantes ayudarle a un país que es poco democrático, aprender a ser democrático, propiciar el cambio cultural. Ya Fernando Mires lo dijo: son un catalizador, pero eso significa que no pueden hacerlo ellos solos, que hay que ayudarles y mucho y necesitan al país pensante para hacerlo.

Marchar está bien, protestar todas las veces que sea necesario, convocar la atención del mundo y expresar las ideas de modo claro, sencillo, para que no se quede nadie sin entender. Pero también construir espacios para el ejercicio de la libertad, para su defensa y reivindicación permanente, aprender haciendo y compartir el aprendizaje, ese es el modo para que haya una transformación real, un cambio en el proyecto de país.

La concreción de esto ni es fácil, ni es ya, eso hay que tenerlo claro. Quizás los estudiantes impulsores de este proceso que puede nacer con el regreso a las aulas y que por falta de un nombre mejor he dado en llamar “la segunda fase”, lo sostengan sólo mientras están en la universidad, pero eso es algo: podrán pasar una bandera a quienes los sucedan y apoyarlos desde posiciones más instaladas. Si quienes están en esas posiciones, hoy, hacen lo propio con los estudiantes de ahora, el proceso podría avanzarse más. Si las comunidades pobres del país entienden y gestionan el cambio cultural, el proceso puede acelerarse aun más.
La segunda fase ya comienza, es larga, pero después vendrá la tercera. Ojalá estemos allí para escribirla.