lunes, 10 de septiembre de 2007

Efecto paraguas


MAÑANA MARTES, el Parlamento Estudiantil, el bloque intergremial e intersindical y la Conferencia Episcopal Venezolana tienen una reunión para tratar el tema de la reforma constitucional y cómo organizase frente a ella. Son muchas las cuestiones que deben dirimirse, lo que sin duda, dará pie a otras líneas, pero ello se hará en su oportunidad.

Por lo pronto, hay un tema que me inquieta, y son las relaciones que el movimiento estudiantil puede tener con el resto del país, ahora que se está institucionalizando. El otro día, conversaba con un amigo sobre las relaciones de los estudiantes con los partidos políticos, sosteníamos que ya es hora de dejar de jugar a la reacción antipartidos, pero está el dilema de que, no siendo el movimiento estudiantil un movimiento partidista, ¿qué tipo de relaciones pueden plantearse que no desnaturalicen la condición de referente ético que el movimiento reclama para sí? ¿Es legítimo que un dirigente estudiantil milite en un partido? Y la respuesta que se me ocurre es “depende”.

En otras entradas lo he dicho y ahora insisto: el movimiento estudiantil es un movimiento ético, está llamado a aglutinar fuerzas en torno a un proyecto de país que despolarice el escenario político, para ello debe formar de entre su seno a líderes con vocación transpersonal, que deben copar otros espacios que vayan más allá del movimiento, fuera de la corporación universitaria. Se trata de verlo como un paraguas, que cubra instancias organizativas diversas, pero que garantice el liderazgo en cada una de ellas; no como cooptación, porque no se trata de que la corporación universitaria se constituya en un lobby, sino que sus integrantes formen parte de instituciones donde puedan ejercer el liderazgo para el cual se forman. Claro, queda de los estudiantes elegir las organizaciones donde van a participar y comprometerse a accionar en ellas, de la misma manera como lo harían en el seno del movimiento: con profundo sentido democrático, con vocación incluyente, defendiendo los derechos civiles y políticos, con responsabilidad para con quienes apoyan la causa y no merecen “quedarse en la estacada”. Y queda en manos del país político reconocer la legitimidad de este esquema y vigilar por que haya congruencia entre lo que se dice y lo que se haga, para que nuestros jóvenes no sucumban demasiado temprano ante la realpolitik.

Si esto se hace bien, los cuadros de Podemos, Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia COPEI/ Partido Popular o Un Solo Pueblo tendrán relevo dentro de la tercería, desmontarán la polarización y podrán alinear sus baterías hacia la construcción de un nuevo proyecto de país; adicionalmente, las Organizaciones de la Sociedad Civil podrán tener dentro de sus filas a miembros ganados para el empoderamiento de las comunidades, vía Consejos Comunales o cualquiera otra instancia de participación. Los gremios recibirán dentro de sus filas a los nuevos profesionales que formados en esta nueva conciencia política los replanteen de cara a la construcción del proyecto de sociedad venezolana. Por otra parte, quedará de estos partidos el capitalizar las lecciones aprendidas durante los años del Pacto de Punto Fijo, en especial las limitaciones de la cooptación, la necesidad de contar con estructuras políticas flexibles, democráticas, participativas y de fuerte contenido ideológico (para evitar las tentaciones pragmáticas y las corrupciones, de distinto signo), la necesidad de que los intereses institucionales, sectoriales, gremiales o sindicales no queden supeditados ante el interés del partido sino por el contrario, sean reconocidos, respetados y fortalecidos desde la operación política de los partidos.

Pero en la coyuntura hay un acuerdo que priva, y es la estrategia a seguir frente a una reforma ante la cual el movimiento ya tomó posición contraria. Es necesario considerar todos los escenarios posibles de cara a diciembre, pero principalmente uno: la posibilidad de que algún sector decida dar un golpe de estado, lo cual sólo beneficiaría al gobierno, circunstancia que hay que denunciar hasta desmontar, so pena de repetir los errores del 11 de abril de 2002.
Otros dos escenarios a considerar pueden ser: a) Vamos a votar no, el 9 de diciembre (o después, si se logra contrarrestar la presión que el gobierno le imprimió a todo el proycto) de manera masiva. Para ello hay que hacer un mercadeo político cara a cara con las comunidades, en una proporción de prácticamente 1 x 1, que permita sumar no menos de 7 millones de electores (que deberán ser más si se aprueba el voto para los mayores de 16 años) por el No, con los cuales poder salir a cantar fraude en caso de haberlo, al día siguiente; y b) Vamos a llamar a la abstención masiva y a trabajar paralelamente en la convocatoria a una Asamblea Constituyente Originaria, previa denuncia de la inconstitucionalidad de la reforma, presionando frente a los obstáculos. Se recomienda la instalación de salas situacionales para procesar este insumo para la toma de decisiones, y no desmeritar las encuestas, pero si la van a hacer asesórense, no pongan todos los huevos en una misma canasta, como hicieron los justicieros, recientemente.

La foto es de la sesión del parlamento estudiantil en la calle, en la Plaza Brion de Chacaíto, cortesía de Frances Hung, disponibles en Flikr: http://www.flickr.com/photos/fotosfrench/