jueves, 31 de mayo de 2007

Una ofrenda para Vargas (propuesta para el movimiento estudiantil)

SEÑORES ESTUDIANTES: los felicito. Han hecho bien en mantenerse protestando de forma pacifica, porque así le han hecho cuesta arriba a los mandones el tener una excusa para reforzar la represión y consolidar su control sobre el país. Las protestas han sido largamente cubiertas por los noticieros internacionales, tanto como han sido acechadas por las brigadas armadas y como han intentado los infiltrados de meterse para romper el clima de paz.

Toca ahora desmontar las protestas para pasar a una nueva fase, no incurrir en los errores del pasado: de la Plaza Altamira, o del Paro de diciembre 2002, cartuchos valiosos, quemados en las primeras de cambio. Hay que pasar a otra fase, para poder sumar gente al movimiento, para integrar el movimiento al pueblo y para darle organicidad dentro del cuerpo social. No tiene sentido sumar gente en las batallas, si no se cuenta con ellos para la guerra. Además, más allá del tema de la libertad de expresión, son muchos los derechos humanos que los mandones están conculcando, muchas las mentiras, las esperanzas defraudadas, la corrupción generalizada, las actitudes despóticas, los daños infligidos a la convivencia democrática, el descaro y el cinismo de quienes sólo por el hecho de tener el poder en sus manos, tendrían que tener decencia y dignidad, pero es que no conocen a ninguna de las dos.

Señores estudiantes: salir a protestar los ha llenado de legitimidad, y a la Academia le ha brindado una vía de acceso al pueblo, una hendija a través de sus muros. Hay que hacerla crecer para volverla puerta franca. Los próximos combates serán por la defensa de la autonomía porque así lo ha querido el mandón. Pero también hay que dar la pelea por la reforma constitucional, que es la próxima cita.

Al pueblo hay que decirle claramente que estamos con ellos, pero para eso el mensaje tiene que ser relevante. Pensando en ello, me atrevo a sugerirles, consideren, dentro de las actividades de la gran marcha del sábado próximo (o después, en otro evento, no hay prisa), hacer una movilización hasta el panteón nacional, para llevar una ofrenda floral, pero no a Bolívar, que es hora de dejarlo descansar en paz, sino al Doctor José María Vargas, primer universitario de este país y uno de nuestros principales próceres civiles.

Señores estudiantes: ya basta de venerar a los próceres militares, es hora de reivindicar a nuestros próceres civiles, de decirle al país que es hora de apostar por la civilidad, por la construcción y no por la batalla sangrienta y por la hegemonía. Un Vargas, Juan Germán Roscio, un Fermín Toro, un Santos Michelena, por citar algunos, forman parte de nuestra historia común, e hicieron más por nuestro país que todas esas charreteras exaltadas por años de discursos y monumentos. Y es hora de que la universidad venezolana tome para sí sus ejemplos y le diga claro al país que tenemos figuras civiles de las cuales podemos sentir orgullo.

En ese acto, se puede dar a conocer un manifiesto universitario que convoque al país para la construcción de una patria diferente, inspirada en el espíritu e ideario de los próceres civiles.

Señores estudiantes: una vez más mi palabra de salutación. Reconozco que han sabido darle al quiebre emocional por el “fin” de la concesión de RCTV la posibilidad de una dirección. Hay mucho por hacer, el país posible, un país moderno, civilista, democrático y solidario espera la conjunción de nuestros esfuerzos para que de posible pase a ser real.

Respetuosamente,

Carlos Delgado Flores

Profesor universitario.

Luzardos

CUANDO MARCELINO BISBAL habló ayer ante la asamblea de profesores de la UCAB, tiró un necesario –aunque incómodo- cable a tierra para que la academia no olvide para qué está en las coyunturas históricas: para producir el debate, la reflexión y la búsqueda de conocimiento que ayude a consolidar los procesos de cambio, y esto que se entienda bien, los chavistas que se dicen “revolucionarios” no tienen el monopolio del cambio histórico, ellos lo iniciaron, no se duda, pero ellos también pasarán. Volver a las aulas, a debatir y a reflexionar, pero antes hay que tomar apuntes de las leccines que estos días de protesta nos dejan, que podamos emplear en los días siguientes, en las nuevas acciones que seguramente vendrán.

No soy tan auspicioso como quienes cantan la gesta de una nueva generación política (como la generación del 28) o quienes describen estos días como el mayo venezolano, en clara reminiscencia del mayo del ‘68 en Francia. Pero no niego que la salida de los estudiantes sí marca una importante inflexión: algo se nos quebró y es como un dique, pero hay que pensar muy bien los pasos que siguen, menos rabia y más conciencia, no hay que quebrar el arco que tensa la flecha, hay que soltarlo suavemente para que esta llegue certera, al blanco.

Se hace política desde lo que somos, por eso hay que estar muy claros en lo que somos. Marcelino da con una clave: “este es un conflicto entre civilización y barbarie y va ganando la barbarie” Ellos dicen que las universidades son excluyentes, que han sido conculcadas por las élites. Pues que bueno que hay unas élites, malo sería que la mediocridad dorada (aurea mediocritas) fuera para todos.

Si no estamos con la barbarie, si academia y periodistas, si políticos y medios de comunicación nos decidimos a no representar la barbarie, si ellos nos recuerdan que Doña Bárbara está vigente (para bien de la memoria de Rómulo Gallegos y para mal del país) pues nos toca ser Luzardos, asumámoslo. Ya lo decía Bertrand Russell: “no tengan miedo de pertenecer a una minoría, no teman ser disidentes”. Claro, también hay que saber que una cosa, en este caso, son los bárbaros, y otra los ignorantes, o los temerosos a quienes los bárbaros sojuzgan. No es bárbaro el pueblo, no son bárbaros los pobres, bárbaros son los mandones de esta cuadra, los malandros metidos a “fachistas de facto” (esto se lo escuché decir a algún balandro, alguna vez), el pueblo tendrá que despertar de la comodidad del cupo en las misiones, de la beca arrojada a mansalva y de la dádiva que obliga a “bailar al son que tocan”, y lo hará el día en que sepa qué es lo que tiene que hacer para garantizarse medios de vida dignos, por su propia cuenta, como dueño y señor de su propio destino. ¿Se lo vamos a enseñar nosotros? Primero tenemos que saber cómo se hace, experimentar la receta en nosotros, luego tenemos que llegar a ellos, convivir con ellos, aprender sus padecimientos y ayudarlos de modo solidario. Con marchas y protestas no llegaremos, pero con trabajo comunitario sí, y es entonces donde la imposición de ley se convierte en el recurso para crear un auténtico movimiento político.

A la Academia le toca bajar a las bases, operar como una gran corporación de intelectuales orgánicos (en el sentido gramsciano), que pueda ayudar a organizar el cambio. El gobierno sabe que podemos hacerlo, por eso, en su receta, todos los aparatos ideológicos deben quedar desarticulados, para poder consolidar su hegemonía, por eso las universidades son las próximas en recibir la arremetida.

Lo del cable a tierra es también para los medios: los políticos no lideran, es verdad, y deben ser sustituidos por nuevos dirigentes, pero no será sacrificando a los estudiantes en el frente de combate como surgirán esos líderes, así lo que tendremos será mártires. Los medios deben dejar que los políticos hagan política, que tengan protagonismo mediático, que recobren su legitimidad y que copen la escena pública, para que todos los demás hagamos lo que tenemos que hacer en santa paz, que los sacrificados sean ellos.

Los medios de comunicación son actores políticos con personalidad jurídica, empresarios que administran foros públicos, por eso lo que hacen tiene tanto impacto, porque en ellos se dirimen las versiones de las realidades, porque ayudan (a veces no) a construir identidad, que es desde donde se hace la política. Tiene que cobrar conciencia de ello y no meterse a aprendices de brujos, para no desnaturalizar los procesos de cambio.

Ya sonamos las alarmas, ya salimos a calentar la calle. Ahora hay que hacer política, de verdad, no importa el color o la consigna que le pongamos, y para eso hay que estudiar. Hay que volver a las aulas.

Esta foto es de Frances Hung, fotógrafa y estudiante de Comunicación Social de la UCV.

martes, 29 de mayo de 2007

Caimaneras


Cómo han cambiado los rostros de la protesta estudiantil. Hace algunos años, quienes hoy mandan (porque gobernar es otra cosa) ocultaban sus rostros tras la capucha, para cometer tropelías en nombre de la revolución (supongo que de ésta con la que hoy se llenan la boca). Yo recuerdo a Danilo Anderson disparar un 38 en Puerta Tamanaco; recuerdo la protesta con horarios: los martes y los jueves de 3 a 5 p.m. después de comer en el comedor universitario de la UCV, y de tomarse un café que sin duda era más caro que el almuerzo, ir a buscar un camión de cualquier cosa y prenderle fuego –mejor si estaba lleno, porque entonces procedían a saquearlo antes para devolverle al pueblo un poco de aquello que los explotadores le habían quitado. Después venía la Policía Metropolitana y la cosa transcurría como una especie de caimanera furibunda, por dos horas de congestión de tráfico, de bombas lacrimógenas y de un cero a cero rutinario, con el cual justificar dentro de la clase política de una universidad exageradamente volcada hacia la izquierda, su permanencia como líderes revolucionarios, accionantes por cuentagotas del tiempo futuro que vendría, profetas del nuevo hombre y del socialismo que redimiría al pueblo de sus cadenas.

Desde 1999, muchos de ellos están en las nóminas del ejecutivo, algunos han hecho negocios a la sombra de esta “administración” y han mejorado su estatus: ya van por whisky 18 años, han mejorado la dieta y autorizan para el cuerpo, vicios más caros, menos nobles porque se satisfacen tras el discurso talibánico de la moral, la regeneración nacional y otras preocupaciones dignas del santo oficio o de los comités de salud pública de otras revoluciones más o menos decimonónicas.

Nada que ver con los jóvenes universitarios que protestaron ayer, en Chacaíto. Niñas que abandonaron el confort de sus carros, chamos que dejaron de lanzar físico para ir a lanzar piedras y consignas, religiosas y religiosos en formación, estudiantes de liceos públicos, estudiantes de colegios privados. Periodistas y artistas de farándula que hicieron un alto (momentáneo o quizás más largo) para evitar que nos sumerjamos en el silencio, porque copar el espectro radioeléctrico, como se ha venido copando el imaginario de nuestra sociedad, desde los últimos 8 años, con una consigna única (no hablemos de pensamiento, es mucho pedir), es un ejercicio totalitario, una práctica perversa, un acto en una guerra postmoderna, donde disentir es delito de alta traición al tipo ese, el que más manda… Ya lo dijo Pasquali, el Big Brother aquí no es ninguna metáfora, y hay que añadir, por nuestro lado, que en esta fase del juego, los cerdos encabezan la rebelión en la granja ¿por qué habría de cumplirse un destino sin el otro?

Estoy de acuerdo, la protesta debe ser pacífica, por muchas razones. La primera es porque esta lucha no se dirime en pocos días. Cualquier excusa ellos la aprovecharán para justificar la represión que necesitan para consolidar, este mismo año, la transición hacia la “dictadura del proletariado”, que por los vientos que soplan, y dado que el mismo tipo se declaró “marxista-leninista” es lo que viene: que se olviden Biardeau, Monedero o cualquier otro intelectual del Centro Internacional Miranda, de modernizar la receta soviética que fue esencialmente una reacción antimoderna; claro, si no generamos la excusa, ellos mismos lo harán: infiltrarán gente de ellos, pondrán a los policías a triangular las protestas (es decir, a golpear a los estudiantes diciendo “ciudadano no me agreda, respete a la autoridad”), se inventarán el magnicidio y dirán que fue la oposición golpista, para poder reprimirla, sojuzgarla y declarar ante el mundo que con gente así no se puede gobernar democráticamente, pero es preferible que lo hagan ellos mintiendo, que nosotros, en verdad.

La segunda razón es que todo lo que se haga por resistir la avanzada totalitaria, debe tener una legitimidad intachable ante los ojos del mundo y ¡buenas noticias! aquí ha venido prensa de buena parte del mundo, a ver cómo se cerraba el canal de televisión con mayor popularidad; ahora ven cómo se reprimen las protestas pacíficas.

Un reclamo a la voluntad de lucha por la libertad de expresión de medios y periodistas: quien no tenga plataforma en la Internet, que por lo menos, postee en servicios gratuitos de broadcasting (youtube, por ejemplo) los videos, audios, gráficas, documentos, en fin, de todo lo que pueda pasar en estos días. Creo además que habrá que virtualizar buena parte de la información, crear redes, modalidades diferentes de transmitir la información. Hasta ahora, hemos pensado la comunicación social como una comunicación masiva ¿pero qué pasa si ésta es reticulada? Es una buena pregunta para los censores del régimen, que hasta ahora han intentado anularnos, conculcarnos la imaginación. Y esta pregunta es buena para ellos, sobre todo si esta red puede operar cara a cara, boca a boca, con códigos cifrados en grafittis, con panfletos, con telepatía si es preciso. Y aquí está la tercera razón para que la protesta sea pacífica: porque hay que construir esta trama y hacerla invisible, como la Matrix, y eso sólo lo hace la gente entera, viva, despierta y que no esté presa de sus pasiones, sus emociones, o en la cana (literalmente hablando).

Y una cosa más: a los más pobres, a quienes están aterrorizados por los comisarios políticos del régimen en los barrios (que son más que los beneficiados por las misiones) hay que ayudarlos a que hagan redes para romper su aislamiento. Para que salgan ellos también de la trampa del discurso que nos enfrenta. Eso es una invitación a quienes no tuvieron el temor de mostrar su rostro en Chacaito, de dar la cara por sus convicciones y por la libertad de vivir con ellas. Eso es un average que ninguno de los mandones podrá exhibir nunca.

Luis Carlos Díaz (www.periodismodepaz.org) tomó esta fotos en la manifestación de la Plaza Brion. Pueden ver más en el link

http://www.flickr.com/photos/periodismodepaz/sets/72157600279637934/

sábado, 26 de mayo de 2007

La sirena y la diana


¿Todavía alguien duda que estemos en guerra? José Ignacio Rey lo ha referido varias veces: guerra civil de baja intensidad. Pero ahora, con la expropiación de RCTV (porque eso resulta de la suma de no renovación de la concesión con la admisión del juicio por derechos difusos, con la decisión del TSJ de autorizar a CONATEL para darle a TVES la infraestructura de RCTV sin pagar un céntimo), al ataque contra la libertad de expresión se le suma el del derecho de propiedad y el conflicto parece subir de intensidad, a menos de que la “intensidad” se mida en cantidad de muertos, y dado que el average de los 8 años anteriores es más de 200 mil (Vargas incluido) para que se sepa que realmente hay una guerra civil, se requerirán dimensiones de matanza africana. No desesperen, más temprano que tarde llegaremos a completar las cuotas.

Estamos en guerra, pero no hay un relato articulado de la misma, por eso no lo percibimos con claridad (nosotros, la oposición, porque el gobierno sí lo tiene muy claro: las misiones, el posicionamiento geográfico, las metáforas belicistas, etc.) O no lo percibíamos hasta ahora, cuando finalmente tocamos la alarma, cuando nos dimos cuenta que con más de 400 medios de comunicación –Bisbal dixit- y ahora con dos canales propios de cobertura nacional, más la autocensura de los demás, la hegemonía comunicacional es un hecho, y ahora sí avanzamos hacia el control totalitario.

A quien se le haya ocurrido lo de la sirena antiaérea, mis felicitaciones, creo que ese gran performance colectivo que es la protesta con la sirena y el S.O.S. en clave Morse funde en un mismo evento nuestra percepción silenciosa aunque compartida de que, ahora sí se rompió la paz, junto con el miedo que los grandes pasos y los altos niveles de incertidumbre generan. La sirena es eso: la antesala de un ataque aéreo, en donde nadie sabe cuándo arrojan la bomba y dónde va a caer. Indica que hay que ponerse a cubierto mientras pasa, que hay que trazar estrategias para moverse en una ciudad derruida, que hay que garantizar suministros, pero principalmente, que nadie sobrevive solo, que son indispensables, un alto sentido de la solidaridad, una forma de articulación social de esa solidaridad, y grandes dosis de resiliencia.

Creo que con este símbolo poderoso, ya podemos asumir que estamos en guerra, y comenzar a comportarnos como lo que somos: población civil en medio de dos ejércitos que se enfrentan (¿pero cuáles dos ejércitos, si la oposición fue a las elecciones de diciembre pasado para quitarse el sambenito del golpismo y ganar legitimidad afuera, porque no a todos le llegan los petrodólares, ni les gustan; mientras que los revolucionarios cuentan con ejército formal, policías, milicia y bandas armadas; o será que hace falta que la oposición formalice su guerrilla, que es lo que el tipo quiere, que salga el nuevo ejército de los Mambises para pasar los fusilamientos por TEVES?)

Los pasos a seguir dentro de la escalada totalitaria, forman parte de un guión más o menos previsible: completar el control de los medios de comunicación, controlar los servicios de conexión a Internet (ya con la renacionalización de la CANTV se controla el principal ISP), controlar las universidades (las públicas autónomas primero, luego las privadas que son más fáciles), meter a la Iglesia en cintura y… se acabaron las instituciones.

Seguramente, quienes votaron por Chávez el 3 de diciembre, tenían una idea distinta del socialismo, o por lo menos, eso le vendieron. Algunos ya se han arrepentido (conozco casos) y las cifras de Hinterlaces no están nada mal para revelar las tendencias. Pero es que ya no importa si el tipo llega a tener 3% de popularidad, porque en guerra no se toman en cuenta las encuestas. El régimen legitima sus comisarios políticos en los barrios, de malandros carnetizados pasan a ser policías. Se consolida con el miedo.

Ese es el secreto de las guerras de cuarta generación: diseñaron una para aplicárnosla, no para que el chavismo se defendiera de los gringos: no somos civiles, somos el enemigo, y el gran peligro que corremos con el incremento del conflicto es la balcanización, que aquí no se entendería como la desintegración de países, sino más bien como el incremento de la intensidad de un conflicto perpetuo que sólo ve en la limpieza étnica la única solución satisfactoria. ¿No nos invitan ellos, a irnos del país, si no nos gusta lo que vemos, como si fuéramos extranjeros buscando repatriarse? ¿La pena del exilio no estaba abolida? Por otra parte, ¿no son estas, evidencias suficientes para que todo aquél que salga en estas circunstancias pueda apelar con legitimidad a solicitar asilo político? El peligro de la balcanización puede ser real, como puede ser una idea que ellos quieren que se instale en nuestra mente. Y algo que debemos concientizar es que nuestro miedo es su poder, pero eso no nos exime de pensar, de trazar escenarios y de ayudar a que la gente se forme criterios sobre las cosas (que par eso estamos, los periodistas). Y justo ahora, que es cuando más reflexión hay que hacer, cuando más hay que hablar, cuando más hay que ponernos de acuerdo, es cuando el terreno ha sido intervenido y nuestras comunicaciones han sido cortadas. ¿Esto no es señal de guerra? ¿Y qué hacemos?

Por lo pronto, sonemos la sirena.

martes, 15 de mayo de 2007

Que no es lo mismo pero es igual (un poema para revelar la utilidad de las "comisiones de la verdad")

Deseo de precisión

Natan Zach

Se ha exagerado el número de muertos,
unos contaron centenares, otros tan sólo cien.
Dijo uno mujeres quemadas conté treinta y seis
otro dijo te equivocas había sólo once
el error es político y deliberado, nunca accidental
y ahora que he empezado diré también
que sólo degollaron a ocho mujeres, porque a dos les pegaron un tiro
y en una persisten dudas y aún no está
claro si la mataron, la violaron o sólo le rajaron el ombligo
y por lo que respecta a los niños, aún no sabemos suficiente
todos están de acuerdo en que seis murieron por crucifixión y a uno lo torturaron
antes de machacarle la cabeza pero ¿quién puede decir
que todos los que desaparecieron sin dejar huellas aquel día
fueron lanzados realmente al mar?
¿Cómo se explican entonces las manchas de sangre?
En esas cosas no hay que exagerar, hay que ser
preciso y tener mucho cuidado
es un asunto de derecho penal
y siempre se puede errar en los informes que enviamos
y siempre ha habido cosas así, sabio amigo mío,
y también hubo mucho jaleo todo el día
y de no haber sido por el olor terrible
lo hubiesen hecho con precisión
o se hubiesen liado a puñetazos.
Pues el deseo de precisión no es menos humano
que el de matar, violar, aplastar, aniquilar a tu enemigo,
a tu rival, al vecino de enfrente
al forastero sospechoso, o sólo por placer
a cualquier hombre, niño o mujer del mundo.


(Versión española de Mois Benarroch, Manuel Talens y Jenaro Talens)

Tomado de El Puente

http://www.revistaelpuente.org/archivo/docum4-05.htm

Natan Zach (pronunciado Zaj) nació en 1930 en Alemania. Emigro a Israel con sus padres a la edad de seis años. Publicó su primer libro de poesía en 1955 y en los años cincuenta creo con Yehuda Amijai, David Avidan y otros poetas el grupo denominado “La generación del país”, que se propuso y consiguió romper con la poesía sionista revolucionaria y crear una poesía más personal y más intima. Zach era el más polémico del grupo y es hoy en día el poeta más leído de Israel. Sus libros se han vendido en cientos de miles de ejemplares y sigue escribiendo una poesía viva y vital, como demuestra su ultimo poemario, publicado en el 2004, “El ruiseñor ya no vive aquí”.

martes, 1 de mayo de 2007

Hablando se entiende la gente (o de como Habermas se escapa de un prejuicio)

José Luis es un tipo estupendo, aunque a veces tengo la sensación de que el español no es su lengua materna, y que hace un loable esfuerzo por traducir del portugués (cosa que no es problema, en verdad, os lo juro, sólo que es una pecularidad y uno la nota, o la supone). Anoche en su clase de ética, se le desbarató el esquema cuando confesamos nuestros "prejuicios" frente a la teoría crítica. Luego de escuchar nuestros argumentos sobre su "debilidad epistemológica", sobre la negatividad como subsidiaria del nihilismo contemporáneo que tanto criticaron, su respuesta: "la teoría crítica no está para resolver ningún problema social" creo que arroja luces sobre la causa de nuestros prejuicios. Es que, precisamente, nos la vendieron como el pensamiento para resolver todos los problemas sociales, la base para la construcción de la alteridad radical, un mundo, otro, posible, la revolución permanente.

Claro, ahora sí se entiende que Habermas es otra cosa. Si la ética comunicativa, como ética dialógica, se basa en la construción de consensos a partir del imperativo categorico kantiano, consensos que, en caso de ser normativos, deben universalizar la comprensión del otro, ello implica -oh tardía incorporación de las armas del enemigo- la teoría de la elección racional: pragmatismo a estas alturas, ¿qué hubiera pensado Adorno?

La tensión de lo sublime kantiano (esa emoción inexpresable de Adorno o Heiddegger frente al develamiento del ser por la poesía, emoción estética, trascendental) es algo que creo que todos hemos vivido alguna vez. Son experiencias que duran un momento, no mucho más ¿Cero compromiso? ¿Vida contemplativa? Siempre tuve la sospecha de que los de Frankfurt proponían cierto misticismo laico.

Y una que me aterra: que el mal gusto, la pérdida de sensibilidad, el recorte de la imaginación, forman parte de la vocación hegemónica (no digamos totalitaria, por ahora) del proceso.

Hay que hablar, hay que reunirnos a escuchar música, hay que ver buen cine, ir al campo, ver paisajes, leer poesía en voz alta, cantar canciones, hacer el amor, cocinar un buen postre... antes de hacer política, para que esta valga la pena.