ESTIMADO PROFESOR: Leí la nota Hoy es el día del periodista en su columna del diario Ultimas Noticias. Como en la buena escritura –y en la pretendidamente buena lectura, de lo escrito e incluso de la vida- hay cosas con las cuales se puede estar de acuerdo y otras con las cuales no, pues yo aprovecho mi espacio para intentar discriminar una cosa de la otra.
¿Pregunta usted si es necesario discutir en profundidad el periodismo, los medios, la ley y el gremio? Yo creo que sí, siempre, no sólo antes, durante o después de una campaña electoral dentro del gremio, ni antes, durante o después de la aprobación por parte de la Asamblea Nacional, de la reforma a la Ley del Ejercicio del Periodismo, ni antes, durante o después de las elecciones parlamentarias que renovarán la plantilla (también pudiera decirse nómina) legislativa. Digo esto para que quede claro que el hecho de que un grupo de colegas haya planteado la constituyente gremial hace dos años, no resarce el silencio en que por 12 años los actuales promotores de la constituyente se mantuvieron, cuando eran representantes gremiales: aun a pesar de la prohibición de elecciones gremiales y sindicales por disposición transitoria de la Constitución, hubieran podido convocar esta constituyente por la vía referendaria dentro del gremio y hubiera sido legítima, y productiva, además.
Tiene usted razón al mencionar esos tres problemas que necesariamente, nos llevan a no sólo a repensar el gremio, sino también la profesión: las transformaciones mundiales de la prensa y el surgimiento del “periodismo ciudadano”, los cambios políticos y sociales del país en la última década y la “crisis ética del periodismo venezolano”. Sobre este tercer coincido con usted, en que está vinculado con el segundo, pero quiero comentarlo, desmenuzado, colocando mi opinión entre paréntesis, dentro de su propia argumentación, la cual va resaltada en cursivas: La veracidad ya no es la norma fundamental de la ética de la profesión (agradezco no haya dicho objetividad, recuerde que usted enseñaba que ese término era y es “reaccionario”). Investigar para encontrarla, (sin acceso a las fuentes oficiales) verificar los datos obtenidos (sin acceso a las fuentes oficiales, sin que éstas respeten el derecho social a la información consagrado en la Constitución, sin poder judicial al cual acudir para hacer valer este derecho y además, atacado por el gobierno y el oficialismo por informar en beneficio de las ciudadanía, así sea sólo una parte, argumentando: “eso es una conspiración mediática”) y sólo entonces difundir información (lo que implicaría que a si se sigue a pie juntillas este aspecto del código de ética y no el de la defensa de la democracia, pues entonces, no habría periódico más completo, fidedigno, democrático y mejor hecho que el Granma, como antes lo fue el Pravda) no parecen presidir el ejercicio del reporterismo. Otros factores, empresariales, políticos y hasta gremiales, inciden para desvirtuarla (De acuerdo, siempre y cuando se hable de los factores políticos, se entienda dentro de ellos la hegemonía comunicacional, el uso de los medios del Estado como aparatos ideológicos al servicio de esta revolución y de su pensamiento único, ya que no se admiten ni críticas ni disidencias; y se reconozca que los medios estatales, en el contexto de la polarización presente, hacen tanta o más propaganda ideológica que los medios independientes, y que el argumento del golpismo está exageradamente manido, ¿o es que es necesario copiar de Cuba hasta las malas costumbres?) Si vamos a reflexionar sobre periodismo obligatoriamente tenemos que hablar, aquí y ahora, de la ética periodística (cómo no, incluso, yo diría más: que es necesario hablar de la ética del periodista cuando está en funciones de estado, ya que puede ser Vicepresidente de la República o de la Asamblea Nacional, pero eso no lo suspende del gremio: tiene deberes establecidos claramente en el Código de Ética; ¡pero es que además hay que hablar de la moral del periodista!).
Yo lamento, profesor, esas lides en que usted anda, desandando caminos a punta de Realpolitik
Los tres puntos, según su criterio, justifican la Constituyente Gremial. Y ahí es donde se produce mi mayor diferencia con usted, profesor Díaz Rangel. No estoy de acuerdo con convocar un instrumento no contemplado en la Ley del Ejercicio del Periodismo, aun teniendo como referente la convocatoria a la ANC. Recuérdelo, la máxima autoridad de decisión dentro del gremio es la Convención Nacional. ¿Introducirán el punto y lo someterán a deliberación y votación? Cualquiera puede hacerlo, yo mismo podría, ya que soy delegado. ¿Aceptarían un eventual rechazo a la propuesta de la Constituyente Gremial dada por la Convención Nacional? Posiblemente no, ya que presumen que hubo alta abstención y que eso hace ilegítima la convención. ¿Y a ustedes qué los legitima? ¿Los que no votaron, dejaron de hacerlo porque ustedes se lo pidieron? ¿Cómo sabemos que eso es verdad y no una abducción falaz? ¿Tienen evidencia empírica? ¿Tiene alguna otra legitimación que no sea el acuerdo ideológico con el Proceso?
Yo lamento, profesor, esas lides en que usted anda, desandando caminos a punta de Realpolitik. Pero al margen de eso, lamento que pregone usted la constituyente en vez del aggiornamiento institucional, porque así conviene a los fines de este corporativismo disfrazado de revolución que usted defiende, olvidándose que hubo una Praga en primavera, hubo un mayo francés y hubo un camino hacia un socialismo democrático.
Sí profesor, “es hazañosa la tarea de reunir dispares posiciones para debatir sobre temas de por sí controversiales”, pero decir no es hacer. ¿Por qué no deja a un lado los argumentos fáciles de la propaganda y acepta discutir estos asuntos de una manera constructiva para el gremio, sin asambleísmos de ninguna especie, sin emboscadas? Sé que en su historial hay hazañas –la huelga periodística del 21 de enero de 1958, preámbulo del 23 de enero- es una de ellas, de allí que no vea quién o qué se lo impide. ¿Será su paisano?
Su servidor
Profesor Carlos Delgado-Flores
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