José Luis es un tipo estupendo, aunque a veces tengo la sensación de que el español no es su lengua materna, y que hace un loable esfuerzo por traducir del portugués (cosa que no es problema, en verdad, os lo juro, sólo que es una pecularidad y uno la nota, o la supone). Anoche en su clase de ética, se le desbarató el esquema cuando confesamos nuestros "prejuicios" frente a la teoría crítica. Luego de escuchar nuestros argumentos sobre su "debilidad epistemológica", sobre la negatividad como subsidiaria del nihilismo contemporáneo que tanto criticaron, su respuesta: "la teoría crítica no está para resolver ningún problema social" creo que arroja luces sobre la causa de nuestros prejuicios. Es que, precisamente, nos la vendieron como el pensamiento para resolver todos los problemas sociales, la base para la construcción de la alteridad radical, un mundo, otro, posible, la revolución permanente.
Claro, ahora sí se entiende que Habermas es otra cosa. Si la ética comunicativa, como ética dialógica, se basa en la construción de consensos a partir del imperativo categorico kantiano, consensos que, en caso de ser normativos, deben universalizar la comprensión del otro, ello implica -oh tardía incorporación de las armas del enemigo- la teoría de la elección racional: pragmatismo a estas alturas, ¿qué hubiera pensado Adorno?
La tensión de lo sublime kantiano (esa emoción inexpresable de Adorno o Heiddegger frente al develamiento del ser por la poesía, emoción estética, trascendental) es algo que creo que todos hemos vivido alguna vez. Son experiencias que duran un momento, no mucho más ¿Cero compromiso? ¿Vida contemplativa? Siempre tuve la sospecha de que los de Frankfurt proponían cierto misticismo laico.
Y una que me aterra: que el mal gusto, la pérdida de sensibilidad, el recorte de la imaginación, forman parte de la vocación hegemónica (no digamos totalitaria, por ahora) del proceso.
Hay que hablar, hay que reunirnos a escuchar música, hay que ver buen cine, ir al campo, ver paisajes, leer poesía en voz alta, cantar canciones, hacer el amor, cocinar un buen postre... antes de hacer política, para que esta valga la pena.
5 comentarios:
Estupenda reflexión mi querido Maestro. Ciertamente debemos superar nuestros prejuicios hacia la Teoría Crítica. Tal vez, dejándolos de lado podríamos sacarle lo bueno, lo rescatable, sin lugar a dudas Habermas tiene muchas cosas que se pudieran rescatar. Tal como tú mencionas la dialógica del consenso sería un estupendo avance. Así mismo, entiendo que para un gran experto y conocedor de la estética del gusto, pudiera ser traumático el proceso que estamos viviendo, algo así como se sentía Adorno ante la masificación de la cultura y su posterior reproducción en serie. Quien sabe, tal vez luego del oscurantismo, o del romanticismo de la época actual (haciendo énfasis en su parte tétrica y lúgubre)pudiera generarse una nueva corriente estética del gusto. Mientras esto ocurre y se reconfiguran las piezas, estoy totalmente de acuerdo que debemos disminuir la carrera, tomar una pausa, y disfrutar de lo "bueno", buen cine, buena música, buena literatura y de un buen café.
Ay! Maestro, a mi sigue sin gustame Habermas... aun despues de la reflexion hecha por el profesor, que llego a afirmar que el autor maneja propuestas positivas (me imagino que se refiere a la estetica y a la propuesta dialogica) para mi este critico sigue siendo criptico
Ciertamente esa discusión estuvo muy buena. Ese día, Carlos, nos quedamos conversando sobre el tema y coincidimos en algo que considero crucial a la luz de la respuesta de José Luis: ¿por qué hemos estado decepcionados con la Teoría Crítica? Porque a nosotros sí se nos vendió como una herramienta para interveneir en los problemas sociales para dar con su solución. Eso fue lo que pasó. La oferta nos engañó. Ahora bien: ¿por qué recurrir al engaño para vender algo? Ya desde allí arrancamos mal. Es por todo esto que me gustó la discusión con José Luis ese día. Cambiando la tesis inicial de la solución de problemas sociales a través de la Teoría Crítica, es otra la historia. ¿Alguien habló de buena música? Pues con el perdón de Adorno, ¡a mí sí me gusta el jazz! ¿Es que acaso un solo de Parker se puede reproducir en serie?
Vengo a descubrir tu bitácora en un momento que no es para discutir sobre Habermas. Otro día.
Hoy nos toca cantar canciones y patear calles por un consenso que no existe en este país.
Nos seguimos leyendo.
Sin ánimo de incordiar, Iria, esta fue la primera entrada, en la última hay cosas más "enfocadas", te invito
Cariños.
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