HOY ES DÍA de votaciones en el Colegio Nacional de Periodistas. Hace diez años que no se hacían y en este tiempo la no renovación de las autoridades del gremio permitió que el silencio se hiciera cómplice de las muchas tropelías que atentaron –aún atentan- contra la libertad de expresión, el derecho social a la información y el derecho de acceso a la información pública. Calló el Colegio frente a las medidas cautelares innominadas y su incumplimiento; calló cuando se aprobó la Ley Resorte sin reglamento y con todos los errores tan señalados, tan reiteradamente ignorados; calló frente a cada informe de Provea, de Espacio Público, del Instituto Prensa y Sociedad, de Reporteros Sin Fronteras, de Expresión Libre, Los del medio, la Academia o voces tan autorizadas como las de Antonio Pasqüali, Elizabeth Safar, Gustavo Hernández o Marcelino Bisbal; calló frente a los procesos judiciales espúreos adelantados en las personas de algunos colegas; calló frente a la aprobación de instrumentos legales restrictivos del accionar de los periodistas, calló frente a la censura y a la autocensura.
El Colegio –no el gremio- calló frente a la hegemonía comunicacional, pero calló también frente a la confusión –todavía no sabemos si intencionada- entre libertad de expresión, libertad de prensa y libertad de empresa, que ocurre en el sector empresarial mediático, que no termina de reivindicar la doble condición de los medios de comunicación como actores políticos de derecho privado. Calló el Colegio y le hizo el juego a la polarización, y aun ahora que el silencio se ha roto con las voces entusiastas de la mayoría de los periodistas, una minoría (sí, una minoría), se autoexcluye proclamando que no reconocen la legitimidad de este proceso eleccionario, que lo que ha debido hacerse era la constituyente comunicacional que no pudieron convocar en diez años.
Es hora de romper el silencio y de hablarle al país, gritarle si es preciso, que es tiempo de recuperar las instituciones conculcadas y comenzar a reconstruir el país, antes de que la destrucción se consolide. Hora de abrir espacios de racionalidad para esa mayoría no alineada en la polarización, que reclama coherencia y sentido común a la hora de hacer política: esta experiencia de hoy será estupenda para mostrar esa voluntad.
Cada quien votará por las planchas y los candidatos que consideren sean mejores para integrar este nuevo período del Colegio Nacional de Periodistas. Yo voy de suplente para la distrital Caracas, por la plancha 2008 y estoy anotado para la Convención Nacional, que será de suma importancia para asumir muchas materias pendientes, pero en especial, para darle sentido político a la acción gremial, en la circunstancia histórica en la que estamos. Cual sea la mejor manera de darle organicidad a esta necesidad será tema de discusión en esa Convención y a la cual aspiro aportar desde mi doble condición de periodista y académico. Ya veremos.
Ojalá los demás gremios se sumen, como ahora lo hace el de periodistas, a la corriente de recuperación de los espacios institucionales. Los ingenieros iniciaron esta fase, le siguieron los profesores universitarios, ahora vamos nosotros, pero también lo hicieron los médicos, quienes han aventurado un esquema a mi juicio bastante sensato: basados en la autonomía de las sociedades médicas, las constituyeron en Asociación, y desde allí han cuestionado la legitimidad del Colegio Médico de Caracas regido por Fernando Bianco –quien huelga decirlo, no parece ni prójimo de su hermano, el nuevo vicerrector de la UCV, Nicolás Bianco, uno de los investigadores de mejor prestigio de La casa que vence las sombras. Y a ellos deberán seguirlos los abogados, los contadores públicos, sólo por citar algunos.
Votaremos y nos sobrepondremos al miedo como control social, ejercido como omisión, como los pecados disimulados de forma cínica –o hipócrita, da lo mismo- de una institucionalidad que afina cada día argucias discursivas para intentar tapar el sol con un dedo. Javier García se merece que tengamos ese gesto, ya que no ofrendó su vida por una causa, sino que le arrebataron la suya propia en nombre de un despropósito. Y puesto que todos somos potencialmente víctimas (¿recuerdan aquello de que “todos estamos en estado general de sospecha”?, Otaiza dixit), justo es que unamos esfuerzos para intentar dejar de serlo, para defendernos y con ello, defender el derecho de la colectividad a estar informada, pero principalmente, a tener quien le recuerde su identidad, perdida a lo largo de tantos años de vacuidad ideológica, sepultada bajo ingentes lotes de la gramínea especie, el mismo forraje con que los estudiantes proveyeron a los animales de trabajo de la Asamblea Nacional, en días recientes y bajo el aserto de quienes hasta hace muy poco afirmaban, citando a la pasionaria Dolores Ibarruri, la de la Guerra Civil española (o era que no sabían de donde había salido el grito) “no pasarán".
Votaremos y nos fortaleceremos mucho más como gremio, porque si algo define la acción gremial es la solidaridad, que tiene el mismo origen etimológico del verbo consolidar en la palabra sólido: con- solido, solid-ario. Y así, desde y con la solidaridad, consolidaremos este país que tanto nos reclama y con cuya modernidad estamos tan comprometidos.
El Colegio –no el gremio- calló frente a la hegemonía comunicacional, pero calló también frente a la confusión –todavía no sabemos si intencionada- entre libertad de expresión, libertad de prensa y libertad de empresa, que ocurre en el sector empresarial mediático, que no termina de reivindicar la doble condición de los medios de comunicación como actores políticos de derecho privado. Calló el Colegio y le hizo el juego a la polarización, y aun ahora que el silencio se ha roto con las voces entusiastas de la mayoría de los periodistas, una minoría (sí, una minoría), se autoexcluye proclamando que no reconocen la legitimidad de este proceso eleccionario, que lo que ha debido hacerse era la constituyente comunicacional que no pudieron convocar en diez años.
Es hora de romper el silencio y de hablarle al país, gritarle si es preciso, que es tiempo de recuperar las instituciones conculcadas y comenzar a reconstruir el país, antes de que la destrucción se consolide. Hora de abrir espacios de racionalidad para esa mayoría no alineada en la polarización, que reclama coherencia y sentido común a la hora de hacer política: esta experiencia de hoy será estupenda para mostrar esa voluntad.
Cada quien votará por las planchas y los candidatos que consideren sean mejores para integrar este nuevo período del Colegio Nacional de Periodistas. Yo voy de suplente para la distrital Caracas, por la plancha 2008 y estoy anotado para la Convención Nacional, que será de suma importancia para asumir muchas materias pendientes, pero en especial, para darle sentido político a la acción gremial, en la circunstancia histórica en la que estamos. Cual sea la mejor manera de darle organicidad a esta necesidad será tema de discusión en esa Convención y a la cual aspiro aportar desde mi doble condición de periodista y académico. Ya veremos.
Ojalá los demás gremios se sumen, como ahora lo hace el de periodistas, a la corriente de recuperación de los espacios institucionales. Los ingenieros iniciaron esta fase, le siguieron los profesores universitarios, ahora vamos nosotros, pero también lo hicieron los médicos, quienes han aventurado un esquema a mi juicio bastante sensato: basados en la autonomía de las sociedades médicas, las constituyeron en Asociación, y desde allí han cuestionado la legitimidad del Colegio Médico de Caracas regido por Fernando Bianco –quien huelga decirlo, no parece ni prójimo de su hermano, el nuevo vicerrector de la UCV, Nicolás Bianco, uno de los investigadores de mejor prestigio de La casa que vence las sombras. Y a ellos deberán seguirlos los abogados, los contadores públicos, sólo por citar algunos.
Votaremos y nos sobrepondremos al miedo como control social, ejercido como omisión, como los pecados disimulados de forma cínica –o hipócrita, da lo mismo- de una institucionalidad que afina cada día argucias discursivas para intentar tapar el sol con un dedo. Javier García se merece que tengamos ese gesto, ya que no ofrendó su vida por una causa, sino que le arrebataron la suya propia en nombre de un despropósito. Y puesto que todos somos potencialmente víctimas (¿recuerdan aquello de que “todos estamos en estado general de sospecha”?, Otaiza dixit), justo es que unamos esfuerzos para intentar dejar de serlo, para defendernos y con ello, defender el derecho de la colectividad a estar informada, pero principalmente, a tener quien le recuerde su identidad, perdida a lo largo de tantos años de vacuidad ideológica, sepultada bajo ingentes lotes de la gramínea especie, el mismo forraje con que los estudiantes proveyeron a los animales de trabajo de la Asamblea Nacional, en días recientes y bajo el aserto de quienes hasta hace muy poco afirmaban, citando a la pasionaria Dolores Ibarruri, la de la Guerra Civil española (o era que no sabían de donde había salido el grito) “no pasarán".
Votaremos y nos fortaleceremos mucho más como gremio, porque si algo define la acción gremial es la solidaridad, que tiene el mismo origen etimológico del verbo consolidar en la palabra sólido: con- solido, solid-ario. Y así, desde y con la solidaridad, consolidaremos este país que tanto nos reclama y con cuya modernidad estamos tan comprometidos.
Las imagenes:
Ovario, en http://www.noticierodigital.com/
4 comentarios:
nice post and the pictures is expressing the situation
Simplemente como alumna tuya de postgrado y que conoce algunas de tus ideas, sé que estando tú y otros como tú metidos en esto, saldremos adelante en esta lucha por recuperar a nuestro país. Le pido a ese SER que cuando llegue ese momento sepamos ver todo que lo que tenemos que ver para dejar de cometer errores,que parecieran formar parte de nosotros, pero no por ello dejan de ser suceptibles de cambio.
Gracias María Elena. Amén!
Excelente desahogo. Independientemente de la generación que ocupemos, vamos a dar la cara por defender el buen y fiel oficio nuestro. Un abrazo fraternal profesor Carlos.
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