sábado, 27 de junio de 2015

En el día del periodista, a mis alumnos y colegas

Aquí, con la franela e la campaña del Ipys, impertinente (impenitente)
NO QUERÍA QUE terminara este 27 de junio, día del periodista, sin dedicar unas palabras a mis colegas, y a mis ahijados de la Promo 55 de periodismo de la UCAB, que más pronto que tarde, también lo serán.

Hoy ha sido un día de grandes palabras, de épicas invocaciones, de buenos propósitos y de aliento para nuestro gremio. A la monserga y a la cursilería las perdonaremos porque son cuestión de estilo, y porque algo de verdad, ambas encierran. Pero aquí entre nos, no la tenemos fácil. Nunca como ahora en este país había sido tan difícil contar, decir, con toda la propiedad del verbo; nunca como ahora había sido más necesario dar a conocer y nunca como ahora había sido tan vital reinventar el periodismo, tanto como reconstruir el país.

Ya ustedes saben, porque yo se los he dicho largamente, que en nuestra condición de intelectuales públicos, somos constructores de sentido común (nota mental: hacer caso omiso de la frase de Oscar Wilde de que el sentido común es el menos común de los sentidos, el irlandés era un estupendo ironista y la legalización del matrimonio gay en la puritana “colonia” americana debe haberlo reivindicado en su memoria y en su genialidad); que nuestro oficio asume como propios los compromisos de la modernidad porque contribuyó a gestarla, tanto en los diarios de opinión de los tories de la república puritana inglesa, como  en los pasquines de la Francia jacobina, o en los digestos de la guerra de independencia, en donde habremos de incluir al Correo del Orinoco (segunda nota mental: cuando nos toque reinventar el periodismo, ¿podríamos mudar la fecha, para desligarla del fetichismo bolivariano? Gracias, que Dios y la patria os lo premien…); y que por tanto, no hay oficio más político que este. Que en nuestro imaginario cohabitan el detective y el espía con el psicólogo, el antropólogo, el controlador de tráfico aéreo y el traductor simultáneo; que vivimos para buscarle las cinco patas al gato (tercera nota mental: ¡Cómo José Vicente Rangel desperdició en los ‘90 un título tan bueno para una columna, como ese!) y se las encontramos, por eso no hay poder, ni de Estado ni fáctico, ni aquí ni en ninguna otra parte, que esté dispuesto a tolerarnos si no nos sometemos a sus dictados. Y ocurre como con algunas especies, que no somos domesticables del todo.

Yo espero grandes cosas del periodismo venezolano. Espero que tenga sabiduría y coraje para que logre refundarse más allá de esta crisis, como espero que el país salga de este atolladero histórico. Espero que las apuestas por el periodismo de investigación en formato digital se consoliden y prosperen y animen a cambiar a aquellos sectores que aun sopesan los costos y los beneficios de preservar un statu quo. Espero que el periodismo ayude a construir una cultura de participación y de deliberación pública, divulgando buenas prácticas y denunciando las deplorables. Espero que el periodismo acompañe la formación de los nuevos liderazgos y de las nuevas organizaciones políticas que sustituirán a todo este orden, como hoy lo denuncian sometiéndose a la censura, al irrespeto, al escarnio, cuando no a la infamante pena del extrañamiento, que no otra cosa es esta diáspora: el destierro, disimulado, pero no por ello menos cruel… (Cuarta nota mental: Elizabeth Fuentes debe haberse vuelto loca, si ella se declaraba huérfana de hijos cuando se fueron al exterior como parte de la diáspora, ejerciendo su derecho a decir, cómo se le ocurre proponer la autocensura en beneficio de un bando, así sea el propio. Se sabe que “las opiniones son como los traseros: todo el mundo tiene uno”, pero, ¿cómo acepta uno algo así?)  Y espero de ustedes, queridos alumnos, próximos colegas, que hagan lo que esté a su alcance para hacer gremio, para reconstruir nuestra comunidad profesional, para fortalecer las sociedades intermedias y reestablecer las autonomías democráticas.

Y finalmente, en respuesta a la pregunta de si hay algo que celebrar hoy, día del periodista, dado el estado lamentable en nos encontramos,  pues yo diría que celebro mi decisión de vida, el encontrar una vocación y el haber conocido a gente amiga, tan entrañable, en las redacciones y en las aulas. Celebro que hay futuro para este oficio y lo seguirá habiendo mientras haya gente dispuesta a asumir sus compromisos, y en lo que a mi concierne, de eso, doy fe de padrino.
Con mi abrazo cariñoso,

Cardelf